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Pike lanzó a tres personas desde la estratósfera, de las cuales uno murió. Solo Kirk y Sulu lograron sobrevivir, aunque apenas alcanzaron a desactivar el dispositivo antes de que llegara al núcleo del planeta.

Los romulanos habían lanzado algo al planeta.

—Kirk a Enterprise. Han lanzado algo al núcleo del planeta —informó Kirk a la nave.

—Capitán, es materia roja. Al planeta le quedan solo minutos, señor —respondió Chekov con urgencia.

—Informen a todos de una evacuación planetaria —ordenó Spock, antes de dirigirse hacia el transportador. Milagrosamente, lograron recuperar a Kirk y Sulu antes de que fuera demasiado tarde.

Spock, sin embargo, se teletransportó al planeta para intentar salvar a los ancianos de su raza. Aunque logró rescatar a algunos, su madre no logró sobrevivir. Jim fue testigo de su pérdida.

Narra Jim

Sabía lo que era perder a un padre. Pero verla morir ante sus ojos... ese dolor debía ser mucho peor que cualquier cosa que yo haya sentido en mi vida.

Spock se marchó rápidamente, pero yo lo seguí.

—Señor Spock... Spock —lo llamé, y el vulcano se volvió para mirarme—. Lo lamento; sé lo que es perder a un padre —confesé, mirándolo a los ojos—. Si hay algo que yo pueda hacer...

—Aprecio sus palabras, señor Kirk. Como dirían ustedes: gracias —respondió Spock antes de retirarse.

No podía creer cómo ese duende de sangre verde podía aparentar no sentir nada. Su madre acababa de morir y ni una sola lágrima derramó. Yo estaría destrozado en su lugar.

Pese a todo, Spock regresó al puente, manteniéndose firme, incluso después de la pérdida de su planeta.

—¿Qué quieren con el capitán Pike? —pregunté.

—Es incierto. Nuestro armamento es notablemente inferior al suyo. Debemos regresar a la Federación y prepararnos para el próximo encuentro —respondió Spock, decidido a volver.

—No habrá un próximo encuentro, señor. Si ellos son del futuro, regresar a la Federación es lo último que deberíamos hacer. Lo lógico sería ser impredecibles —repliqué, pero él me ignoró. Insistí porque se que tenía razon.

—Eso es ilógico, ya que Neron ya alteró la línea temporal al atacar la Kelvin, donde murió su padre, señor Kirk —dijo él. Su comentario me dolió, ya que revivía la pérdida de mi padre y me recordaba todo lo que jamás llegaría a ser.

—Regresaremos a la Federación. Es una decisión tomada. Seguridad, llévenselo —ordenó. No podía creerlo. Intenté resistirme, pero los oficiales de seguridad lograron someterme. Ni siquiera la advertencia de Bones sobre mi condición cardíaca logró detenerme. Siento una mano en mi hombro y luego... oscuridad.

—Sáquenlo de mi nave —fue lo último que escuché antes de perder la conciencia.

Narra Spock

¿Me dolía echarlo de la nave? Sí, pero el señor Kirk es tan obstinado que, en lenguaje humano, la única opción lógica era apartarlo de mi camino. Entramos en warp 3 y lo dejamos en una cápsula en un planeta clase M.

Sin embargo, había algo que me inquietaba. Al tocar su hombro, sentí una conexión extraña, algo que jamás había experimentado. Además, percibí que su corazón latía muy rápido.

Narrador

Jim despertó en la cápsula.

—Computadora, ¿dónde estoy? —preguntó.

—Planeta clase M. Inseguro. Se recomienda no salir de la cápsula —indicó la computadora.

Sin embargo, Jim no hizo caso y salió de la cápsula.

—El capitán Spock me abandonó en un planeta extraño. Esto es una clara violación del código de trato a prisioneros a bordo de una nave —protestó.

Casi de inmediato, una criatura comenzó a perseguirlo. Entonces, una bestia aún más grande se comió a la primera y comenzó a perseguirlo también. Jim corrió hasta llegar a una cueva, donde quedó atrapado.

En ese momento, alguien ahuyentó a la bestia.

—Fascinante —dijo un hombre, un vulcano anciano—. Es un placer verte, Jim.

—¿Lo conozco? —preguntó Jim, desconcertado.

—Soy Spock. Siempre he sido, y siempre seré, tu amigo.

—Claro… cómo no —respondió Jim, aún confundido.

El anciano Spock encendió una fogata para que Jim no muriera de frío.

—Es agradable verte, viejo amigo —le dijo Spock.

—Si realmente fuera Spock, sabría que me odia tanto que me envió aquí por amotinarme —respondió Jim con desconfianza.

—No eres el capitan —aclaró el anciano Spock.

—no, usted es el capitán. Pike fue secuestrado —replicó Jim.

—¿Neron? —preguntó Spock, y ante la curiosidad de Jim, comenzó a explicarle—. Es un romulano muy perturbado. Déjame mostrarte.

Spock intentó realizar la fusión mental, pero Jim retrocedió.

—Descuida, no voy a hacerte daño —Spock colocó suavemente su mano sobre el rostro de Jim.

—Dentro de 129 años, una estrella explotará y pondrá en peligro a la galaxia. Soy del futuro, Jim. Cuando se convirtió en supernova, arrasó con todo. Prometí a los romulanos salvar su planeta, usando materia roja para crear un agujero negro que la neutralizara. Pero algo salió mal. Rómulo fue destruido, y Neron me culpó por la muerte de su planeta. En nuestra huida, ambos fuimos absorbidos por el agujero negro y retrocedimos en el tiempo. Él llegó 25 años antes y esperó, obligándome a presenciar la destrucción de mi propio mundo como venganza. Sentí lo mismo que cualquier humano sentiría en esa situación.

—¿Así que si sientes? —dijo Jim, conmovido—. Al volver en el tiempo, cambiaron nuestras vidas. Dígame… en esa otra línea temporal, ¿conocí a mi padre?

—Sí, él fue tu inspiración para unirte a la Flota Estelar. Te vio recibir el mando de la Enterprise, nave a la que debemos devolverte. Hay un puesto de la Federación no muy lejos de aquí —contestó Spock.

Narra Spock

—¿Quería verme? —preguntó McCoy al entrar.

—Sí, doctor. Aprecio su dedicación, pese a la situación reciente con Kirk —respondí.

—Con permiso, capitán, ¿puedo hablar con franqueza? —pidió McCoy, y asentí—. Está cometiendo un error. Kirk podría ser nuestro mejor recurso en este momento. En mi planeta tenemos un dicho: si compites en el Derby de Kentucky, no dejas a tu mejor caballo en el establo.

—Curioso… porque, doctor, un caballo debe ser domado para alcanzar su máximo potencial —respondí. Vi a mi padre entrar y pedí disculpas antes de acercarme a él.

A TU LADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora