17 | La furia del rey tritón

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No le hizo falta esperar a que su padre hablara, ya que el rey Tritón estaba hecho una furia

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No le hizo falta esperar a que su padre hablara, ya que el rey Tritón estaba hecho una furia. Lo veía en sus ojos, que ardían con intensidad, y observó cómo apretaba el puño en el que sujetaba su tridente. Eso le hizo entrar en pánico; no sabía de lo que su padre sería capaz, y, hasta ese instante, nunca había creído que pudiera hacerle daño. Pero llegó ese momento cuando alzó su tridente y lanzó un rayo hacia su hijo, el cual Jeonghan pudo esquivar por suerte.

— ¿¡CÓMO TE ATREVES A ENAMORARTE DE UN ESTÚPIDO HUMANO!? — le gritó, completamente enfadado, haciendo que todos los que trabajaban en el palacio observaran lo que estaba sucediendo.

—¡No, Appa! — exclamó Jeonghan, tomando aire y aguantando las ganas de llorar. — ¡Por favor, escúchame!

— ¡SERÁS EL FUTURO REY, Y MAÑANA TE CASARÁS SIN FALTA CON LA PRINCESA DEL OCÉANO ATLÁNTICO NORTE! — le replicó, lleno de furia.

— ¡No me pienso casar con ninguna princesa sirena! — gritó Jeonghan, frunciendo el ceño. — ¡Me merezco ser feliz!

— ¡NO PUEDES DESOBEDECER MIS ÓRDENES! — le contestó, señalándolo con el tridente.

—¡No puedes obligarme a casarme con nadie! — respondió con firmeza.

Dejó a su padre con la palabra en la boca; no aguantó un segundo más y se fue, nadando tan rápido como su cola se lo permitía. Estaba cansado, le dolía el cuerpo y estaba muy estresado. Solo se le ocurrió una cosa, y eso fue lo que hizo: dirigirse a la guarida del brujo Moon, quien tenía una magia tan poderosa como la del rey. Vivía a las afueras del reino y era el esposo de su doctor, aunque lo mantenían en secreto.

Jeonghan conocía a Moon perfectamente; lo consideraba su amigo. Él había ayudado a Mingyu cuando se enamoró de una humana, haciéndole un conjuro para ser humano durante cinco días sin transformarse en tritón al tocar el agua, lo cual había funcionado muy bien. Ahora Jeonghan quería lo mismo: estar con Joshua, disfrutar de su compañía y encontrar paz en su interior.

Al llegar a la guarida del brujo, llamó a la puerta y, acto seguido, entró, observando al tritón brujo, de color morado, removiendo una gran olla en la que preparaba sus pócimas.

— Jun —le llamó con un hilo de voz.

— Hola, príncipe — dijo el brujo, acercándose y dejando lo que hacía para invitarlo a sentarse. — ¿Cómo puedo ayudarte? — preguntó con curiosidad.

— ¿Recuerdas la pócima que le diste a Mingyu cuando se enamoró de aquella humana? — le preguntó, y el brujo asintió con la cabeza. — Hazme una a mí. — sacó un saco de monedas de oro y se lo entregó. — Además, cuando sea rey, no tendrás que esconderte a las afueras del reino; serás el curandero oficial.

— Me parece genial. — sonrió Junhui, chasqueando los dedos y haciendo aparecer varios frascos. — Como estás embarazado, usaré ingredientes naturales.

— ¿C-cómo lo sabes? — preguntó Jeonghan, sorprendido.

— Moon Junhui lo sabe todo. — respondió mientras comenzaba a preparar la pócima.

No tuvo que esperar mucho; Junhui era un experto y, en unos minutos, la pócima estuvo lista. Al verla, Jeonghan sonrió feliz, consciente de que su cuerpo cambiaría. Sus pulmones no soportarían mucho tiempo bajo el agua, su cola se convertiría en piernas, sus escamas desaparecerían, y probablemente sería muy torpe nadando.

— Cinco días, en cinco días volverás a ser tritón. Lo sabrás porque tus escamas reaparecerán. Los tritones adultos no perdemos las escamas al usar nuestra forma humana. — explicó el brujo mientras recogía todo.

— Gracias, Jun. — sonrió Jeonghan, tomando la pócima al fin.

Tras beberla, comenzó a nadar rápidamente hacia la superficie antes de que le salieran las piernas. De repente, le costó aguantar la respiración; su cola desapareció, sintiendo dos piernas en su lugar. Con torpeza, logró llegar a la superficie. 

Mientras daba manotazos para alcanzar la costa, escuchó el sonido de una ballena. Poco después, sintió cómo el animal pasaba bajo él y lo ayudaba a subir a su lomo. Se sintió tranquilo, lleno de paz junto a aquel ser. Sin esperarlo, la ballena se dirigió hacia una lancha, la lancha de Joshua. Al verlo, Jeonghan sonrió como un tonto, poniéndose de rodillas sobre la ballena y alzando la mano para saludarlo emocionado.

— ¡Joshuji! — le llamó, feliz.

El mayor lo miró sorprendido, y, cuando la ballena se acercó más, Jeonghan intentó saltar al agua, pero cayó torpemente, volviendo a dar manotazos. La ballena lo empujó con el hocico, ayudándolo a subir a la lancha.

— ¿Jeonghan? — preguntó Joshua, impactado al verlo en forma humana.

— Así es. — respondió Jeonghan, divertido. — Más tarde te cuento todo. Ahora solo disfrutemos de nuestra compañía. — pidió, buscando refugio en él.

— Ven aquí, mi pequeño tritoncito. — dijo Joshua, besándole la frente y abrazándolo con cariño. — Estás desnudo, bebé. —añadió, quitándose su camiseta. — Póntela para cubrirte.

Jeonghan se ruborizó, recordando que estaba desnudo. Tomó la camiseta y se la puso; le quedaba larga, cubriéndole hasta los muslos. Al moverse, Joshua notó que aún se le veía un poco el glande.

— Por aquí se te ve algo. — rió divertido, haciéndole cosquillas.

— ¡No! — protestó Jeonghan, cruzando las piernas y cubriéndose rápidamente entre risas. — Esa zona es muy sensible.

— Ven aquí. —rió Joshua, tomándolo de las caderas para acercarlo. — ¿Te gustaría tener una cita conmigo mañana? — preguntó con una sonrisa enamorada.

— Me encantaría —respondió Jeonghan, sorprendido, sentándose en su regazo.

El mayor lo besó tiernamente, saboreando aquellos labios a los que era completamente adicto.

El mayor lo besó tiernamente, saboreando aquellos labios a los que era completamente adicto

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𓏲 ๋࣭   ࣪˖ 𝐓𝐡𝐞 𝐋𝐢𝐭𝐭𝐥𝐞 𝐌𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora