|𝐑𝐞𝐟𝐥𝐞𝐱𝐢𝐨𝐧𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐒𝐨𝐥𝐞𝐝𝐚𝐝|
Esa noche, después de haber salido del hospital, Saiki regresó a casa bajo un cielo cubierto de estrellas. El alivio de ver a Kokomi despierta aún pesaba en su pecho, mezclado con una confusión que no podía ignorar. Al cerrar la puerta de su habitación, se quitó los auriculares y se dejó caer sobre su cama, rodeado por el silencio que siempre encontraba reconfortante, pero que esa vez solo amplificaba sus pensamientos.
Cerró los ojos y dejó que los recuerdos de los últimos cinco días desfilaran por su mente como un torbellino incontrolable. Cada visita al hospital, el constante sonido de los monitores cardíacos, las palabras de aliento de sus amigos y, sobre todo, la imagen de Kokomi tendida en esa cama, inconsciente y vulnerable, lo invadieron con una claridad abrumadora.
"¿Por qué esta vez fue diferente?"
Había sido testigo de accidentes, situaciones peligrosas e innumerables momentos difíciles antes. Siempre había sido capaz de mantener la calma, de resolver las cosas con lógica y precisión. Pero con Kokomi, todo su control parecía haberse desmoronado. El pánico, el dolor y la impotencia que había sentido al verla en ese estado eran emociones que jamás creyó posibles en él.
Se giró en la cama, mirando el techo como si pudiera encontrar una respuesta entre las sombras. Cada vez que cerraba los ojos, veía el leve movimiento de los dedos de Kokomi cuando despertó, el temblor en su voz al decir su nombre, y su mirada, una mezcla de alivio y gratitud.
"Esto es amor, ¿no?" pensó, y su corazón dio un vuelco. La palabra lo intimidaba, cargada de significado, de implicaciones y, sobre todo, de vulnerabilidad. Siempre había rechazado la idea de amar, considerando que era algo innecesario, un obstáculo para su tranquila existencia. Pero si amar a alguien significaba desear su felicidad por encima de todo, sentir miedo ante la posibilidad de perderla, entonces debía ser eso.
El pensamiento lo inquietaba, pero no podía negarlo más. Había cruzado un umbral del que ya no había retorno.
La noticia del regreso de Kokomi a la escuela se extendió como un rayo, llenando los pasillos con murmullos y sonrisas de alivio. Todos parecían más animados, más ligeros, como si su presencia hubiera disipado un peso que nadie se había dado cuenta de que estaban cargando.
Saiki caminaba por los pasillos con su habitual expresión neutral, pero los comentarios a su alrededor lo seguían como un eco constante.
—¿Escuchaste? Teruhashi-san volvió ayer. Está bien.
—Dicen que Saiki-kun estuvo con ella todo el tiempo en el hospital. ¿Será que... tienen algo?Saiki suspiró, ajustando sus auriculares para ahogar los murmullos. No podía evitar escucharlos gracias a su telepatía, pero intentaba no prestarles atención. Su tranquilidad se vio interrumpida cuando vio a Kokomi caminando hacia él, acompañada por Yumehara.
—¡Saiki-kun! —llamó Yumehara, con una sonrisa que parecía más brillante de lo habitual—. ¡Qué suerte que te encontramos!
Kokomi se detuvo frente a él, luciendo un poco más pálida que de costumbre, pero con esa elegancia que siempre la caracterizaba.
—Buenos días, Saiki-kun —dijo con suavidad, su sonrisa cálida pero un poco más contenida que de costumbre.
Él asintió, como siempre, pero algo en su mirada era diferente. Más suave, menos distante.
—Me alegra verte de vuelta —dijo, sus palabras simples pero cargadas de significado.
Kokomi parpadeó, sorprendida, pero su sonrisa se amplió, llena de gratitud.
—Gracias. Yo también me alegro de estar de vuelta... y de verte aquí.
El momento fue interrumpido por Nendou, quien apareció de repente con un comentario torpe que provocó risas en los demás, menos en Saiki, claro. Sin embargo, incluso él no pudo ignorar la calidez que llenaba el ambiente desde la presencia de Kokomi.
Esa tarde, después de clases, Saiki se encontró caminando junto a Kokomi hacia la salida. Ella estaba más tranquila de lo habitual, pero su compañía era suficiente para llenar el silencio.
Cuando llegaron a la puerta de la escuela, ella se detuvo y lo miró, como si buscara el momento adecuado para decir algo.
—Saiki-kun, quería agradecerte por todo lo que hiciste... en el hospital —dijo, su voz llena de sinceridad.
Saiki sintió un calor extraño subir por su pecho.
—No fue nada —respondió rápidamente, mirando hacia otro lado para ocultar el leve rubor en sus mejillas.
—No, en serio —insistió Kokomi, dando un paso hacia él—. Sé que siempre actúas como si no te importaran las cosas, pero esta vez... sé que sí te importó.
Las palabras de Kokomi atravesaron sus defensas como un rayo. Por un momento, se quedó en silencio, intentando procesar lo que significaban para él.
—Teruhashi... —comenzó, su voz más baja de lo habitual—. No quiero que algo así vuelva a suceder.
Kokomi parpadeó, sorprendida por la intensidad en sus palabras.
—Saiki-kun...
—Lo que quiero decir es... —continuó, mirando al suelo mientras sentía cómo su corazón se aceleraba—. No sé cómo explicarlo, pero no quiero que te alejes. No quiero que te pase nada.
Por un instante, el tiempo pareció detenerse. Kokomi lo miró, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y algo más, algo que parecía esperanza.
—Gracias, Saiki-kun. Eso significa mucho para mí.
Saiki asintió, sin confiar en su voz para decir algo más. Pero cuando sus ojos se encontraron, algo cambió entre ellos. Algo que no necesitaba palabras para ser entendido.
Por primera vez, Saiki Kusuo entendió lo que significaba amar a alguien, y aunque era un terreno desconocido, estaba dispuesto a explorarlo. Porque Kokomi Teruhashi era más que una compañera de clase. Ella era la persona que hacía que su mundo, con todo su caos y complejidad, tuviera sentido.
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ᴛʜᴇ ʜᴇᴀʀᴛ ᴏꜰ ᴀ ᴘꜱʏᴄʜɪᴄ | 𝐬𝐚𝐢𝐭𝐞𝐫𝐮 [rmk]
RomanceUn psíquico enamorado... ¿es algo posible? Para nuestra encantadora Kokomi, conseguir el corazón de aquel psíquico que la ha ignorado parece un reto casi imposible. A pesar de su habilidad para leer mentes, el psíquico parece completamente ajeno a s...