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Tras el diagnóstico de su padre, se dio de baja por enfermedad y de inmediato se inició un tratamiento para tratar de salvarlo. La posibilidad era mínima, pero ambos se aferraron a la esperanza.
Desafortunadamente, debido a lo delicado de su estado, tuvo que ser internado en el hospital. Aunque al principio se resistía a dejar a su hijo solo, este insistió en que se quedara para recibir el mejor cuidado posible.
De esa forma, el tiempo siguió su curso. Mientras su padre continuaba con el tratamiento, Akaza se esforzaba por mantener su vida en equilibrio.
Continuaba sus estudios, cuidaba de sí mismo y entrenaba en las artes marciales, pero cada visita al hospital le recordaba lo frágil de su realidad. Cada día se volvía más pesado, como si llevara una carga invisible que lo hundía lentamente.
Las noches eran las peores; el silencio y la soledad de su hogar se hacían insoportables. Los recuerdos de tiempos más felices se mezclaban con la angustia de un futuro incierto.
Sus mascotas ya habían fallecido, así que no le quedaba nadie más en esa pequeña casa. A pesar de que Douma a veces se quedaba hacerle compañía, la sensación de soledad no desaparecía.
Aunque la preocupación constante y el miedo por perder a su padre lo consumían por dentro, mantenía una fuerte fachada delante de los demás. Nunca fue emocionalmente cercano a nadie, así que nadie podría darle el consuelo que realmente necesitaba, ni siquiera su autoproclamado mejor amigo.
Así pasaron 2 meses, hasta que, una tarde de invierno de su segundo año escolar, conoció a una persona con la que compartiría un vínculo especial.
Era de tarde y tras finalizar las clases del día, Akaza fue a visitar a su padre. Sin embargo, mientras caminaba por los pasillos del hospital, pasó frente a una habitación con la puerta abierta y, de repente, escuchó una voz.
- ¡D-disculpe! ¿Podría ayudarme, por favor? - Exclamó una tímida voz femenina.
Al escucharle, se detuvo y no tardó en asomarse. Dentro, había una chica sentada en la única camilla de la habitación.
Tenía un lindo rostro, enmarcado por un corto cabello negro, y unos ojos de un encantador color rosa, similares a los pétalos de un cerezo. No estaba conectada a ningún equipo médico, pero se veía delgada y frágil a simple vista.
- ¿Qué necesitas? - Preguntó con cortesía.
Algo sorprendida por la apariencia de Akaza, la chica pronto señaló al otro extremo de la habitación y dijo con timidez - Por favor, ¿Podría ayudarme a sentarme en la silla de ruedas? -
Una petición relativamente sencilla, pero a la que respondió con cierta indiferencia - ¿Por qué no llamas a una enfermera? -, señalando el botón que tiene cerca de la camilla.
Ella pronto bajó la mirada, apenada y con un aire de culpa, y admitió con sinceridad:
- Lo siento, es que ya se han quejado de mis caprichos y no quiero seguir molestándolos por cosas innecesarias -
Viendo la culpa reflejarse en su rostro, Aka no pudo evitar pensar en su padre. Él también solía expresar ese mismo sentimiento.
Con la conciencia remordida, decidió hacerle el favor. Caminó hacia ella y, en tono neutral, dijo:
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¿Cómo Se Siente El Amor? (AkaKyo/AkaRen)
FanfictionAkaza es un joven que trata de enderezar su vida, pero está completamente roto debido a las heridas del pasado, los errores que cometió y a la mala reputación que lo persigue. Sin embargo, Kyojuro puede notar que no es una mala persona y por eso lo...