49. Engañar al corazón

6.7K 578 61
                                    

Era jueves. Tenían clase de teatro con Mrs. Harries. La verdad, Louise no estaba muy entusiasmada. Ella había sido la primera en decirle lo mucho que parecía estimar a Matthew cuando Louise era un tímido capullo con aquellos temas tan traviesos y melosos. La maestra Harries era una melosa de primera.

Matt tenía su mano entrelazada con la suya. El resto de sus amigos caminaban detrás de ellos, excepto los Honnos, que ya se encontraban dentro del salón pateando las butacas del teatro con malas caras ya que tendrían que juntarse otra vez con el grupo de los feos que llamaban traidores. Matthew entró rezando porque no se les ocurriera joder en ese momento. Estaba disfrutando de una paz increíble. Estaba disfrutando de Louise, su sunflower. ¿Por qué eran tan cabezotas? Ah, nunca iba a comprenderlos en lo absoluto.

Carter lo miró serio cuando entró. -Sentémonos del otro lado chicos, ahí viene la bola de perdedores.

-Becka, amada instructora de karate y lucha libre. ¡Déjame romperles la cara para hacerlas más amorfas de lo que ya son! -gruñó Mary.

-Por años me han dicho que el karate debe usarse con inteligencia y sabiduría...pero me vale un pepino, yo te acompaño a rompérselas todita.

Cameron puso los ojos en blanco. -Oye Del Papa, deberías controlar a tus dos perros rabiosos de ahí. -se burló.

Becka estaba por aventársele encima y Mary ponía su mano para sacar la katana, pero en cambio, Mili se acercó para vaciar su trozo de pastel sobre la cabeza del chico.

-Uy disculpa, creía que algo le faltaba a tu peinado barato. Y es un dulce, dulce recuerdo de la fiesta que su amiguita de mierda cagó ayer, querido Cameron.

Los Honnos se miraron unos a otros.

-¿De quién hablan? ¿De Madeleine?

-¡Ah! No se hagan los que no saben... -bufó Brent molesto.

-No sabes una mierda de lo que hablan, Riversa.

-Madeleine cagó todo con su excusa de que con ella no se juega.

-Nosotros no tuvimos nada que ver. -replicó Johnson de mala gana.

La maestra Harries entraba en ese momento al teatro, caminando con una expresión asombrada y con los ojos bien abiertos. Sus tacones llamaron la atención de todos.

-¡Basta, basta, basta! -Dejó su bolsa sobre el escritorio y los miró a todos colocando sus puños en su cintura- Primero que nada, debería sancionarlos por semejante lenguaje vulgar, pero no lo haré porque no cambiará nada. Y segundo, ¿qué tanto están peleando ahora? ¡No sirvieron de nada las cartas de amigo!

-No. -dijeron al unísono.

-Sí. -miraron a Taylor, Hayes, Jack G y Matthew.

Louise, Alan, Lorna, Clau y Aaron no habían dicho nada en lo absoluto. Harries sonrió.

-Eso no me lo habían platicado pequeños traviesos. -Rio- Cuéntame, Taylor ¿de qué te sirvió?

La miradas fueron hacia él acosadoramente, especialmente la de Becka. Sus mejillas coloraron y se rascó la cabeza, nervioso. Balbuceó cosas que nadie entendió pero luego soltó el aire, se tocó el puente de la nariz e intentó relajarse.

-Bueno, quizás...mi amiga secreta no haya disfrutado escribirme en lo absoluto pero me gustó que por lo menos, me hubiese recordado...quizás me ayudó a aprender más de mis errores.

-Excelente. Ahora tú, Hayes. Siendo tan joven, platícanos. -Harries se sentó sobre el escenario con las piernas volando y cruzadas.

-Me hizo aprender de Louise y creo que es uno de los mejores regalos que le pude haber dado porque supo qué hacer con él. Fue un agradecimiento. -Besó la mejilla de Nadia.

❝F.E.A.❞ |matthew espinosa| EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora