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Spok

Fuimos encontrados antes de que nos mataran y transportados a bordo de una nave de la Federación. Aún estaba en estado de shock cuando me giré, buscando con desesperación.

—¿Dónde está Jim? —pregunté, con el corazón acelerado y lleno de arrepentimiento de lo que hice horas antes.

—Aquí estoy, Spok. Descuida —respondió él, entrando en la sala con una mirada fría y seria. La tensión de su mirada decía todo lo que no expresaban sus palabras.

—¿Estás bien? —preguntó Huesos, con su acostumbrada preocupación.

—Define "bien", Huesos —respondí débilmente, intentando forzar una sonrisa mientras acariciaba su abdomen.

La tensión en mi cuerpo se hizo insoportable, y mis piernas temblaron. Estaba a punto de caer cuando Jim me sostuvo firmemente, su toque cálido y seguro me daba confort.

—¡Necesito un botiquín, ahora! —ordenó, su voz llena de urgencia.

Rápidamente me llevaron a una sala donde Huesos intentaba estabilizarme usando la tecnología de emergencia disponible. Jim estaba a mi lado, su mirada ansiosa clavada en mí. Al notar mi expresión, frunció el ceño.

—Jim, tú, el bebé—dije, mirándolo a los ojos— lo lamento, fui un idiota, yo no queria lastimarte, no me puede controlar, ¿Te lastimé? —pregunté con voz débil.

Jim parpadeó, captando de inmediato a lo que me refería. Se giró hacia Huesos con una expresión acusadora.

—¿Se lo dijiste? —murmuró, suspirando.

—se me salió, lo siento.

—Estoy bien, Spok. Es un bebé fuerte, igual que tú —me dijo, tomando mi mano y llevándola hacia su vientre.

Me alegraba saber que Jim fue comprensivo conmigo sobre los que paso, no permitirá que nadie lo lasmite.

Sentí su conexión, la vida latente, su amor profundo que aún estaba ahí. Lo había herido, lo había puesto en peligro… y aun así, él seguía ahí, conmigo. Sentí una mezcla de gratitud y remordimiento.

Después de un tiempo y con Huesos asegurando que estaba fuera de peligro, nos apresuramos a comunicarnos con nuestra tripulación.

—Señor Chekov, ¿puede localizar un objeto específico? —preguntó Spok, todavía algo inestable.

—Sí, señor, pero… ¿qué objeto? —preguntó Chekov, mirando con curiosidad.

—Un mineral vulcano que emite radiación… un collar que le di al Capitán y que él le entregó a la Teniente Uhura.

—¿Cómo lo sabe? —preguntó Jim, desconcertado.

—Los vi.

—¿Le dió al capitán un rastreador? -dijo huesos serios, como si me reprochará

—no fue con esa intención. -aclare.

Antes de que pudiera agregar algo, Jayla interrumpió, con una expresión grave.

—No pueden ir allí. Todos los que intentan acercarse son asesinados por Krol.

Jim se giró hacia ella, su rostro en alerta.

—¿Cómo lo sabes?

Jayla bajó la mirada, su voz temblando ligeramente.

—Era solo una bebé cuando Krol capturó a toda mi familia. Nos mantuvo prisioneros por años… yo logré escapar, pero… los demás no tuvieron esa suerte.

A TU LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora