Capítulo 25

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ARTEMIS

Todo me da vueltas, en especial luego de haberle confesado algo íntimo a Kaira, y ahora esto, Lilibeth, debí suponer que no se quedaría con la respuesta de anoche, cuando me dijo que ella y su familia querían visitarme, pensé que estaba loca, le dije mil veces que no y ahora la tengo estrangulándome.

—No respiro —me quejo.

—Oh, lo siento —se aparta de mí y sus ojos se cristalizan—. Creo que me he emocionado.

Asiento. Bajo la mirada y noto su redonda barriga.

—Te ves muy bien —anuncia.

—Y tú muy... redonda.

—No acabas de decir eso —pone las manos en jarras.

—Vaya, por fin nos volvemos a encontrar.

Oliver Strong se acerca y me tiende la mano.

—El campeón mundial —le estrecho—. Es un honor.

Asiente, es raro vernos y hablarnos de este modo, luego de todo lo ocurrido, pero ya no hay negatividad entre los dos, y al parecer Lilibeth está feliz, sonriente de que los dos hombres más importantes de su mundo están en paz.

—¿Mami, podemos pasar?

Desciendo la mirada y veo al pequeño Cole, ni siquiera había reparado en él, quien trae agarrada de la mano a su hermana, Colette, como le llamo.

—Claro, cariño, cuando tu tío Artemis nos dé el paso.

Mierda, qué idiota soy.

—Claro, adelante.

Entran y casi me olvido de la pelirroja que está al final de las escaleras viendo todo, sus ojos son tan... hermosos ¿de verdad estoy pensando en eso? ¿Qué mierda pasa conmigo?

—¿Tú quién eres? —pregunta Lilibeth acercándose como una maldita mamá celosa—. No tienes pinta de ser la puta de Artemis.

—Lilibeth —sentencia Oliver—. Los niños.

—¿Qué es una puta? —pregunta Cole tirando del pantalón de su papá.

—Es una paleta —responde Oliver.

Kaira parece que se ha quedado sin habla, por lo que Lilibeth comienza a estresarse.

—Ella es Kaira Cavalli, es una amiga.

Su gesto se relaja.

—Un placer, soy Lilibeth.

Como era de esperarse, la abraza y Kaira abre los ojos como platos.

—Ellos son mi esposo Oliver, mis dos hijos, Cole, Colette, y este que viene en camino —añade con alegría.

—Un placer —susurra.

—Bien... —carraspeo—. Pueden tomar la habitación...

Lilibeth voltea a verme con el ceño fruncido.

—Sé dónde está mi habitación y espero siga tal cual la dejé hace años —refunfuña.

—Tranquilo —ríe Oliver—. Cuando está embarazada es un monstruo.

—¿A quién le llamas monstruo, Oliver Strong? —puntea Lilibeth—. No dices lo mismo por las noches.

—Silencio, mujer.

—No.

Tanto Kaira como yo los miramos de hito en hito, esos dos irradian deseo hasta cuando pelean, pero extrañamente no me interesa, es como si pasaran a un segundo plano y en lugar de querer que Lilibeth se sienta cómoda, solo quiero que no asusten a Kaira.

Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora