Cuando llegué al partido de tenis de Erik, noté la intensidad del ambiente de inmediato. José estaba de pie en un extremo de la cancha, gritándole a Erik mientras el intentaba concentrarse en cada golpe.José no le daba un respiro, insistía en cada detalle, y en cada movimiento que consideraba imperfecto.
Por un segundo, pensé en dar media vuelta y largarme de allí, pero recordé que José mismo había insistido en que viniera, como si quisiera que yo fuese testigo de cada uno de esos momentos.
Así que con las fotos de Erik que había tomado la otra vez bien guardadas en mi bolso, me acerqué a las gradas. Había querido entregarle a Erik las fotos aquella noche de la cena, pero la tensión que habia surgido entre ellos me había frenado, y ahora...no estaba segura de si este era realmente el mejor momento.
Busqué un sitio y pronto reconocí a Kitty y a Lyle, que estaban sentados un poco más arriba, observando el partido con expresión tensa. Kitty fingía una sonrisa que se veía demasiado forzada, mientras que sus ojos no perdían de vista la figura de José, claramente incómoda con sus gritos.
Lyle, en cambio, tenía los brazos cruzados, su mirada fija en Erik, pero había algo en su postura que me hizo sentir que también me había notado.
Subí las gradas y me senté junto a el, intentando no llamar demasiado la atención. Casi inmediato, Lyle giro la cabeza de manera sutil. Había algo en su expresión que era una mezcla de desdén y curiosidad.
Sentía su mirada como si tratara de analizar cada pequeño movimiento que hacía.
—Así que papá te convenció de venir— me dijo intentando sonar casual, pero su tono lo traicionaba.
Le devolví la mirada sin decir mucho, solo le asentí, queriendo disimular la incomodidad que sentía entre la presión que se respiraba allí y los gritos constantes de José en la cancha.
Lyle me lanzo una mirada de soslayo mientras dejaba caer sus brazos en el respaldo del asiento, relajándose un poco.
—Se siente diferente cuando estamos lejos ¿no?— dijo, mirando a la cancha como si su atención aún estuviera en Erik, aunque sabía que esa pregunta iba dirigida a mí.
Asentí, comprendiendo exactamente a lo que se refería. Había pasado semanas desde que se mudaron, y en ese tiempo, apenas habíamos hablado. Todo se sentía distinto; la cercanía que había entre nosotros se estaba desmoronando lentamente, y aunque intentaba no pensar en ello, aveces era imposible ignorarlo.
—Sí, se siente extraño...—respondí, buscando las palabras adecuadas. —Como si algo se hubiera quedado estancado ¿no crees?
— O como si alguien hubiera decidido que debía ser así —respondió en un tono más sombrío.
Una parte de mí quiso preguntarle a quien se refería, pero no me atreví. En su lugar decidí cambiar de tema, aunque en el fondo sabía que tocaria otro punto sensible.
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Triángulo Silencioso
RomanceEs una historia centrada en una joven que ha sido amiga de los hermanos Menéndez desde la infancia. Es una amistad intensa y especial, llena de complicidad y secretos que solo ellos conocen. Los tres han crecido juntos en un ambiente de lujos y ex...