Capítulo veinte Maratón 5/5 ꗃ 11 Marzo del 2024 ꗃ Guaynabo, Puerto Rico
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Estaba lista para mi cita, cogí mi carpeta en mano donde estaban todos mis progresos durante el embarazo. Rodé mis ojos al ver a Ángel salir del baño. Me revolvía algo por dentro; una sensación de asco se apoderaba de mi cuerpo. No hacía menos de tres días que me había enterado de una posible "infidelidad" por parte de él. Estaba dudando, claro que sí. Si Verónica me decía las cosas, era por algo, y dudaba que ella hubiera jugado con algo así.
-¿Pa' dónde vas, mami? -habló Ángel, llevando su mirada hacia mí, sintiendo como me escaneaba de arriba a abajo.
-¿Yamil no estás viendo que día es hoy? -pregunté con indignación.-Tengo cita con el ginecólogo. Si vas a ir conmigo, muévete, porque si no, te quedas -advertí, cerrando uno de los cajones de mi peinadora y saliendo del cuarto en ese instante, dejando a Ángel sentado.
Estaba molesta; me sentía demasiado fastidiada y no sabía si era el embarazo lo que hacía que mis emociones se descontrolaran o simplemente era verlo a él. Bajé las escaleras en busca de mi bolso de mano, el cual ya estaba listo, y solo faltaba que agregara la carpeta de natalidad.
Mientras bajaba, no pude evitar pensar en lo que Verónica me había dicho. ¿Cómo podía Ángel hacerme esto? ¿No se daba cuenta de que estaba esperando un hijo suyo? La rabia y la tristeza se mezclaban en mi interior, haciéndome sentir confundida y herida.
Recogí mi bolso y me lo colgué del hombro, viendo cómo Ángel bajaba con el teléfono en la mano, sin siquiera prestarme atención. Yo solo podía imaginar lo peor. Me tenía de vuelta y media.
¿Cómo podía ser tan indiferente? ¿No se daba cuenta de que estaba a punto de perderme?
-Vámonos -dije secamente, sin mirarlo.
Sin decir una palabra, salimos de casa y llegamos al carro. Esperé a que Ángel quitara el seguro y luego me monté, seguida de el, guiando el carro hacia el consultorio. Durante todo el camino, Ángel intentó sacarme conversación, incluso trató de poner su mano en mi pierna, como siempre hacía. Pero yo no estaba de humor y en cualquier momento podía estallar de rabia.
¿Cómo se atreve a hacerme esto?
-Paula, ¿qué carajo es lo que te pasa? -preguntó Ángel, su voz tenía una mezcla con rabia y confusión.
-¿Qué me pasa de que, Ángel?. Estoy normal -mentí, intentando mantener la calma.
-Llevas toda la mañana así, mujer. ¿Qué te pasa? -insistió Ángel.
-Tendré mis razones -susurré, sin querer entrar en detalles.
-¿Y cuáles son tus jodias razones? -preguntó Ángel, lo que me hizo darle una mala mirada. Me quedé callada, sin querer discutir más. Lo último que quería era llegar a mi cita con la obstetra con rabia.