Forgive me ➳ McLennon

Capítulo XXX

   Sentí repulsión a los besos de Brian. Mis labios no se movían para corresponderle y mi cuerpo, rígido, ni siquiera se esforzaba por apartarse.

   —¿Me lo vas a chupar?

   Brian se había bajado el pantalón y se había puesto frente a mí.

   —Vamos... Hazlo.

   No quería, pero me esforcé por acceder cuando él, instándome, enredó sus dedos en mi cabello. En el momento en que quise bajar su ropa interior, el timbre sonó.

   Me puse de pie. Brian se dejó caer en el sofá soltando un bufido de fastidio mientras que yo caminaba hacia la puerta.

   —¿Y en serio vas abrir? Estoy casi desnudo... Mejor ven y continuemos...

   —Escóndete en el baño.

   Brian volvió a ponerse de pie, rodando los ojos con fastidio, y corrió apresuradamente hacia el corredor mientras sostenía sus prendas de ropa en la mano.

    Puse mi ojo en el visor de la puerta pero no logré ver nada. Pensando en que quizá era algún niño pequeño, abrí.

   Paul salió de un lado de la puerta. Se cruzó de brazos y frunció su ceño.

   —¿A quién le dijiste que se escondiera en el baño?

   —¿Y tú qué haces aquí? ¿No deberías estar con Robert?

   Quiso pasar, pero yo se lo impedí interponiéndome en su camino y posando mi mano sobre su pectoral.

   —Largo de aquí, Paul.

   —¿¡Por qué me haces esto!? ¡Todavía me armo de valor para venir aquí y solucionar las cosas y tienes esa actitud!

   —Ya no quiero solucionar nada contigo. No quiero estar contigo.

   Pero Paul no estaba mirándome. Mantuvo sus ojos puestos detrás de mi espalda, mirando hacia el interior de la casa y adoptando un semblante molesto que lo hizo hacerme a un lado para entrar abruptamente.

   Cuando me giré, noté que Brian había asomado su cabeza por el corredor.

   —¿¡Qué hace este maldito abusivo de mierda aquí en tu puta casa, John!? ¡Largo de aquí!

   Brian desapareció por el corredor, y Paul, sin perder más tiempo, lo siguió. Escuché un golpe en seco.

   —¡No hagas nada! —exclamé con fastidio, dirigiéndome hacia allá—. ¡Paul, ya largo de mi casa!

   El cuerpo de Brian estaba recostado en la pared. Su nariz estaba sangrando y Paul, deseando desquitarse, alternaba sus puños contra su cara y mandíbula repetidas veces.

   —¡Paul, ya basta!

   Lo tomé por los hombros e intenté separarlo. Y aunque logré hacerlo, le atinó una última patada en el la entrepierna que lo hizo caer al suelo sin aire y triplemente adolorido.

   —¿¡Qué carajos pasa contigo, John!? —espetó molestó, dándome un empujón. El enojo adornaba su rostro—. ¿¡Por qué traes a este bastardo de mierda aquí después de todo lo que pasó!? ¿¡Qué mierda tienes en la cabeza!? ¿¡Acaso ya olvidaste lo que pasó!?

   —¿¡Y tú a qué viniste!?

   —¿¡Por qué este infeliz está en ropa interior y tú sin camisa!? ¿¡Ibas a coger con él!?

   —¿¡Qué te importa lo que haga yo!? ¡Preocúpate por cuidar tu relación con Robert en vez de meter tus narices en lo que no te compete!

   —¿¡En lo que no me compete!? ¡Te recuerdo que esta basura abusó de ti! ¡Porsupuesto que me compete! ¡Tú me importas mucho!