10 | Despedida

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5 días después

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5 días después

Había pasado una semana desde que Jeonghan llegó al mundo humano. Ahora era tiempo de regresar al océano, de volver con Seungkwan y su familia. Aunque deseaba ver y abrazar a su amigo para contarle cada detalle de su experiencia en el mundo humano, no le entusiasmaba en absoluto reencontrarse con sus padres. Sabía perfectamente que ya le tendrían preparada una lista de princesas sirenas de la cual debía elegir a su futura esposa, algo que no le hacía ninguna gracia. Jeonghan no quería casarse con una sirena; deseaba quedarse en el mundo humano, al lado de Joshua, aunque este le hubiese contado que los humanos vivían en un mundo difícil y lleno de problemas.

Durante esos días, Jeonghan había visitado el acantilado cada día para ver a Joshua, excepto cuando ambos se quedaron atrapados en una cueva durante una lluvia intensa. Su corazón palpitaba con fuerza, completamente enamorado, deseando poder contarle a su humano la verdad: que él era su tritón. Pero el tiempo se agotaba y sentía que el destino le empujaba de vuelta al océano y a todo lo que eso conllevaba.

Fue a la playa para sentir por última vez la arena en sus pies. Esos pies que no volverían a salir a la superficie, ya que volvería al océano y sería siempre un tritón, condenado a casarse con una sirena. Él no quería eso y haría todo lo posible para evitarlo. Caminó, sintiendo la arena fresca bajo sus pies, y a lo lejos pudo ver a Joshua, por lo que sonrió y se acercó al mayor para poder saludarlo, aunque debía fingir una despedida dolorosa.

— Hola, hyung. — sonrió tiernamente, saludándolo con su mano.

— ¡Cheonsa! — le acarició el cabello con cariño. — ¿Hoy no te volvías a Seúl? —le preguntó con curiosidad y algo de tristeza.

— Así es, voy a la estación para coger mi tren. — respondió, y puso una mueca al saber que no volvería a tener piernas.

— Bueno, ¿y qué haces aquí? —. se sorprendió un poco y lo miró con curiosidad. — Perderás tu tren, bonito.

— Es que quería ver la playa de Busan por última vez, la de Seúl no es tan bonita como la de Busan. — respondió con total inocencia, jugando con la arena bajo sus pies.

— Eh... — lo miró un poco confundido por su respuesta. — Seúl no tiene playa.

Jeonghan, al escucharlo, abrió los ojos como platos y en su interior se dijo "ya la has cagado, muy bien". Intentó improvisar algo rápido y, al no saber qué decir debido a que no tenía ni idea de dónde se localizaba Seúl, solo rió un poco para mostrar indiferencia.

— Por eso lo decía. — rió de forma falsa para tratar de cambiar el tema de conversación. — Cuando vuelva a Busan nos volveremos a ver, ¿verdad? —cambió de tema rápidamente para evitar más confusiones.

— Por supuesto, cariño. —le revolvió el pelo con suavidad, dedicándole una tierna sonrisa. — Esta semana ha sido la mejor semana de mi vida, gracias.

— Yo puedo decir lo mismo. — le dedicó una tierna sonrisa. — Gracias, hyung.

Así fue como ambos chicos se despidieron; se seguirán viendo cada noche, solo que Joshua no sabía que él era su tritón. Cuando se dio cuenta de que el mayor se fue alejando, Jeonghan se escondió detrás de una roca y salió corriendo hacia el agua, sumergiéndose y sintiendo cómo su cola volvía a aparecer. Bajó al océano, jugando y haciendo algunas acrobacias en el agua; había extrañado nadar en su océano, ver los peces de colores, los corales, a su pequeño delfín. ¿Por qué no podían vivir juntos el mundo marino y el mundo humano?

Nadó cada vez más rápido hasta que llegó a su reino. Cuando entró, un montón de tritones y sirenas salieron para darle la bienvenida. Saludó a los habitantes del reino con una gran sonrisa; todos lo conocían por ser el príncipe, pero era un príncipe con un corazón lleno de humildad, siempre intentaba ayudar a los habitantes del reino, le gustaba ver a todos felices.

Cuando llegó a la puerta del palacio, se encontró con su padre, con un tridente en la mano, quien lo miró atentamente y muy serio, lo que hizo que Jeonghan entrara en pánico. No sabía dónde meterse.

Su padre era un tritón fuerte y grande, su cola era de un azul oscuro a diferencia de la de Jeonghan, que era de un azul más claro. Tenía escamas en los brazos del mismo color que su cola, lo cual indicaba que ya era un tritón adulto. A un tritón o a una sirena se les concedían sus escamas cuando alcanzaban la suficiente madurez para ser considerados adultos. Jeonghan tenía 20 años y aún no tenía las suyas; su padre quería esperar a que se casara para concedérselas, pero él se moría de ganas de conseguirlas. El rey llevaba la corona del reino, que indicaba que él era el rey. Era un tritón muy estricto, y al verlo así, el corazón de Jeonghan comenzó a latir con fuerza del susto.

— Jeonghan, tu madre está enferma. — anunció firmemente, tomándolo del brazo. — Es hora de hacerte entrega de tus escamas y que pases a ser un tritón adulto.

 — Es hora de hacerte entrega de tus escamas y que pases a ser un tritón adulto

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𓏲 ๋࣭   ࣪˖ 𝐓𝐡𝐞 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐌𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora