U N O

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                                     |𝑳𝒂 𝒄𝒊𝒕𝒂|

El día comenzó como cualquier otro, y ya sabía que, como de costumbre, no tendría ni un momento de paz. Apenas salí de casa, y ya la molestia número uno, Nendo, estaba a pocos metros, su figura musculosa y cara de ogro imposible de ignorar.

—¡Oe, compañero! ¡Vamos juntos al instituto! —dijo, con su entusiasmo de siempre, como si realmente disfrutara torturándome con su compañía.

Intenté deshacerme de él, como de costumbre, con una mirada que claramente decía "déjame en paz". Pero Nendo, siendo Nendo, siguió hablando y caminando a mi lado sin notar mi completa indiferencia.

La segunda molestia del día, Kaido, apareció justo al cruzar el portón de la escuela, arrastrando una espada de juguete que, según él, contenía algún tipo de "poder oscuro" que solo él podía controlar. Apenas lo vi, supe que esto no podía ser bueno. Aun así, traté de ignorarlo, mientras Kaido murmuraba sobre amenazas de fuerzas sobrenaturales y planes secretos que nadie más podía comprender.

Antes de que pudiera teletransportarme a un lugar donde ellos no estuvieran, apareció la molestia número tres: Teruhashi Kokomi. Su presencia era evidente: los estudiantes a su alrededor suspiraban, los chicos la miraban con adoración, y la gente murmuraba sobre su "perfección". Con ese "offu~" y su clásica sonrisa, vino hacia mí, esperando que, como todos, suspirara o mostrara algún tipo de reacción.

Pero, como siempre, no le di la satisfacción.

<<¿Por qué no suspira? ¿Es que no nota lo perfecta que soy?>> pensó, una vez más confundida por mi indiferencia. <<Él debería sentir algo...>>

Pensé en cómo no podía ser más obvio que sus pensamientos sobre mí solo incrementaban mi deseo de alejarme. Yare yare, pensé. Sin embargo, esa mañana parecía tener otros planes.

A media clase, recibí una nota de Teruhashi, pidiéndome que la acompañara a una cafetería después de la escuela. Aparentemente, había escuchado que me gustaba la gelatina de café, y eso parecía haber sido suficiente para animarla a invitarme. Como cualquier otro día, mi primera reacción fue rechazarla, pero recordé que esa cafetería en particular hacía una gelatina de café bastante decente.

"Muy bien, Saiki Kusuo, un poco de gelatina de café no te hará daño," pensé.

Después de la última clase, me preparé para el encuentro en la cafetería. Teruhashi ya estaba esperándome en la entrada de la escuela, y apenas me acerqué, su expresión de alegría era obvia. Caminamos en silencio por algunas calles, hasta que, a unas cuadras, nos topamos con una situación desagradable. Un tipo, claramente pasado de copas, se había acercado a Teruhashi con una actitud que dejaba claro que no la dejaría en paz sin una "charla".

—Déjame en paz, por favor —dijo Teruhashi, su expresión de incomodidad reflejando sus pensamientos, mientras miraba en mi dirección con un leve rastro de esperanza.

Sus pensamientos me llegaron como una súplica silenciosa. Aunque no tenía intenciones de convertirme en héroe, decidí actuar. Caminé hacia el tipo, y en una voz baja y controlada, dije:

—Te sugiero que te alejes. Ahora.

No hizo falta mucho más. Con un leve toque de mi poder psíquico, el tipo retrocedió aterrado y huyó. Teruhashi se giró hacia mí con gratitud y admiración en sus ojos.

—Gracias, Saiki-kun... —dijo en voz baja, aunque sus pensamientos decían mucho más. <<Eres como un príncipe... Mi héroe...>>

Yare yare, vaya molestia, pensé, tratando de ignorar sus emociones mientras entrábamos a la cafetería.

Al llegar, nos atendió Mera, quien pareció emocionarse de más al vernos juntos. Asumió rápidamente que estábamos en una cita, y antes de que pudiera corregirla, ya había anotado nuestro pedido: cinco gelatinas de café, todas para mí. Al menos la comida iba a ser buena, pensé mientras comenzaba a comer. Teruhashi, por otro lado, parecía encantada observándome.

—Saiki-kun, es lindo ver cuánto disfrutas la gelatina —murmuró, entre tímida y sonriente. Era evidente que lo decía más por mantener la conversación que por cualquier otro motivo, pero noté algo genuino en sus palabras, algo que la hacía menos molesta que de costumbre.

La tarde continuó sin mayores incidentes y, cuando salimos de la cafetería, Teruhashi propuso que la acompañara a casa. Dado que ya había conseguido lo que quería —una buena porción de gelatina de café— no tenía razón para negarme. Caminamos en silencio, con Teruhashi ocasionalmente lanzándome miradas furtivas y sonriendo para sí misma.

Finalmente, al llegar a la entrada de su casa, me volví para despedirme rápidamente, pero antes de que pudiera decir algo, Teruhashi se acercó y, con un leve sonrojo en las mejillas, se inclinó hacia mí. Sentí un breve roce en mi mejilla.

Un beso. Teruhashi me acababa de besar en la mejilla.

Por un instante, mis pensamientos se detuvieron y mi cerebro entró en un estado de shock absoluto. Mis poderes psíquicos no me habían advertido de lo que estaba por ocurrir, y el calor comenzó a subir a mi cara, algo completamente inusual para mí. Al parecer, ni yo era inmune a esta sensación de sorpresa.

Teruhashi me miraba, con una sonrisa esperanzada.

—Gracias por hoy, Saiki-kun. —Su voz era suave, y sus pensamientos en ese momento solo repetían lo feliz que estaba de haber compartido el día conmigo. <<Quizá... Quizá Saiki-kun pueda verme como algo más que una amiga...>>

Yare yare, pensé, intentando recuperar la compostura. Sin decir una palabra más, asentí ligeramente, giré sobre mis talones y comencé a caminar de regreso a casa. Pero incluso mientras caminaba, la sensación de aquel beso en mi mejilla persistía, como si se negara a desaparecer.

Esa noche, mientras intentaba dormir, mi mente no podía dejar de recordar el momento una y otra vez. Intenté borrar el recuerdo, convencerme de que no había sido nada importante, pero una y otra vez, los pensamientos volvían. Quizá, solo quizá, aquella molestia llamada Teruhashi no era tan simple de ignorar.

Así que, en retrospectiva, ¿valió la pena la gelatina de café? Puede que sí... y eso era lo peor de todo.

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ᴛʜᴇ ʜᴇᴀʀᴛ ᴏꜰ ᴀ ᴘꜱʏᴄʜɪᴄ | 𝐬𝐚𝐢𝐭𝐞𝐫𝐮 [rmk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora