Capitulo cuatro ꗃ 05 de Diciembre de 2023 ꗃ Santa Marta, Colombia
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Me recosté en el espaldar de la silla, sintiendo una brisa espectacular que me envolvía. Era perfecto. Hacía algunas semanas, había decidido viajar a Colombia para pasar el Día de las Velitas y la Navidad con mi familia materna. Mi objetivo principal era despejarme de todo y todos, dejar atrás el estrés y la ansiedad que me habían acompañado durante meses.
Había tratado de arreglar las cosas con Ángel, pero simplemente mi pensamiento acerca del divorcio se iba más a ese plan que a remendar algo que no había dañado yo. Me sentía agotada de luchar por una relación que parecía no tener futuro. Me sentía agotada de él.
La idea de pasar las fiestas en Colombia me había parecido perfecta. Un cambio de escenario, un cambio de ritmo, un cambio de todo. Me había imaginado pasando horas con mi familia, riendo, comiendo buñuelos, compartiendo historias. Me había imaginado despejándome de todo, encontrando un poco de paz y tranquilidad.
Pero ahora, con Ángel de vuelta en mi vida, todo parecía más complicado. Todo parecía más incierto. ¿Podría realmente encontrar la paz y la tranquilidad que buscaba, o Ángel me la arrebataría de nuevo?
Regrese a la mansión, tratando de convivir con él pero no sabía si las palabras que me había dicho aquella vez eran en vano pues estaba haciendo todo lo contrario y como lo prometido es deuda me encuentro acá en Colombia dándome un descanso de todo, disfrutando de mis vacaciones junto a mi bebé el cual se está haciendo notar poco a poco.
Justo cuando estaba empezando a relajarme, mi tía apareció por la puerta corrediza.—Nena, hay alguien afuera buscándote.
Me tumbé los ojos, sabiendo que era común que cada vez que venía a visitar, se corriera el rumor de que estaba en la ciudad.
—¿Quién es, tita?— pregunté, curiosa.
Me levanté medio de la tumbona y fijé mi vista hacia fuera de la casa, viendo fijamente esa cabellera roja que pensaba que dejaría mi mente en paz por un buen rato.
— ¿Pa' esto es que me llamas, tita?— dije negando con la cabeza.— Dile que no estoy, que salí.
Mi tía se dio una sonrisa irónica
— Mira, Paula, no sé qué haya pasado entre ustedes, pero él está aquí, como buen mari'o tuyo, y está dispuesto a pasar contigo la Navidad. Por lo que le escuché, parece que está muy emocionado de verte.
Me levanté de la tumbona, sintiendo una mezcla de emociones. Mi tía me miró y sonrió.
— Ahora, esfuérzate y sal pa' allá que te quiere ver. Y más cuando te ves así de linda... preña.
Me quedé anonada.
— ¿Preñada? ¿Y a ti quién te dijo que yo estoy preñada?— pregunté, tratando de mantener la calma.
