Capítulo 22

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RAYAN

La rabia me consume, los minutos pasan lenta y tortuosamente, ocasionando que mi enfado suba de nivel, a uno más apocalíptico. El silencio que se ancla mientras Azura y yo estamos en el ascensor, me eriza la piel, pensando en todo lo que estoy a punto de hacerle, porque sí, era necesario recordarle quién manda, quién soy y lo que somos, porque está claro que amigos ya no. La miro de soslayo, se muerde el labio inferior, lo que significa que está nerviosa y sabe que lo que ha hecho sobrepasa las cosas que están mal.

Su atuendo me prende, y me enfado con más intensidad al recordar el sentimiento de angustia que me dominó cuando desperté y no la vi a mi lado, recuerdo haber salido furioso por la tarde, al bar del hotel, pedí una botella y estuve desviando las llamadas de Anastasia y Cristal, no me apetece hablar con nadie en estos momentos, y para ser honesto la cabeza de mi polla arde por una sola cosa.

Las puertas del ascensor se abren y entra un chico que no tarda en posar sus ojos en Azura, tiene el descaro de sonreírle y ella le devuelve el gesto por amabilidad, la conozco tan bien que lo puedo asegurar. No le digo nada, aunque quiero arrancarle los ojos por mirar lo que es mío, y a ella lo que le espera en cuanto lleguemos a la suite, será suficiente castigo. Casi la pierdo de nuevo, casi es violada por sus estupideces. Creo que es momento de dejar las cosas claras porque de ella no me vuelvo a separar.

Las puertas se vuelven a abrir y salgo, Azura me sigue, de soslayo veo que no se da el lujo de mirar atrás al chico, pero sí noto que el capullo le mira el trasero a ella antes de que perdamos todo contacto, camino rápido, mi verga está a punto de romper mis pantalones, abro la puerta y...

—¿Qué haces aquí? —le pregunto a Cristal, quien tiene un trago en su mano mientras descansa en uno de los sofás de la estancia principal.

Azura entra y se coloca a mi lado, la mira mal, pero no dice nada, se dirige a la habitación principal y me parece perfecto. Espero a que azote la puerta porque sé que odia a Cristal tanto como la otra hace con ella, pero en su lugar la cierra como persona decente.

—Te estuve llamando —me reclama como si tuviera algún derecho sobre mí—. Pensé que estarías ocupado, pero...

Le lanzo una mirada envenenada.

—Estaba con Azura, lo que equivale a estar ocupado, no tengo porque darte explicaciones de ningún tipo —replico—. Vete, mañana hablamos.

—¿Por qué la urgencia en que me vaya? Al menos podrías...

Odio que me digan qué hacer, odio que se crea con el derecho de preguntarme cosas que ya sabe. Sé que le gusto y anhela mi verga, ella no es el problema, es guapa y tiene un buen culo. ¿El problema que tiene? Que no es Azura, y que yo solo estoy enamorado de la chica que me espera en la habitación y que incluso puedo asegurar que está escuchando detrás de la puerta.

—¿Para qué preguntas lo que ya sabes? —inquiero.

—Pero...

—Largo.

—No vinimos de vacaciones, mañana tenemos una reunión importante —me recuerda.

—No lo sabía —ironizo—. Largo, no lo repetiré de nuevo.

Cristal se pone de pie con indignación, deja su trago sobre la mesilla y a grandes zancadas se dirige a la puerta con toda la intención de hacer un melodrama, pero se detiene bajo el umbral de la puerta.

—Soy más mujer que ella —susurra por lo bajo.

No respondo, no pienso gastar saliva en gente necia, sale dando un fuerte portazo y por fin siento que puedo respirar, pero no me relajo, voy por un trago que me bebo como agua y entro a la habitación. El sonido de la regadera es lo primero que llama mi atención, me quito la ropa dejándome únicamente el bóxer y camino en su dirección. Mi erección no es algo que le preocupe en cuanto veo que está de espaldas enjabonándose en silencio, no se ha percatado de mi presencia, mis ojos viajan por su piel desnuda y, sin poderlo evitar, entro.

Amor Posesivo © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora