Amor

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Jason:

Cuando Jules y Kate se fueron al trabajo, me quedé de mal humor. No era que no me importara que Rachel tuviera gripe, pero para mí, ella siempre iba a ser un problema, incluso si ahora parecía esforzarse por mejorar su actitud.

Al parecer ella había decidido "cambiar", o eso decía, pero yo no podía olvidar todas las veces que menospreció a Jules, riéndose de su estilo casual y natural, acusándola de ser desaliñada solo porque no usaba maquillaje o ropa extravagante.

Jules siempre había sido impecable, solo que no era glamorosa, y eso era precisamente lo que la hacía especial.

También recordaba cómo Rachel intentaba coquetearme cada vez que Jules no estaba, aprovechando cualquier oportunidad para llamarme "Jay-Jay", ese apodo que solo Jules usaba. Solo con escucharla decirlo, me crispaba.

Ese apodo era nuestro, era de Jules, no de cualquiera que se creyera con derecho a usarlo.

Aun así, decidí mantener mi promesa a Jules y Kate. Empecé a preparar el desayuno de Rachel, mientras llamaba a Connor para que pasara por el departamento y me buscara.

Planeábamos salir a ver apartamentos y, de paso, le pedí que me trajera mi laptop, que había dejado en la sala de Aaron.

Una vez listo, fui hasta la habitación de Rachel y golpeé antes de entrar. Ella me dio permiso, y aunque se veía un poco enferma, no estaba tan mal como para necesitar cuidados constantes. Tratando de sonar amable, le informé:

—Te traeré el desayuno en unos momentos. Luego debo salir, pero volveré al mediodía para almorzar—

Ella me sonrió con algo que parecía genuino y dijo: —Muchísimas gracias, Jay, eres el mejor.

Levanté una ceja, molesto por su imitación descarada del tono de Jules.

—No, no soy el mejor. Y soy Jason... solo Jules me llama Jay —le aclaré, manteniendo una sonrisa falsa, y salí de la habitación sin esperar respuesta.

Mientras iba hacia la cocina, murmuré en voz baja, hablando conmigo mismo como solía hacer cuando estaba irritado:

" ... Ya lo sabía... sabía que sería un problema quedarme aquí. Se lo dije a Jules, pero ella me ve como si yo fuera el ingenuo. Hace su carita de víctima y, al final, termino haciendo lo que me pide..."

Cuando terminaba de preparar el desayuno, recibí un mensaje de Connor. Me pedía que bajara para acompañarlo a la pastelería de la esquina; parecía que no había desayunado todavía, y la idea de salir un momento y tener una conversación lejos de los oídos de Rachel me pareció perfecta.

Además, necesitaba desahogarme y Connor siempre había sido el tipo de amigo con quien podía hablar sin rodeos.

Dejé todo casi listo en la cocina, asegurándome de que no faltara nada, y bajé para encontrarme con él.

Al verlo esperándome en la entrada, sentí un alivio inmediato, como si por fin pudiera compartir mis pensamientos con alguien que realmente entendía lo complicada que era la situación con Rachel y lo difícil que me resultaba lidiar con ella ahora.

Mientras salíamos de la pastelería, Connor reflexionaba sobre Rachel después de escuchar mis quejas. Él parecía estar sumido en sus pensamientos mientras caminábamos hacia el departamento.

— No es que me caiga mal, hasta me da pena a veces — confesó Connor.

— Veo a Julia y Kate, y se entienden con la mirada, como si fueran más que amigas, como cómplices. Y luego veo a Rachel... y pienso, ¿ni una sola amiga? No sé, de dónde vivía antes, de la preparatoria. Como todos nosotros... No sé, ¿no tiene a nadie? Mira, yo no soy el más popular, mis únicos amigos son ustedes... Pero, ¿Rachel? ¿Qué? ¿Vivía como Rapunzel en una torre? — añadió, con una mezcla de incredulidad y compasión en su voz.

Desearía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora