Cena

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Conrad:

Después de aquel domingo en casa de Julia, no pude dejar de pensar en lo diferente que había sido todo. Era un ambiente que no estaba acostumbrado a experimentar, y menos a disfrutar. La calidez de su familia, la cercanía entre amigos, el aire relajado con el que todos parecían moverse... Me impresionaba. Parecía que todos en esa casa ya tenían la vida resuelta, aunque, desde mi perspectiva, estaban lejos de alcanzar su máximo potencial.

Lo que más me desconcertaba no era la simplicidad en la que vivían, sino el hecho de que parecían felices con tan poco. Los padres de Kate, ambos médicos, podrían haber tenido carreras brillantes en cualquier parte del mundo, pero preferían quedarse en su pequeño hospital local. Incluso rechazaron ofertas de Nueva York, algo que nunca entendí. ¿Cómo alguien en su posición no querría más?

El padre de Julia también me intrigaba. Un hombre de negocios con una mente aguda, sin duda un visionario, pero que parecía conforme con solo unos cuantos negocios locales. Decía ser feliz y, peor aún, que tenía "demasiado". Para mí, demasiado significaba lujos, poder, expansión. Pero para él, "demasiado" era solo comodidad. Era una actitud que simplemente no comprendía.

Y luego estaban Jason y Aarón. Aarón me parecía un despreocupado, un tipo que vivía sin complicaciones, sin ambiciones reales, como si el "*carpe diem*" fuera su mantra.

Pero Jason... Jason me llamaba la atención de una forma diferente. Era imposible descifrarlo. Bajo su amabilidad, podía ver que era un hombre increíblemente inteligente, uno que no dejaba que sus emociones fueran fáciles de leer. Parecía controlar cada situación con una respuesta ingeniosa, como si nada pudiera perturbarlo.

Lo que más me desconcertaba era su relación con Julia. Se notaba que eran amigos, solo amigos, pero por alguna razón, Jason ejercía una influencia sobre ella que yo no entendía ni lograba igualar.

Por primera vez, me sentí inseguro. Un hombre como él, sencillo y casi de pueblo, me hacía sentir inquieto. ¿Cómo era posible que alguien como Jason pudiera tener tanto control solo con su presencia? ¿Y por qué yo, con toda mi experiencia, sentía que podía perder a Julia frente a alguien como él?

Por eso decidí invitarla a cenar. Quería conocer más de esa mujer que irradiaba bondad y naturalidad. Julia era hermosa, sí, pero había algo más en ella, algo que no podía descifrar.
No podía permitir que Jason, o cualquier otro, viera más en ella que yo. No estaba dispuesto a perder a una mujer que claramente valía mucho más de lo que dejaba entrever.

— ¿No hubiera sido más fácil que tú la recogieras? Aún no entiendo por qué te hago caso — protesté desde el asiento trasero del automóvil, observando a Jack mientras él conducía con esa calma que siempre parecía tener bajo control.

— Porque es una cita, tú la invitaste, y un caballero debe ir a buscar a la dama — respondió Jack, sin perder esa serenidad irritante que siempre lo acompañaba.

Suspiré, rodando los ojos.

— No tengo 15 años, y ella tampoco. Esto es innecesario... Pero bueno, ya estoy aquí. — Desvié la mirada hacia la ventana, contemplando el paisaje que pasaba rápido, queriendo distraerme de la incomodidad creciente.

— Precisamente, Conrad. Nunca has tenido que invitar a una mujer formalmente. Ellas se te acercan solas, y siempre ha sido así, pero hoy lo harás bien, como todo un caballero. Baja, toca el timbre y ve a buscarla — dijo Jack mientras detenía el coche frente al edificio.

Fruncí el ceño y me giré hacia él.

— ¿Aquí es? — pregunté, algo sorprendido.

Jack asintió sin más, con una sonrisa tranquila.

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