|𝐁𝐚𝐣𝐨 𝐥𝐚 𝐥𝐮𝐳 𝐝𝐞𝐥 𝐚𝐭𝐚𝐫𝐝𝐞𝐜𝐞𝐫|
(Día 6)
El amanecer del sexto día trajo consigo un aire fresco y un sol cálido que prometía un día memorable. Saiki despertó, pero esta vez su mirada se posó en Teruhashi por más tiempo del que admitiría. Ella seguía dormida, con su cabello azul desparramado sobre la almohada y una expresión serena que la hacía lucir más vulnerable de lo habitual. Aunque intentó convencerse de que era algo sin importancia, no pudo evitar pensar que verla así era uno de los momentos más tranquilos de su día.
Cuando ambos se prepararon para el día, Teruhashi parecía especialmente radiante, y no solo por su belleza habitual. Había algo en su actitud, un entusiasmo distinto, como si estuviera decidida a aprovechar cada instante. Al bajar juntos al desayuno, Yumehara, con su energía característica, los observó con una sonrisa traviesa.
—Teruhashi, ¿qué está pasando? Pareces tan... ¿cómo decirlo? ¡Ilusionada! —dijo en un susurro emocionado mientras se sentaban a desayunar.
—¿Ilusionada? ¡No digas tonterías! —respondió Teruhashi rápidamente, aunque sus mejillas se tiñeron de un ligero color rosa.
—Oh, vamos, no te hagas la despistada. He notado cómo miras a Saiki-kun —bromeó Yumehara, manteniendo su tono bajo para que nadie más las escuchara.
Teruhashi intentó negar con un gesto, pero su sonrisa nerviosa la delató.
—Bueno, tal vez... tal vez hay algo que debería decirle, pero no sé cómo.
Los ojos de Yumehara brillaron con entusiasmo.
—¡Eso significa que tienes que confesarte! —dijo con una emoción que Teruhashi no pudo evitar compartir, aunque solo un poco.
—¿Confesarme? —preguntó, nerviosa.
—¡Sí! Y tengo el plan perfecto. Escucha, esto es lo que haremos...
Mientras Yumehara susurraba los detalles de su estrategia, Teruhashi comenzó a imaginar el momento. Aunque estaba nerviosa, también estaba decidida. Este viaje ya le había enseñado que no podía seguir ignorando lo que sentía por Saiki.
Durante la caminata matutina, el grupo exploró un bosque que parecía salido de un cuento. La luz del sol se filtraba entre las hojas, creando destellos dorados que hacían brillar el cabello azul de Teruhashi de forma casi mágica. Sin darse cuenta, ella y Saiki terminaron caminando juntos, una constante que ambos habían comenzado a aceptar como algo natural.
—Es hermoso aquí, ¿no crees? —dijo Teruhashi suavemente, mirando a su alrededor.
Saiki asintió, sintiendo una extraña calma a su lado.
—Supongo que sí —respondió con su tono neutral, aunque sus ojos se desviaron brevemente hacia ella.
Teruhashi notó el leve gesto y sonrió para sí misma. A pesar de su aparente indiferencia, había algo en Saiki que parecía más abierto estos días. Con cuidado, dejó que sus dedos rozaran los de él de manera accidental. Aunque Saiki no reaccionó visiblemente, ella sintió un pequeño escalofrío recorrerla.
Por la tarde, durante el picnic, Yumehara comenzó a ejecutar su plan. Se aseguró de que todos estuvieran ocupados para que Teruhashi tuviera un momento a solas con Saiki. Aprovechando que la mayoría se alejó a explorar, Teruhashi y Saiki terminaron en una pequeña colina desde donde se podía ver todo el paisaje.
—Saiki-kun... —dijo Teruhashi de repente, su voz suave pero cargada de determinación.
Él la miró, esperando que continuara.
—Quería agradecerte por todo en este viaje. Por soportarme como compañera de cuarto... y por siempre estar ahí cuando lo necesito. —Su voz tembló ligeramente, pero sus ojos brillaban con sinceridad.
Saiki parpadeó, sorprendido. Aunque no era el tipo de persona que reaccionaba con facilidad, algo en sus palabras hizo que su pecho se sintiera inusualmente ligero.
—No ha sido tan malo —respondió, lo más cercano a un cumplido que Teruhashi podría esperar de él.
Ella rió suavemente, sintiendo que ese pequeño comentario era más valioso de lo que debería.
Al final del día, llegó el paseo en bote al atardecer, el momento que Yumehara había planeado cuidadosamente para que Teruhashi pudiera confesarse. Mientras el grupo se acomodaba, Teruhashi logró sentarse junto a Saiki, con el corazón latiéndole con fuerza.
El sol comenzaba a ocultarse, pintando el cielo de tonos dorados, naranjas y rosados. El reflejo del agua hacía que todo pareciera un sueño. Teruhashi tomó aire, reuniendo todo su valor.
—Saiki-kun... hay algo que quiero decirte —comenzó, su voz temblorosa pero firme.
Saiki la miró, su expresión neutral, pero sus ojos mostraban un leve interés.
—¿Qué pasa? —preguntó, con su tono calmado de siempre.
Teruhashi se giró hacia él, encontrando el valor en el brillo cálido del atardecer.
—Yo... tú significas mucho para mí. Más de lo que puedo explicar. —Las palabras salieron torpes, pero estaban llenas de honestidad.
Saiki parpadeó, procesando lo que ella acababa de decir. Aunque su expresión no cambió, algo en su interior se agitó.
—Teruhashi... —murmuró, sin saber exactamente cómo responder.
Ella lo miró con ojos esperanzados, aunque también temerosos. Por un instante, pareció que el tiempo se detenía. Pero antes de que pudiera continuar, una voz desde el grupo interrumpió.
—¡Miren el sol, es hermoso! —gritó Kaidou, rompiendo la atmósfera.
Ambos giraron hacia el horizonte, aunque el momento quedó suspendido en el aire.
Teruhashi suspiró, una mezcla de alivio y frustración llenándola. Aunque no había podido decir todo lo que sentía, sabía que había dado un paso importante.
Saiki, por su parte, permaneció en silencio, pero no podía ignorar el calor que sentía en su pecho. Aunque no sabía cómo llamarlo, había algo en Teruhashi que lo hacía querer quedarse.
Al regresar al hotel, Yumehara se acercó a Teruhashi con una sonrisa traviesa.
—¡Vas por buen camino! —le dijo, animándola.
—Espero que sí... —murmuró Teruhashi, mirando hacia el cielo nocturno. Mañana, se prometió, sería el día en que finalmente lo confesara todo.
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ᴛʜᴇ ʜᴇᴀʀᴛ ᴏꜰ ᴀ ᴘꜱʏᴄʜɪᴄ | 𝐬𝐚𝐢𝐭𝐞𝐫𝐮 ¹ [rmk]
RomanceUn psíquico enamorado... ¿es algo posible? Para nuestra encantadora Kokomi, conseguir el corazón de aquel psíquico que la ha ignorado parece un reto casi imposible. A pesar de su habilidad para leer mentes, el psíquico parece completamente ajeno a s...