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___ bien___

__ ¡¿Que!?___  lo tomó del brazo con fuerza, y lo volteó hacía ella con suplica en su mirada___Shadow, no. ¿Qué haces?___  susurró aterrada, mirándolo a los ojos. Pero él simplemente se acercó a su oído derecho y susurró sutiles palabras, sin ser escuchado por nadie más que ella.

___Pase lo que pase, aguanta ____dijo rápido.

En un abrir y cerrar de ojos. Uno de los ladrones que tenía detrás de ella, se acercó con una sonrisa, extendió su mano y agarró con fuerza de su brazo jalandola hacia él con un movimiento brusco.

La rosada estaba asustada y aterrada. Intentó resistirse, pero el ladrón era demasiado fuerte. La separó, empujándola hacia los demás que esperaban con ansias. Empezando a tocar parte de su cuerpo soltando carcajeadas de diversión.

___¡No! ¡Suéltenme! ¡No! ___ se movió bruscamente en llanto___ ¡No me toquen!____ Intentó cubrirse con sus manos, pero ellos lo apartaban con fuerza, metiendo sus dedos debajo de su blusa ___ ¡BASTA! ¡Por favor! ¡SHADOW!___ gritó con fuerza.

El azabache intentó acercarse a ellos con una mezcla de ira en rostro al ver lo que hacían con ella. Sus ojos ardían de furia. Su cuerpo se movía con una determinación feroz al escuchar su nombre, como si su vida dependiera de ello. Dispuesto a luchar contra todos para salvarla en ese mismo momento, olvidándose del plan.

Pero al solo dar un paso, el ladrón que la había apartado de su lado, levantó su mano hacía él, apuntándole con el arma. Deteniendo en seco sus pasos.

La mirada del azabache se detuvo en la boca del cañón, y por segundo, pareció congelarse en el tiempo. La furia en su rostro se convirtió en una mezcla desesperación y rabia, sabiendo que no podía hacer nada para protegerla en ese momento.

___  Quieto, amigo. No queremos empezar el espectáculo antes ¿Verdad?___ dijo con una sonrisa burlona ___ Relajate.___

El erizo se mantuvo quieto apretando sus puños. Forzando a su cuerpo no saltar contra él y matarlo. Su pecho subía y bajaba con una respiración agitada, mientras su mirada se clavaba en los ojos de la rosada, que ahora, estaba sostenida de ambos brazos por los demás, llorando de terror. Suplicando con su mirada que no la dejará. Que no la abandonará.

Mientras él estaba impotente, colérico.  Con una angustia dentro de su pecho al no poder protegerla. La ira y la furia aún ardían en su interior al verla.

Idiota.

Ambos estarían fuera de ese lugar, lejos del peligro si tan solo lo hubiera escuchado.

Pero la realidad de la situación lo había detenido de su caminó y con ello, en su intento de rescate. Cerró los ojos con fuerza, apretando sus dientes. Obligándose a desviar la mirada de sus ojos y dar la vuelta en su sitió, escuchando sus gritos de ayuda y desesperación, junto a su nombre.

El líder del grupo, lo miró atentamente, sonriendo satisfecho por dentro después de ver por cuarta vez, la desesperación en su vista roja. Ese muro desafiante que reflejaba su mirada había desaparecido por completo y solo quedaba  resignación y desesperanza.

Estaba casi sorprendido.

Pensaba que era él único quien no perdía la cordura en situaciones de peligro. Quién sería capaz de retarlo sabiendo que no tenía salida. Fue tan fuerte el asombro que decidió jugar con él y su capacidad. Pero se equivocó. Ese último acto de valentía, desapareció al oír los gritos de la chica y su reacción. Comparándolo con sus víctimas anteriores, donde todos luchaban para sobrevivir.

Le encantó.

Poder controlar sus vidas, lo hacía sentir invencible de alguna manera. Causando temor a quien intentará atraparlos, repartiendo el terror al arrebatarles la vida, creando la masacre frente a todo el mundo. Dejando un legado que nadie podría borrar en su caminó.

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