Capítulo veintiséis ꗃ 06 de Junio del 2024 ꗃ San Juan, Puerto Rico
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Comencé a caminar por el mall de San Juan, buscando con mi mirada el almacén que me habían recomendado para las cosas que necesitaría para la habitación de mi hijo, y, por supuesto, para el parto, ya que estaba en mi último mes de gestación; por lo tanto, la llegada del bebé estaba próxima.
Contando, por supuesto, que en estos meses había sido lo más normal dentro de lo que cabía, mi relación con Ángel. Como era de costumbre, no teníamos casi nada listo; el cuarto de mi bebé seguía en planeación, literalmente. Pero, según lo que había conversado con Ángel, hoy organizaríamos el cuarto, mientras que él se encargaba de armar y tal vez pintar.
Bajé mi mirada, cogiendo la lista que me habían realizado con ayuda de mi suegra y obstetra, las cuales tenían todas las cosas que podría necesitar en el parto y postparto.
Eran muchas cosas las cuales se necesitaban, pero no había tenido el tiempo para comprarlas, ya fuera porque Hades no me podía acompañar o el simple hecho de que estaba ocupada con mi trabajo, un largo etcétera muy pero muy lleno de pretextos por parte de los dos, que terminaba en la palabra "después vamos".
—¡Ángel Yamil bendito! ¿Dónde estas?— Dije por lo bajito para mi misma, levantando mi cabeza y observando a mi alrededor, buscándolo siquiera con la mirada.
Bajé mi mirada nuevamente y miré mi celular, en espera de si era un mensaje, llamada o algo referente al señorito, pero fue en vano, porque la barra de notificaciones estaba vacía. Sin más, no iba a estar esperándolo; sí o sí, hoy compraría lo faltante para la habitación de mi bebé, y si era necesario, yo misma organizaría y armaría todo.
—Mami, yo creo que es mejor cerrar la jodienda está pa nosotros— sentí la voz de Ángel a mis espaldas haciendo que frene mi sintiendo como este me abrazaba desde la barriga y colocaba su barbilla en mi hombro
— Hasta que te atreves a aparecerte— dije haciendo un amague haciendo que este se despegue de mi y vea como estaba vestido
Sudadera, skimask, suéter y su respectiva capucha, equipado pa' la guerra el niño.
Lo miré de arriba a abajo. No quedaba tiempo para quitársela toda esa vaina, tendría que quedarse así. Estábamos cortos de tiempo y me parecía innecesario cerrar la tienda. Solo éramos una pareja normal que pasaba a comprar las cosas necesarias para nuestro bebé, pero como él anda con su peculiaridad.
—Ay papi por Dios, ya quédate así. Es un momentito— Dije caminando hacia la entrada de el almacén.
Ambos entramos de inmediato a la sección infantil. Mis ojos se pasearon por el almacén, detallando cada sección separada que había en este. Mi vista se detuvo en las cunas, las cuales todas estaban preciosas. Me fijé en una de color blanco, perfecta para la visión que tenía en mente sobre el cuarto del bebé. Sinceramente, esa sería la que llevaría. Pero si les soy sincera, lo más probable era que mi bebé durmiera conmigo, aunque no quitaba el hecho de que sí o sí, Yamil tendría su cuarto.