55. Finales infelices

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Solo las clases de teatro le permitían ver a Matt sin sentirse acosada por la mirada de Madeleine. Por primera vez en toda su historia, estaba castigada por dos semanas y no tenía permitido ir ningún lugar a menos que Madeleine le acompañara al igual que Mary y Nate. Ni sus padres ni sus tíos habían pegado un ojo en toda la noche por preguntarse dónde estaban sus hijos. Su tía intentó persuadir a su hermano de que Louise y los chicos estarían bien, que no se trataba más que de un acto de rebeldía por la necesidad de ser independiente, sin embargo, la cabeza de William no pensaba en frío y actuaba a base de impulsos. Pero la señora Harrison se volvió contra lo que había dicho cuando habían dado las 4 de la mañana y ninguno de los 3 había dado señales de vida.

Llegaron a las 8 de la mañana a la casa. Con las mismas ropas del día anterior. Les gritaron que habían perdido la cabeza y se habían excedido enormemente. William le gritó a su hija que aquel muchacho le había orillado a comentar actos en contra de sus principios y valores. Que la estaban corrompiendo. Louise no se inmutó y harta de escucharlo le dijo fríamente.

—A veces, necesito respirar aire del mundo que me espera. No puedo vivir encerrada; yo soy la única responsable de mis acciones. Y te guste o no, no me voy a alejar del segundo chico que me ha querido verdaderamente en toda mi vida  y el primero fue Jai, también te guste o no, Jaidon es muy importante para mí no interesa lo que me digas, los hijos también pueden tener la razón.

Tuvo que conseguir una nota de la maestra para demostrarle que era necesario que se quedase por las tardes para ensayar en la coreografía del baile de la materia. Madeleine no podía verle porque ella debía ensayar en su equipo en el cual estaban Mahogany y Abigail, las cuales empezaban a llevarse más que bien. Sobre todo porque Louise le había contado a la pelirroja lo que había hecho por ella. Le había enseñado a maquillarse, arregló su ceja, manicura, pedicura y hasta le regaló prendas más acordes a lo que Louise gustaba de vestir. Ahora todas la mañanas se ponía un poco de brillo en los labios y se sonría, todavía débilmente, pero mejor que antes. Ellas vigilaban los movimientos de Maddie y no dejaban que se acercara ni a un metro de distancia a ninguno de los dos.

Fue el viernes en la tarde que Louise se percató que Lena estaba más decaída que otros días. Matt había tenido que irse temprano, puesto que él, Lissie y Abigail irían a una cena con el novio de Lissie, para conocerlo y pensaba que era mejor no asistir con ellos. Salía ella de los vestidores para irse directo a casa junto con Mary y Nate, quien seguía duchándose. Madeleine le esperaba afuera de la escuela puesto que ya estaba enterada que su ex novio no estaba ahí para enjaretarle el amor que se tenía con su prima. Lena estaba sentada en las gradas del gimnasio (el lugar donde ensayaban) y estaba llorando terriblemente abrazada a sus piernas. Sus gemidos resonaban en todo el lugar. Mary y Louise soltaron sus maletas en el suelo y corrieron juntas a donde su amiga las necesitaba.

— ¡Lena a quién tengo que partirle el culo! —exclamó Mary.

Louise le hizo señas para que bajase la voz, le tocó el hombro a Lena y ella alzó la vista.

—Lou-loui-s-se —echó a llorar de nuevo pero a los brazos de su amiga empapando su hombro.

—Lena, ¿qué tienes? —dijo más calmada Mary, jugando con las puntas de su cabello.

— ¿Jack? ¿No es así?

Lena asintió aún sin dejar de llorar sobre el hombro de Hudson. 

— ¿Qué ha hecho el muy puto?

Lena por fin se separó de su amiga y se talló la cara bruscamente. Seguía llorando e intentaba hablar pero la voz se le cortaba y no había manera entender lo que decía. Sus mejillas estaba más que húmedas y su respiración estaba muy acelerada. Su corazón no aguantaba la maldita desesperación.

❝F.E.A.❞ |matthew espinosa| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora