3: First attack

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Una semana había pasado desde que Madison llegó a Woodsboro. Su adaptación estaba yendo bien, con nuevas amistades y una rutina que comenzaba a sentirse familiar. Una tarde, después de las clases, decidió relajarse en casa viendo una película. Su padre había salido para una larga guardia en la comisaría, dejándola sola.

El crepúsculo envolvía la casa en una penumbra tranquila. Madison preparó unas palomitas y se acomodó en el sofá, dejando que la película la absorbiera. De repente, el teléfono sonó, rompiendo la calma. Al principio, pensó que podría ser su padre, pero al contestar, solo escuchó una respiración pesada.

Madison: ¿Hola? ¿Quién habla?

La voz al otro lado de la línea era distorsionada, casi siniestra.

Voz: ¿Te gustan las películas de terror, Madison?

El corazón de Madison comenzó a latir con fuerza. Trató de mantener la calma y colgó rápidamente. Sin embargo, el teléfono volvió a sonar casi de inmediato. Esta vez, cuando contestó, la voz fue más amenazante.

Voz: No cuelgues. No he terminado contigo.

Madison sintió un escalofrío recorrer su espalda. Decidió cerrar todas las puertas y ventanas, sintiéndose cada vez más atrapada. Mientras se dirigía a la cocina, una figura enmascarada apareció de la nada: Ghostface. Stu, disfrazado, atacó con un cuchillo, logrando herir a Madison en el brazo.

Madison gritó de dolor y retrocedió, tratando de defenderse. Justo cuando parecía que todo estaba perdido, la puerta principal se abrió de golpe. Billy Loomis entró corriendo, con una expresión de preocupación en su rostro. Vivía cerca y estaba paseando cuando escuchó los gritos de Madison.

Billy: ¡Madison! Escuché tus gritos desde afuera y vine tan rápido como pude.

Billy se lanzó hacia Ghostface, empujándolo lejos de Madison. Este rápidamente escapó por la ventana. Billy se acercó rápidamente a Madison, quien estaba temblando y sangrando.

Billy: ¿Estás bien? ¿Te lastimó mucho?

Madison: Estoy... estoy bien. Solo me hirió en el brazo.

Billy buscó algo para detener la hemorragia y ayudó a Madison a sentarse.

Billy: voy a cuidar de ti, Madison. No dejaré que te pase nada.

Madison, aunque asustada y dolorida, se sintió agradecida por la ayuda de Billy. Sin embargo, minutos después, decidió llamar a su padre. El Sheriff Blake volvió a casa rápidamente para cuidar de su hija. Billy se había ofrecido a quedarse para cuidarla, pero el Sheriff no se sentía cómodo dejando a su hija con un joven que apenas conocía.

Sheriff Blake: Gracias por tu ayuda, Billy. Pero creo que es mejor que yo me encargue de Madison. La seguridad es mi prioridad.

Billy: Entiendo, Sheriff. Solo quería asegurarme de que Madison estuviera bien. Si necesitan algo, estaré cerca.

Billy se despidió, dejando a Madison con su padre. A pesar de lo sucedido, Madison sentía una extraña mezcla de gratitud y desconfianza hacia Billy. Sabía que había algo más en él, algo que no lograba descifrar.

Esa misma noche, Billy se reunió con Stu.

Billy: ¿Qué demonios fue eso, Stu? ¡Se suponía que solo debías asustarla, no herirla!

Stu: Lo sé, Billy, pero las cosas se salieron de control. Solo quería que pareciera más real, ya sabes, para que nadie sospechara.

Billy: No podemos arriesgarnos así. Si algo le pasa a Madison, todo nuestro plan se va al traste. Necesitamos que confíe en mí, que me vea como su protector.

Stu: Está bien, hombre. La próxima vez seré más cuidadoso. Pero no te olvides, tenemos un trabajo que hacer. Nadie puede descubrir la verdad.

Billy: Solo asegúrate de seguir el plan. Madison no puede sospechar de nosotros, y debemos mantener las apariencias hasta el final.

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Scream GirlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora