A pesar de saber de memoria su lugar en la larga fila de mujeres con la que cruzaba camino todos los martes, y notar que ella no se encontraba ahí, mantuve la esperanza hasta ver pasar a la última de esas muchachas. Nada. Todas ellas desfilaron ante mí con sus caras sin expresiones, como si todo siguiera tan normal como siempre, mientras tanto mi mundo se caía a pedazos. Entonces pensé que todavía tenía tiempo, podía escapar y no ir al colegio, y en eso estaba cuando de repente me llegaron las palabras de Sam.
—¿Qué tal, Daniel? —Su saludo había cambiado, pero reconocería esa voz donde fuera, así que me obligué a detener mis piernas y sin mirarlo mascullé mi respuesta.
—Bien. —Me di vuelta lentamente y me obligué a formar una sonrisa—. Creí que me había olvidado algo en casa y estaba a punto de volverme, cuando recordé que lo cargué esta mañana.
—Si tú lo dices. —Mis mentiras nunca fueron muy buenas, pero siempre lograban su truco, sin embargo, el Sam militar no era el mismo niño tonto e ingenuo que conocí, este Sam había ido al combate, y había perdido, se había entrenado y era cada vez más corpulento e inteligente, así que supongo que eventualmente me iba a ver obligado a inventar mejores mentiras—. Vamos, se nos va a hacer tarde.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para empezar a caminar detrás de él. En ese mismo momento tenía dos opciones; o salía corriendo hacía la base de mando en Liberty y me arriesgaba a que Sam le contara esto a su padre, o pretendía que no pasaba nada y ponía en peligro la vida de la chica que... amaba. Decidí buscar un punto medio.
Con disimulo tome el pequeño comunicador que Joel me había otorgado, y que llevaba conmigo en todo momento, y me lo coloqué fingiendo que me rascaba el oído. Inmediatamente la cansada voz del pequeño Green llego a mi cabeza.
—¿Daniel? ¿Te das cuenta de que hora es? —dijo y bostezó; claramente se había quedado dormido con el pequeño aparato colocado, y cuando active el mío, el pequeño pitido que emiten al conectarse lo despertó.
Sin responder, me apresuré a alcanzar a Sam, quien sin esperarme ya había adelantado más de media cuadra. Claramente sabía que había algo raro conmigo, pero esperaba que sus años de amistad en mí lo estuvieran haciendo dudar lo suficiente como para ganar tiempo. Al momento que llegue a su lado inicié una conversación.
—¿Escuchaste algo sobre lo que pasó anoche en S-Lee? —pregunté de la nada a mi viejo amigo, quien me dedicó una mirada confundida—. Oí que uno de estos nuevos terroristas tuvo problemas, ¿no sabes nada?
Sam negó con la cabeza y volvió a dirigir su mirada al frente, mientras que yo escrutaba su rostro en busca de alguna pista.
—¿No? Realmente quisiera que alguien me dijera sí pudieron matar a por lo menos uno de esos hijos de puta —continué, esperando que el pequeño Green captara mis intenciones.
—¡Rocket! —exclamó Joel y enseguida pude escuchar sus rápidos dedos escribiendo en la computadora—. Ya me pongo a trabajar en ello.
Por algunos segundos lo único que pude escuchar fue el sonido de teclas siendo apretadas a toda velocidad, hasta que de repente me percaté de que Sam me miraba frunciendo el ceño. Las cosas se estaban empezando a complicar y no había lugar para esconderse.
—¿Te pasa algo, Dan? Te noto algo nervioso. —Me limité a negar con la cabeza—. Eso pensé... ¿Cómo fue que te enteraste que uno de los Vigilantes había tenido problemas anoche? No salió nada en televisión.
—Mi padre... él trabaja en la zona. —Mentiras y más mentiras, que lo único que lograban eran conseguirme un poco de tiempo, pero a la misma vez me encerraban más y más.
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Mundo de héroes: El inicio de Los Vigilantes
Science FictionHace 20 años los héroes que defendían el planeta perdían la batalla contra el temible enemigo conocido como Cíclope. Muchos de ellos murieron, otros tantos eligieron unirse al bando ganador y unos pocos decidieron esconder sus poderes y habilidades...