11. Jace

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Todo me da vueltas en la cabeza. Cada día me despierto pensando que las cosas van a mejorar, pero apenas pongo un pie en la escuela, todo vuelve a sentirse como una bomba de tiempo. Ver a Grace con James todavía me revuelve el estómago, pero no puedo seguir enojado para siempre. Y lo peor es que no es solo por ellos. Es como si todo lo demás estuviera fuera de mi control, y yo, atrapado en medio, sin saber qué hacer.

Es jueves, pero parece que la semana no tiene fin.

Paso el día de clase en clase, como en piloto automático. Apenas presto atención, y Nora, como siempre, no para de hablarme o tocarme el brazo como si eso fuera a distraerme de lo que realmente importa. Lo único que tengo en mente es la conversación pendiente con Grace y James. Después de lo que Grace me dijo esta mañana, sé que tengo que dejar de evitarlo. Pero maldita sea, no es fácil. Todavía no estoy seguro de cómo me siento.

El timbre suena, y el caos habitual de la hora del almuerzo se apodera de la cafetería. Los estudiantes se apresuran a llenar sus bandejas, hablando y riendo en medio de la confusión. Yo me siento en la mesa habitual, rodeado de mi grupo, pero mi mente no puede dejar de vagar hacia Grace y lo que ocurrió esta mañana.

No puedo evitar pensar en cómo he manejado las cosas con ella y cómo eso ha afectado nuestra relación. La mirada de Grace, llena de determinación y tristeza, sigue presente en mi mente. La idea de que todo haya cambiado entre nosotros no me deja en paz.

     —¿Jace, estás ahí? —me pregunta Tyler, sacándome de mis pensamientos.

     —Sí, aquí estoy —respondo, aunque mi voz suena más distante de lo que quisiera.

Mientras los demás siguen hablando sobre el último partido de baloncesto, siento que la presión se acumula en mi pecho. Finalmente, decido que necesito hablar con Grace y James a solas, así que me levanto de la mesa y me dirijo hacia ellos, que están sentados en una esquina de la cafetería.

Grace me ve acercarme y su expresión cambia, una mezcla de ansiedad y esperanza en su rostro. James, a su lado, mantiene una postura relajada, pero no puedo evitar notar cómo su mirada se vuelve más seria a medida que me acerco.

     —¿Podemos hablar un momento? —les digo, tratando de sonar lo más neutral posible.

     —Claro —responde James, levantándose rápidamente. Grace asiente, aunque su expresión no logra ocultar su nerviosismo.

Nos movemos hacia una esquina menos concurrida de la cafetería, donde los murmullos son más bajos y el ambiente se siente un poco más privado. Puedo sentir la tensión en el aire, y aunque intento mantener una actitud tranquila, sé que las palabras que salgan de mi boca tendrán un impacto significativo.

     —Mira, Grace —empiezo, sintiendo que es mejor abordar esto directamente—. Quiero que sepas que he estado pensando en todo lo que ha pasado. Y en lo que significa para nosotros, para nuestra familia.

Grace me observa, y aunque su rostro muestra un destello de preocupación, también hay un atisbo de determinación en sus ojos.

     —Lo sé, Jace. Solo... quiero que intentes ver las cosas desde otra perspectiva. James no es un extraño, y lo que siento por él es real —dice, con una mezcla de nerviosismo y firmeza.

James me lanza una mirada suplicante, como si esperara que entendiera lo que significaba para ellos. No es fácil aceptar que mi hermana está interesada en mi mejor amigo. Hay un conflicto interno en mí, pero al mismo tiempo, veo lo importante que es esto para Grace. Ella ha pasado por mucho, y no quiero ser el que le arruine la oportunidad de ser feliz.

     —No es que no lo entienda —respondo, tratando de mantenerme en control—. Es solo que... después de todo lo que ha pasado, es difícil. Pero si tú, Grace, realmente sientes que esto es lo que quieres... —Me detengo, sintiendo el peso de mis palabras—. Entonces estoy dispuesto a darle una oportunidad.

Grace parece sorprendida. Sus ojos se iluminan, y por un momento, siento que he hecho lo correcto. James me mira con gratitud, aunque todavía hay una sombra de incertidumbre en su rostro.

     —¿En serio? —pregunta Grace, su voz temblando ligeramente.

     —Sí —asiento, buscando las palabras adecuadas—. Quiero que sean felices, incluso si me cuesta aceptarlo. Pero también necesito que me prometan que no dejarán que esto se interponga entre nosotros. La familia es lo más importante.

James y Grace intercambian una mirada significativa antes de que Grace asienta lentamente.

     —Te lo prometo, Jace. Siempre seremos hermanos primero. Eso nunca cambiará —dice, su voz firme.

     —Y yo haré lo posible para que esto funcione —agrega James, su tono sincero.

Un suspiro de alivio me atraviesa. A pesar de las complicaciones y la incomodidad de la situación, siento que este es un paso necesario. La vida sigue adelante, y aunque no tengo idea de cómo se verá todo esto a largo plazo, sé que no puedo quedarme atascado en el pasado.

     —Bien, entonces. Espero que ambos entiendan que esto puede ser complicado. No será fácil, y necesitaré tiempo para acostumbrarme, pero quiero intentarlo —les digo, sintiéndome más aliviado al dejarlo claro. —Y James, como le hagas algo a mi hermana, te corto los huevos.

     —Lo entendemos, Jace —responde Grace, y por primera vez en mucho tiempo, su rostro se ilumina con una sonrisa genuina.

Regresamos a la mesa, y a medida que nos sentamos juntos, siento que algo ha cambiado en el aire. Hay una nueva tensión, pero también una sensación de esperanza. Mientras miro a Grace y James, me doy cuenta de que tal vez, solo tal vez, esta nueva dinámica pueda funcionar.

Aún queda mucho por resolver, pero al menos hoy he dado un paso hacia adelante. Y, por primera vez en días, me siento un poco más ligero.

Gracias al baloncestoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora