Abro los ojos y me despierto con el mismo sentimiento de angustia que he tenido desde que Grace confesó que le gusta James, o sea, desde ayer. La única buena noticia es que me han quitado las muletas y puedo hacer vida normal. Es un martes más, y mientras me preparo para salir de casa, me encuentro pensando en lo que pasó. La tensión en el aire de ayer era palpable y ahora no puedo dejar de preguntarme cómo van a reaccionar hoy.
—Victoria, cariño, ¿estás lista? vamos a llegar tarde —mi padre me llama desde la cocina, sacándome de mis pensamientos.
—Voy papá —le contesto.
Al llegar al instituto, el ambiente ya se siente pesado. No me sorprende que Jace no haya enviado mensajes en el grupo de todos, y eso solo significa que la situación entre él y Grace sigue tensa. Caminar por el pasillo me resulta extraño; todos parecen absortos en sus conversaciones, pero en mi mente solo hay una pregunta: ¿Cómo está Grace? Como hoy me ha llevado mi padre al instituto, no he podido verla aún.
Entro en la clase y busco a Grace con la mirada. Está sentada al fondo, absorta en su teléfono, con el ceño fruncido. Jace está en el otro lado del aula, hablando con un grupo de chicos, y aunque parece relajado, no puedo ignorar la rigidez en sus hombros.
Me acerco a Grace.
—Ey, ¿estás bien? —le pregunto mientras me siento a su lado.
Grace levanta la vista, y por un momento, sus ojos reflejan una mezcla de frustración y tristeza.
—No, no lo estoy —responde, su voz es baja, caso un susurro.
Agarra su cabello en un moño desordenado, una de sus señales de ansiedad. La conozco desde a penas un mes y ya sé todos sus movimientos.
—¿Qué crees que va a pasar? —pregunta —Jace está enfadado conmigo. Y no puedo creer que me guste su mejor amigo.
Intento buscar las palabras adecuadas para consolarla, pero solo puedo pensar en cómo han cambiado las cosas en tan poco tiempo.
—Mira, solo háblale. Es tu hermano, y lo que sienta debería importar —le digo, intentando transmitirle un poco de valor.
Grace baja la mirada, asintiendo lentamente. En ese momento, el timbre suena, y todos se sientan en sus lugares. La profesora entra al aula, y como siempre, comienza a hablar sobre el tema del día.
De reojo, veo cómo Jace lanza una mirada furtiva hacia Grace, y eso no hace más que aumentar la tensión en el aire. Cuando nuestros ojos se cruzan, siento un escalofrío. Su expresión es una mezcla de enfado y tristeza. Me pregunto si tiene idea de cómo se siente Grace, o si su orgullo le impide reconocerlo.
Al final de la clase, me giro hacia Grace.
—¿Lista para el almuerzo? —pregunto intentando animarla un poco.
—No sé, ¿debería? —responde con un tono que sugiere que su apetito ha desaparecido.
—Sí, claro. Vamos a hablarlo. Y si Jace no se comporta, le recordaré quien es su hermana y una de sus mejores amigas —intento bromear, pero ella no ríe.
Ambas nos levantamos, y mientras salimos del aula, la tensión parece seguir en el aire.
Cuando entramos a la cafetería, el bullicio habitual parece más abrumador de lo normal. Las mesas están llenas de estudiantes, riendo y hablando, mientras Grace y yo caminamos hacia nuestra mesa habitual.
Al acercarnos, veo a Jace y James, que están sentados juntos, hablando en voz baja. Jace tiene la mirada fija en su bandeja, como si estuviera enojado con todo el mundo. James, aunque parece tranquilo, lanza miradas nerviosas hacia Grace, y eso solo aumenta la incomodidad en el aire.
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Gracias al baloncesto
Novela JuvenilAviso: historia CLICHÉ -VICTORIA EVA MARIA HUDSON FERRER, AL FINAL PERDERÁS EL VUELO - Sí queridos, ella es la mujer que me dio la vida, se llama Amelia Ferrer, junto a su ex-esposo Matthew Hudson. Sentaos porque os voy a contar mi historia, igual...