¿Cómo Se Siente El Amor? (AkaKyo/AkaRen)

✨💖🌸Treinta y Dos🌻💖✨

Mis amores, perdonen si los recuerdos les parecieron largos, quería desarrollarlo bien y transmitir el dolor de Akaza. Aquí se termina el pasado y regresamos con el AkaKyo, así que por favor comenta y deja tu estrellita 🥺👉👈

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Acostado en el suelo de su pequeña habitación, Akaza observaba el techo en silencio, con una deprimente mirada perdida.

Habían pasado 10 días desde el fallecimiento de Koyuki, y Keizo cortó todo contacto. No tuvo la oportunidad de despedirse de su amiga, así como nunca supo si se realizó un funeral.

Toda la tragedia quedó como un accidente, así que nadie recibió un castigo. A pesar de eso, Aka intentó disculparse, pero el destrozado hombre se alejó por completo.

El silencio de su hogar era su única compañía, un recordatorio constante de aquella fatídica noche. Cada palabra, cada sonrisa, cada explosión de color en el cielo, se repetía en su mente sin cesar.

Una parte de él, la más atormentada, se culpaba de todo, deseando nunca haber sacado a Koyuki del hospital. Sin embargo, había otra pequeña parte que revivía la alegría en los ojos de ella y no podía arrepentirse completamente de haberla llevado al festival.

- La maté... - Murmuró, como si decirlo en voz alta pudiera liberarlo de la tortura.

Pero cada vez que lo repetía, los recuerdos de sus momentos juntos regresaban, como si Koyuki, de alguna manera, intentara consolarlo, pidiéndole que no se culpase de lo sucedido.

- Soy el peor amigo... Te extraño y siento dolor, pero las lágrimas no salen. ¿Por qué no puedo llorar? - Susurró, mientras la impotencia se reflejaba en su mirada apagada.

El eco de su última confesión resonó en su mente, clara y profunda: "Te amo, Hakuji".

Cerró los ojos, tratando de entender el significado de aquellas palabras. El peso de no haber respondido, de no saber lo que significa el amor, lo golpeó de nuevo.

- No puedo llorar por ti y ni siquiera entiendo el significado de esas palabras... Soy un caso perdido; estoy completamente roto -

El silencio volvió a envolverlo, pero fue aún más vacío, como si el mundo se hubiera desmoronado en un abismo del que no sabía cómo salir.

Después de esos días de aislamiento, en los que ni siquiera visitó a su padre, una mañana decidió salir. Las vacaciones ya habían terminado y había faltado varios días a clases.

Vestido con su uniforme, se puso su mochila y echó un vistazo a su teléfono. Tenía muchos mensajes y llamadas perdidas de sus compañeros de clase y profesores. Sin embargo, ignoró todo eso y lo único que le importó fue su contacto con el hospital, quienes confirmaban diariamente que su padre seguía estable.

Sin ningún inconveniente, salió de casa y fue a la escuela. A pesar de estar pasando por un mal momento emocional, no quería arruinar su desempeño escolar. Quería mantener la rutina; aferrarse a algo normal.

Pero en su camino, pudo notar algo extraño: los vecinos de su vecindario le miraban de una forma extraña. Lo mismo pasó cuando llegó a la institución; era el centro de las miradas y podía sentir que susurraban a sus espaldas.

No comprendía lo que pasaba, hasta que llegó a su salón de clases y sin tener la oportunidad de ir a su asiento, fue confrontado por una compañera.

- Tienes el valor de aparecer aquí, aún sabiendo lo que hiciste - Dijo, su voz temblando entre el miedo y el odio.