Conrad:
Pasaba largas horas en el set de rodaje, inmerso en mi último proyecto, agotado física y mentalmente, pero cada oportunidad de descanso la aprovechaba para escribirle a Julia.
Necesitaba recordarle que estaba allí para ella, que pensaba en ella aunque la distancia intentara separarnos. Sin embargo, sabía que no era el único en su vida, y ese era el problema. Jason, su "amigo de toda la vida", como ella lo llamaba con tanta ingenuidad, estaba constantemente a su lado.
No era difícil notar lo que pasaba; la forma en que Jason la miraba delataba que estaba perdidamente enamorado.
Julia insistía en que él era solo su amigo, pero la calidez que le ofrecía era algo que me molestaba profundamente. Esa tendencia suya de estar siempre preocupada por la felicidad de quienes la rodeaban me parecía una debilidad irritante, una señal de su falta de madurez.
Julia era brillante, lo sabía, y me gustaba pensar que, con el tiempo, podría ayudarla a ver las cosas como realmente eran. Lo único que necesitaba era a alguien que la guiara en la dirección correcta, alguien que le enseñara a poner primero sus propias ambiciones en lugar de perderse en la vida de los demás. Yo era, por supuesto, esa persona.
En los últimos días, sin embargo, había percibido un cambio en ella. Julia estaba cada vez más distante, más reservada. No era difícil adivinar el motivo. Ese imbécil de Jason seguramente le había llenado la cabeza de historias sobre la fotografía que le "tomé prestada" para mí regalo.
Pero yo ya había previsto esa posibilidad y había tomado las precauciones necesarias. Si Julia me preguntaba, yo tenía pruebas suficientes para dejar a Jason como un mentiroso sin escrúpulos.
La honestidad era fundamental para Julia; la había escuchado decir innumerables veces que odiaba las mentiras. Era una de esas personas idealistas que no toleran las deslealtades, y sabía que si alguna vez descubría una mentira, se alejaría de inmediato, sin mirar atrás. Esa era la razón por la que había sido cuidadoso, cubriendo cada huella, asegurándome de que no tuviera motivos para dudar de mí.
La última vez que hablamos, Julia me dijo que necesitaba "hablar seriamente". No era difícil imaginar lo que quería decir; seguramente se trataba de una plática incómoda sobre nuestro futuro. Estaba claro que Jason le había llenado la cabeza de ideas confusas, haciéndola tambalear en su compromiso conmigo.
Su influencia era molesta, pero yo no iba a permitir que destruyera lo que habíamos construido. Por eso me adelanté y publiqué una foto de ambos en mis redes sociales. No fue una foto cualquiera, sino una imagen bien escogida, una que dejara claro que Julia me pertenecía.
Además, sabía que a Julia no le gustaba la atención mediática. Con nuestra relación expuesta en redes, la presión sería una herramienta más en mi favor. Jason no podría invitarla a salir sin que ella pensara en las posibles repercusiones públicas, y de esa manera, la tenía segura en su departamento, lejos de cualquier intento de interferencia.
Con esa jugada, aseguraba dos cosas: primero, que Jason comprendiera de una vez por todas que Julia estaba fuera de su alcance, y segundo, que ella, consciente de la imagen que proyectábamos, evitaría cualquier comportamiento que pusiera en duda su compromiso conmigo.
Jason no era más que un obstáculo pasajero, una distracción que estaba dispuesto a eliminar de nuestra vida. Julia era la mujer perfecta: talentosa, amable, y, lo más importante, moldeable donde era necesario, no era de las que exigían explicaciones ni montaban escenas de celos o enojos, era serena y razonable.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó Jack al entrar sin previo aviso a mi habitación, mientras yo terminaba de abotonarme el pantalón frente al espejo.
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Desearía...
RomanceEn un mundo donde los deseos son más poderosos de lo que imaginamos y los celos pueden desatar tormentas, surge una historia donde la búsqueda de un lugar perfecto se convierte en la clave para alcanzar todos los sueños. En este rincón especial, do...