Capítulo XV

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   Los labios de Paul eran tan suaves, esponjosos y dulces, que me resultaba difícil no entregarme a él al segundo de habernos besado.

   La manera en la que me atraía era sin duda intensa.

   En medio de chasquidos Paul me hizo sentarme en el borde de la cama, deslizando mis pantalones por mis piernas y, esta vez, arrodillándose hacia mí.

   —Hay algo poco común que me gusta de ti.

   —¿Mmh, sí? —pregunté, intentado disimular el tinte nervioso en mi voz—. ¿Y qué es?

   —Tus piernas gruesas y lampiñas.

   —Ahora no están tan gruesas como antes —le dije yo—. Ya sabes, bajé de peso...

   —Pero siguen siendo lindas. A mí me gustan...

   Dejé salir una pequeña carcajadita, percatándome cómo terminaba de desprenderme el pantalón luego de haberme quitado los zapatos y calcetines.

   Paseó sus manos de los tobillos hasta los muslos sin quitarme la mirada de encima. Aquella mirada coqueta provocó una erección.

   Luego, aún arrodillado frente a mí, procedió a quitarme los botones de la camisa hasta dejarla caer a mis espaldas.

   —Demoré tiempo en vestirme —le comenté—. Y ahora estás desvistiéndome..

   Se reprimió una risita y volvió a ponerse de pie, apoyando una rodilla en el colchón y sujetándome el rostro para besarme.

   Moví mis labios al compás de los suyos, sintiendo sus caricias en mi cabello. Bajó su mano hasta mi cuello y abrí mi boca para recibir su lengua, que jugueteó en cuanto se encontró con la mía.

   Aún en medio del beso dirigí mis manos hacia su cadera para quitarle el cinturón y bajarle la cremallera. Cuando su pantalón estuvo flojo, lo bajé y toqué el bulto de su entrepierna aprisionada por la tela de la ropa interior.

   Jadeó dentro de mi boca antes de separarse de mí, mordiendo mi labio inferior y haciéndome soltar un pequeño quejido. Se sonrió mientras procedía a quitar los botones de su camisa, luego de haber dejado la corbata en el suelo.

   Sin duda alguna mi parte favorita previa al encuentro sexual era cuando nos desnudábamos lentamente, en medio de sonrisas traviesas y miradas inquietas. Explorar su cuerpo e imaginar las diferentes maneras en la que ambos podíamos complacernos era extraordinario.

   Y habiéndose desnudado, vino hacia mí para volver a besarme. Accedí al beso mientras apegaba mi espalda a la cama, dejando mi cuerpo a su voluntad y proclamándome suyo de diversas maneras posibles.

   Paul se lamió los labios, acomodándose encima de mí y colocando mis piernas en sus hombros. Besó mis pies mientras me acariciaba el muslo y nos mirábamos.

   —Sé sutil, por favor...

   —La primera vez que lo hicimos me dejaste con dolor de culo y de corazón...

   Dejé salir una risita, al tiempo que me quitaba los lentes y los dejaba a un lado.

   —Lo siento mucho... ¿Y vas a vengarte por eso?

   —Mmh, tal vez...

   —Muévete con cuidado, ¿sí?

   —Haré lo que pueda.

   Paul se inclinó hacia mí y dejó un beso en mis labios, para después llevar sus dedos a mi boca.

   —Necesito saliva...

Forgive me ➳ McLennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora