Jim
-Positivo.
Apenas murmuré la palabra cuando sentí los brazos de Spock rodearme, fuertes y seguros. Su abrazo me llenaba de calidez.
-Gracias por darme una familia, Jim -susurró, su voz impregnada de emoción.
A medida que avanzaba el embarazo, todo parecía ir bien. Sin amenazas de aborto, sin sobresaltos, solo amor y alegría. Pero entonces, la sorpresa final: no era uno, sino dos bebés.
La reconciliación nos pegó fuerte esta vez. Gemelos.
El parto sucedió a bordo de la nave. Fue doloroso, un desafío, pero Spock estuvo conmigo en cada instante, sosteniendo mi mano y susurrando palabras de aliento. En un momento de calma, escuchamos la voz de Sulu a través del comunicador:
-Capitán Spock, lo solicitan en el puente.
Me miró, y en su rostro vi la duda y el conflicto.
-Spock... -dije, sintiendo miedo de quedarme solo con los niños.
Él apretó mi mano.
-Descuida, no debe ser nada importante. Volveré enseguida.
Me quedé con los pequeños, todavía entre la alegría de ser padre nuevamente y el miedo de lo que podía pasar en cualquier momento.
Spock
Al llegar al puente, sentía una mezcla de enfado y ansiedad. Dejé a Jim en plena recuperación, y cualquier distracción me parecía una falta de consideración.
-Capitán en el puente -anunció Chekov.
-Espero que sea más importante que mi esposo, señor Sulu -dije, con el tono más serio posible.
-Lo es, señor. Le presento al planeta Sibon -respondió Sulu, señalando la imagen en pantalla.
-No le veo la relevancia.
-La población ha secuestrado a varios comandantes de la Flota e invadieron varias naves, capitán -explicó Chekov.
Mi mente voló hacia Jim y los niños, y en mi pecho se encendió una llama de preocupación. La alarma de intrusos sonó.
-Señor, han perforado la nave, en la bahía médica -informó Chekov.
Mi corazón se aceleró. Sin decir una palabra, corrí a la bahía. Pero cuando llegué, encontré a los bebés en sus cunas, pero Jim no estaba. Mi respiración se aceleró; era como si el tiempo se detuviera. ¿Dónde estaba?
Corrí por los pasillos hasta que vi a unos seres extraños llevándoselo, inconsciente, en dirección a su nave. Intenté detenerlos, pero fue inútil. Lo vi desaparecer, secuestrado, arrastrado hacia el planeta Sibon.
Regresé al puente, con una furia contenida y el miedo atenazando mi pecho.
-Se han llevado al capitán Kirk -anuncié con la voz temblorosa.
Jim
La alarma retumbaba en mis oídos mientras intentaba procesar lo que estaba ocurriendo. Apenas me había recuperado del parto y ya estaba en peligro. Me levanté con dificultad, dejé a los niños en sus cunas, pero antes de que pudiera reaccionar, sentí un pinchazo. Algo me inyectaron, y mis piernas cedieron. Caí al suelo, consciente pero sin poder moverme, impotente. Me llevaron a otra nave.
-El xamita será útil en el proyector, señor.
-Sí, aunque no sabemos cómo reaccionará. Será interesante.
Las voces sonaban distantes, como en un sueño confuso. Después de un tiempo, logré moverme un poco. Intenté incorporarme, pero una herida en mi abdomen sangraba, y el dolor era insoportable. Un ser alto y de aspecto extraño se paró frente a mí.
-Regeneren su piel. No podemos dejar que muera antes del experimento -ordenó alguien más.
Observé, aturdido, mientras reparaban mi herida y la piel parecía sanar ante mis ojos, volviendo a la normalidad, sin siquiera una cicatriz. Algo dentro de mí se revolvía de miedo y repulsión.
-¿Qué quieren de mí? -pregunté con voz débil.
-Tus años, señor Kirk. Los xamitas viven aproximadamente 300 años. Tienes 49; tus años restantes serán los más preciados que poseamos. Prepárenlo.
Spock
Lideraba una expedición en Sibon, siguiendo una señal que indicaba la posible ubicación de Jim. Avanzamos sin resistencia; todo parecía sospechosamente fácil. Al llegar a una sala, lo vi a través de un cristal. Estaba atado a una camilla, frente a un aparato extraño. La máquina comenzó a brillar intensamente, un resplandor cegador.
Rompí el cristal sin pensarlo, disparando a los secuestradores y desactivando la máquina. Pero al mirar hacia la camilla, no podía ver a Jim, solo una pequeña bata médica arrugada. Algo se movió debajo de ella. Me acerqué con cautela y levanté la tela.
Era un bebé. Jim se había convertido en un bebé.
-¿Pero qué? -exclamó Bones detrás de mí, visiblemente sorprendido.
-Es el capitán, doctor -dije, sosteniendo con cuidado al pequeño Jim, que dormía plácidamente en mis brazos.
Bones examinó la situación con una mezcla de preocupación y fascinación.
-Tenemos que descubrir cómo hicieron esto. Si no hubieras disparado, tal vez podríamos revertir el proceso con la misma máquina.
Regresamos a la nave con el pequeño Jim. Aunque sus características eran en gran medida humanas, había algo extrañamente sereno en él, como si su espíritu reconociera la paz en mis brazos. No tardó en despertarse y llorar. Su llanto era intenso, insistente, y no sabía cómo calmarlo.
-Spock, los bebés humanos son muy distintos de los vulcanos, o de sus propios hijos. Los humanos necesitan leche materna o un suplemento, la anatomía Xamita es igual a la humana. No tenemos nada adecuado en la nave, y sin eso no sé cómo mantendrás a este pequeño con vida -me explicó Bones, frustrado.
-Spock a puente. ¿Qué tan lejos estamos de una base de la Federación? -pregunté, con ansiedad.
-Quince minutos en máximo warp, señor -respondió Chekov.
-Fijen curso, en máximo warp -ordené sin dudar.
Cuando llegamos a la base de la Federación, obtuvimos lo necesario para alimentar a Jim. Era una imagen peculiar: yo, sosteniendo a este pequeño xamita en mis brazos mientras lo alimentaba. Se veía realmente adorable, pero el dolor de verlo así era inmenso.
Volvimos a Sibon para investigar cómo revertir el proceso. Mientras Scotty intentaba reparar la máquina, yo cuidaba de Jim. Su naturaleza de crianza humana parecía mucho más demandante que la de nuestros otros hijos. Lloraba cada pocas horas, y su curiosidad no tenía límite. A veces se despertaba y, de alguna forma, lograba trepar hasta mi espalda, jugando con mi cabello. Cada vez que veía sus ojos, reconocía a Jim, y al mismo tiempo, sentía que una parte de mí no resistiría si no recuperaba a mi esposo de 49 años.
Jim
Gateaba por la nave, curioso, fascinado por todo a mi alrededor. No entendía nada, solo que necesitaba moverme, explorar, ver. Encontraba la forma de trepar a Spock y jugar con su cabello, aferrándome a él de todas las formas posibles. Él era mi refugio, mi todo.
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A TU LADO
FanfictionDesde que se conocieron ambos estaban enamorados, tenían una conexión, Pero ambos se negaban a verlo, hasta que llegó aquel dia que los romulanos iban a atar vulcano dónde sus sentimientos salieron a flor de piel, Jim hizo lo que ningun humano logro...