Capítulo Treinta MARATÓN 3/3 ꗃ 22 de Junio del 2024 ꗃ SAN JUAN, Puerto Rico
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INSTA STORY CLOSE FRIEND | @paulavandelli
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Ver a Bernardo en mis brazos me volvía loca... de amor, de ternura, de no creérmelo. Me parecía irreal tenerlo así, tan cerquita, tan mío. Verlo, sentirlo, su calorcito pegadito a mi pecho, era una cosa fuera de este mundo.
Y es que era increíble, de verdad, el parecido que tenía con Ángel. ¡Dios mío! Se parecían un montón, demasiado. Desde ese pelito cobrizo como quemadito por el sol, hasta la puntica del pie... el vivo retrato. Lo único que tenía de mí era un poquito la boquita, y tal vez la forma en que fruncía el ceño cuando dormía. De resto, mi hijo era el calco de su papá.
-Mi bebé... -susurré, dándole un besito encima del gorrito que le cubría la cabeza.
En eso, escuché la puerta abrirse suavecito. Alcé la vista y ahí estaba él... Hades. Entraba con unas bolsas de comida, oliendo rico a jabón y shampoo, recién bañado, con esa pinta de tipo que está hecho un lío pero que igual sigue viéndose bueno con cojones. Si soy sincera, Ángel estaba haciendo un trabajo tremendo como esposo y como papá. Estaba encima de todo: de mí, del niño, de las cosas de la casa, de los papeles, de las visitas, de todo. Se había descuidado él, sí, pero por puro amor. Desde que nació Bernardo, no había parado un segundo.
Hoy, que era el segundo día que estábamos en la clínica neonatal, le insistí que fuera a la casa, se bañara, comiera algo decente, durmiera aunque fuera un rato. Ya estaba flaco, con las ojeras marcadas, las trenzas vueltas un ocho, y la barba ni se diga. Pero ahora que lo veía, todo cambiadito, asicalaito, con ropa limpia y olor a gloria... uff, me lo quería comer. Me dio como un jalón en el útero, no voy a mentir.
-Hola, mi amor -le dije con una sonrisa suave cuando se me acercó a darme un besito en la mejilla.
-Hola, mami. Te traje par de cositas -respondió con ese tono que usaba solo conmigo, medio calle y medio tierno, dejando las bolsas en la mesita al lado de la camilla.