Loca

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Julia:

Terminé mi llamada con Jason y me quedé sentada en la cama, inmóvil, como si el teléfono aún colgado en mi mano fuera lo único que me anclaba a la realidad. Había algo en lo que acababa de decir, algo en su tono, que me hizo sentir una incomodidad extraña, casi dolorosa.

En un momento, como un relámpago, se me ocurrió una imagen que nunca había considerado: una vida sin él. Y ese pensamiento, por breve que fuera, me atravesó con una tristeza profunda y desgarradora. El simple hecho de imaginarlo me dejaba sin aire, como si de pronto todo perdiera su sentido.

Sacudí la cabeza, tratando de apartar esas ideas. "Estás exagerando, Julia", me dije, intentando racionalizar lo que sentía. Después de todo, Jason y yo habíamos estado juntos desde siempre. Desde que podía recordar, él había estado a mi lado, como una constante.

Nuestra infancia fue una larga sucesión de juegos, aventuras y secretos compartidos. En la adolescencia, fuimos inseparables, y aunque elegimos carreras diferentes, buscamos la misma universidad solo para no separarnos. Habíamos construido nuestras vidas alrededor del otro, y esa cercanía se sentía tan natural que nunca había cuestionado lo que pasaría si no estuviera.

Pero ahora, con un solo mes de distancia, todo parecía tambalearse. Para la mayoría de la gente, un mes no era nada. Pero para mí, este mes sin Jason había sido interminable. Recordé a Kate. Con ella también pasaba meses sin vernos y no me afectaba de la misma forma. Jason y Kate también podían pasar tiempo sin verse y seguían siendo los mejores amigos. Incluso con Aaron, con quien nos manteníamos en contacto por mensajes, nunca sentía esta angustia. Entonces, ¿por qué este vacío me estaba consumiendo tanto?

Pensé en Conrad y en lo que me había dicho una vez cuando le confesé lo mucho que extrañaba hablar con Jason. "Te has acostumbrado demasiado a él", me había dicho, medio en broma, "eso ya parece dependencia". En su momento me reí, pensando que no era más que una exageración. Pero ahora, con estos sentimientos revoloteando en mi interior, no podía dejar de preguntarme si no había algo de verdad en sus palabras. Dependencia... una palabra que me hacía ruido. ¿Era eso lo que sentía por Jason? Y si lo era, ¿por qué dolía tanto solo imaginar que no estuviera?

Intenté respirar profundamente, forzando una sonrisa para despejar esos pensamientos. Seguramente era todo producto de mi cabeza, de la distancia, de la nostalgia. No podía permitirme caer en esas ideas. Además, Conrad estaba aquí, había venido a verme, y eso debía hacerme sentir mejor. Me levanté de la cama con una renovada determinación, dispuesta a dejar atrás esos pensamientos oscuros y disfrutar el día con él.

Apenas bajé las escaleras, una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro al ver a Conrad en la cocina, sentado junto a mi padre. Susan servía el desayuno, mientras Rachel lo miraba con una expresión que me hizo reír por dentro; parecía una tonta enamorada. Pero lo que realmente captó mi atención fue la forma en que Conrad se puso de pie en cuanto me vio.

Su sonrisa, amplia y sincera, se iluminó, y en menos de un segundo, ya estaba a mi lado para saludarme. No le importó en absoluto hacerlo delante de todos. Me abrazó, y en ese gesto sentí lo mucho que me había extrañado.

-Me hiciste asustar -me susurró al oído, y no pude evitar reírme de su exageración.

Claro, lo decía porque en nuestra última conversación le había dicho, furiosa, que me iba y que no me importaba si venía conmigo o no. Había soltado esas palabras en medio de una discusión que terminó de manera abrupta. Él se había enfadado también, diciéndome que yo evitaba la intimidad con él porque en realidad me guardaba para Jason. Eso me hizo estallar. Y fue entonces cuando lo mandé al demonio y me fui de su lado.

Desearía...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora