____ Scouger..___ habló ___espera ___
___ Vamos presiosa...___ se movió lentamente ____Aguanta un poco más ___
Si hubiera una forma de describir lo que sintió en ese momento, sería como contener las ganas de respirar.
En todo el camino, el azabache sintió como si estuviera ahogándose en su propia respiración. El enojo y la frustración bullían en su interior como caldero hirviendo, amenazando con estallar en cualquier momento. Pero el verdoso parecía disfrutar de la situación, porque a cada una de sus palabras y gestos, aumentaba la gota que iba llenando el vaso de su tolerancia.
Había aguantado pacientemente sus estupideces durante lo que parecía una eternidad, pero ahora estaba llegando al límite. La forma en que se acercaba, tocándola con familiaridad, era una mezcla de rencor y furia. Y para empeorar las cosas, la rosada, con su mirada inocente, parecía no darse cuenta de la tensión que se había creado. ¿Acazo no entendía sus claras insinuaciones? ¿Acazo no entendía que eran extraños? No podía darles tanta confianza.
Estaba molesto. En más de una ocasión, había tenido las ganas de tomar su muñeca y alejarla, estableciendo una distancia que la mantuviera al menos a raya. Sin embargo solo se limitó a presionar sus dientes y mantener distancia.
No podía permitir que su enojo lo consumiera. Tenía que mantener la calma, por el bien de todos. Así que tomaba aire profundamente, conteniendo su respiración, y se alejaba cuando podía, buscando un respiro en la distancia.
___ Eso es. Sigue así cariño.___
___ Ve más lento Scourge, ya casi llego ___ suspiró tratando de calmarse, manteniendo la postura.
La rosada por su parte, sonrió ampliamente mientras miraba a sus nuevos compañeros de viaje. Después de días de recorrer el camino sola con el azabache, sentir la compañía de otros viajeros era un alivio. La albina, había resultado ser una bendición disfrazada. Su experiencia y recursos habían sido fundamentales para la supervivencia en campos abiertos. Conocía cada rincón del bosque seco junto al verdoso, como si hubieran pasado por esos lugares incontrastables veces.
Al comer o descansar en el lado del camino, se sintió más segura que nunca. La presencia de los dos viajeros, la hacía sentir protegida. El peligro y la incertidumbre del camino parecían menos intimidantes con ellos a su lado.
Mientras ellos jugaban, el azabache se apoyó contra uno de los árboles, mirando con expresión aburrida y atenta, esperando seguir el viaje. Observando la ridiculez que hacían solo ellos para pasar el rato. Un juego bastante extraño a su parecer. El juego parecía una competencia de equilibrio, donde el objetivo era ver quién llegaba primero a la meta. Sin embargo, este juego era diferente. Era una prueba de equilibrio, donde los participantes debían caminar con una naranja en la cabeza sin dejarla caer.
El azabache no podía creer que ella se prestará para algo estupido como eso. Eran claras las intenciones del verdoso y ella no se daba cuenta. Lo que debía hacer era estar atenta a los peligros, observando cada rincón del bosque. Eran cuatro, pero eso no le quitaba el hecho de no estar expuestos a cualquier amenaza. Pero ella solo se mantenía entretenida, ausente de todo, como una niña pequeña, jugando como un extraño.
Llevaba una naranja en cada mano y otra en su cabeza, caminando con paso lento, en una línea recta y cuidadoso junto al erizo verde. Pero él parecía hacerlo a propósito, perdiendo en el juego. Poniendolo de alguna manera incómodo al verlos.
Pensaba que el alcohol era un motivo para el verdoso , para tener la excusa y hacer lo que quisiera. Pasarse de la mano, poder golpearlo sin piedad y él no sentiria dolor, pero en su estado más despierto, Arien, era más insoportable, más aprovechando y se podía ver sus intentos de sobrepasarse con ella incluso, poniéndola más lejos de los demás, apartadola de su vista obligándose a buscarla hasta tenerla de frente, cosa que lo irritaba, lo unico que podia hacer era bajar la intensidad de sus pasos para verlos mejor .