Capítulo 14

425 17 0
                                    

AZURA

Cuando era niña y mis padres me dejaban sola por meses, primero en compañía de mi nana, luego cuando murió, en compañía de otras, niñeras... etc... sentía que me faltaba la respiración, que no podía aguantar por más tiempo su ausencia, llegué a un punto en el que mis berrinches fueron calmados por regalos costosos, mis lágrimas por dulces, su ausencia la iban llenando mis propios padres con llamadas lejanas, mensajes de texto, carros, lujos, permisos, mentiras, hasta que llegó Rayan y todo lo mejoró.

Pronto sus palabras fueron la miel que me encantaba probar, sus abrazos sustituyeron esos por los que lloraba cada noche, y su protección y compañía, poco a poco fue desvaneciendo el constante recuerdo de mis padres hasta que con el paso de los años se convirtieron en un par de extraños, es decir, sabía que eran mis padres, pero ya no los sentía como tal. Y de pronto ese vacío que me llevaba en picada a mi sitio oscuro, nuevamente me ahogaba, cuando me di cuenta por su mirada, que las cosas no volverían a ser como antes.

—¿Qué quieres decir? —inquiero subiendo mis sábanas hasta el cuello para cubrir mi desnudez.

En sus ojos solo hay un destello de dolor que rápido es desplazado por la burla, es la clase de mirada que les ofrece a los chicos que molesta por verme, o por intentar salir conmigo, la misma llena de malicia y que solo provoca que me encoja de dolor.

—Tengo que irme —dice como si fuera la cosa más sencilla del mundo, mientras recoge el restante de su ropa y comienza a vestirse.

¿Eso es todo? Le entrego mi maldita virginidad en mi cumpleaños número 19 y solo dice que tiene que irse. Quiero mandarlo a la mierda, decirle que no es importante para mí, pero sabe tan bien como yo que es mentira, porque he estado fantaseando con entregarme a él desde que cumplí trece años, fue mi primer beso, mi primero en todo hasta ahora, ¿Por qué? ¿Acaso soy tan desechable como la basura? Es decir, me esfuerzo por ser buena hija, por sacar las mejores notas, por destacar, hacer que mis padres y Rayan se sientan orgullosos de mí.

Pero al parecer, con cada paso que doy, es un que me hundo más en lodo, nunca voy a ser lo suficiente para él, nunca, sabe que lo que me duele es que mis padres prefieran sus trabajos antes que a mí, sabe que si se va estaré sola, y odio estarlo entonces. ¿Por qué me abandona?

—Lo prometiste —mi voz se quiebra y mis ojos se llenan de agua.

—No sé de lo que hablas —me da la espalda y tensa el cuerpo.

—¿Lo olvidaste? ¿Nuestra promesa? O mejor dicho, tu maldita promesa.

Aprieto los puños sobre la sábana con rabia, mientras los recuerdos de aquella tarde bombardean mi memoria.

Trece años atrás...

La mano que me guía mientras tengo los ojos vendados, me hace sentirme tan pequeña, más de lo que soy, no recuerdo muy bien lo que pasó, solo sé que un amigo de Rayan lanzó su balón favorito tan lejos hacia el bosque, que tuve que ir por él, él no había llegado todavía, estaba en clases de esgrima, sabía que se molestaría por haber entrado a su habitación en su ausencia y sacado su balón favorito.

El mismo que estaba firmado por su futbolista de preferencia, solo era un juego, pero perdí la noción del tiempo y cuando menos me di cuenta, ya estaba en el parque con su balón, sus amigos encima de mí diciendo que me querían alzar la falda para ver mis bragas, me negué, por supuesto, hasta que uno de ellos me arrebató el balón y lo lanzó al bosque, fui en su búsqueda y mientras más me aferraba a encontrarlo, más me perdía.

Era solo una niña pequeña de seis años, una que llegó un punto en el que me perdí y ya no supe cómo regresar, cosas que me pasarían a mí, sin balón, perdida en medio de la nada del bosque, y como cereza en el pastel, comenzaba a anochecer, cuando me di cuenta de la magnitud de mi problema, las palabras de Rayan golpearon mi cabeza.

Amor Posesivo © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora