Q U I N C E

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                   |𝐃𝐞 𝐫𝐞𝐠𝐫𝐞𝐬𝐨 𝐚 𝐜𝐚𝐬𝐚|

El taxi frenó suavemente frente a la casa de los Saiki. Kusuo bajó, llevando su maleta con una mano, mientras el cielo nocturno empezaba a llenarse de estrellas. Antes de tocar el timbre, pudo percibir la presencia de su madre y su padre en el interior, ambos emocionados por su llegada.

La energía cálida de Kurumi irradiaba desde el otro lado de la puerta, llenando el ambiente con un entusiasmo que casi podía tocarse. Incluso sin abrir, Saiki escuchaba sus pensamientos claramente: "¡Mi bebé está de vuelta! Espero que haya comido bien, que no se haya sentido solo... ¿Habrá hecho algún amigo?"

La puerta se abrió antes de que pudiera siquiera alzar la mano.

—¡Kusuo! —exclamó Kurumi, lanzándose a abrazarlo con la energía de alguien que no había visto a su hijo en meses, aunque solo había sido una semana.

—Estoy de vuelta —dijo Kusuo con su tono neutral, aunque permitió que su madre lo abrazara un momento más de lo necesario.

Kuniharu apareció detrás de Kurumi, haciendo su entrada habitual con una sonrisa despreocupada.

—¡El héroe de Okinawa ha regresado! —exclamó, sin prestar atención al florero que casi derribaba al pasar.

Saiki, sin moverse, lo detuvo mentalmente antes de que cayera al suelo.

—No hubo héroes, papá. Solo actividades escolares.

Kurumi retrocedió un paso, mirándolo con ojos brillantes mientras tomaba su rostro entre sus manos.

—¿Cómo te fue? ¿Te divertiste? ¿Qué tal la comida? ¿La playa? ¿Hiciste amigos? —Las preguntas brotaban una tras otra, como si quisiera saberlo todo al mismo tiempo.

Saiki suspiró, dejando la maleta en el suelo.

—Estuvo bien.

Su respuesta breve no logró satisfacer la curiosidad de Kurumi, quien lo miró con una mezcla de preocupación y ternura. Sin embargo, un ligero cambio en su expresión llamó su atención. "¿Está... distraído? Kusuo nunca está distraído. Esto es interesante..."

Kuniharu, ajeno a cualquier detalle sutil, sonrió ampliamente.

—¡Vamos, chico! ¿Qué significa "bien"? ¿Te bronceaste? ¿Te enamoraste de alguien?

Kurumi lo miró con interés renovado.

—¿Enamorarse? ¿De una chica? —preguntó, casi saltando de emoción—. ¡Kusuo, dime que conociste a alguien especial!

Saiki se llevó una mano a la frente, sintiendo el inicio de una conversación que prefería evitar.

—No exactamente —respondió con su habitual tono monótono, pero algo en su mirada lo delató.

Kurumi ladeó la cabeza, observándolo con atención.

—¿"No exactamente"? Eso suena como un sí... —murmuró, sus pensamientos llenos de emoción contenida.

Kuniharu se unió al entusiasmo, dándole una palmada en la espalda.

—¡Vamos, hijo! ¿Es guapa? ¿Te sonrojaste?

Saiki, incómodo, giró ligeramente la cabeza hacia el pasillo. Podía sentir cómo la energía de su madre se intensificaba; su mente estaba inundada de pensamientos sobre bodas, novias y nietos.

—No estoy seguro de lo que siento —admitió finalmente, en un tono más bajo.

Kurumi parpadeó sorprendida, su sonrisa suavizándose.

—Cariño, si estás confundido, es porque lo que sientes es importante. Eso es bueno, Kusuo.

Kuniharu, siempre menos sutil, asintió con energía.

—¡Exacto! La confusión es el primer paso. ¡Es como cuando me enamoré de tu madre!

Kurumi ignoró la exageración de Kuniharu y tocó suavemente el brazo de Kusuo.

—A veces, no necesitas entenderlo todo de inmediato. Solo escucha lo que tu corazón te dice... Y si esa persona es especial para ti, el resto llegará con el tiempo.

Las palabras de su madre resonaron en su mente más de lo que esperaba. Aunque no respondió, sintió una punzada en el pecho. Teruhashi seguía apareciendo en sus pensamientos, especialmente aquella mirada vulnerable que le dedicó en la playa. No podía apartar la imagen de su sonrisa, incluso después de que él la rechazara.

—Gracias por el consejo —murmuró Kusuo, tomando su maleta para subir a su habitación.

Kurumi lo observó marcharse, sonriendo con dulzura mientras pensaba: "Mi bebé está creciendo... Ojalá encuentre su felicidad."

Al entrar en su habitación, Saiki dejó la maleta junto a la puerta y se dejó caer en la cama. Cerró los ojos, pero los recuerdos del viaje lo invadieron de inmediato.

La confesión de Teruhashi, sus palabras sinceras, su mirada llena de esperanza... Todo aquello que había intentado ignorar durante el vuelo de regreso estaba ahora frente a él con más fuerza que nunca.

Se giró hacia la ventana, observando las estrellas mientras su mente repasaba cada momento.

—¿Qué me está pasando? —murmuró, sintiendo la presión en su pecho.

No entendía del todo lo que sentía. No estaba acostumbrado a lidiar con emociones tan humanas y complejas. Pero una cosa era clara: apreciaba a Teruhashi más de lo que quería admitir.

Mientras se perdía en sus pensamientos, una suave brisa nocturna entró por la ventana, llenando la habitación con una calma extraña.

—Quizás... algún día lo entenderé —dijo para sí mismo, cerrando los ojos con la esperanza de que el tiempo le diera las respuestas que tanto necesitaba.

Esa noche, mientras el mundo seguía su curso, Kusuo Saiki se dio cuenta de que, aunque no estaba listo para admitirlo, Teruhashi había dejado una marca en su corazón que ni siquiera sus poderes podían borrar.

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ᴛʜᴇ ʜᴇᴀʀᴛ ᴏꜰ ᴀ ᴘꜱʏᴄʜɪᴄ | 𝐬𝐚𝐢𝐭𝐞𝐫𝐮 ¹ [rmk]Onde histórias criam vida. Descubra agora