KAIRA
No he disfrutado para nada la parrillada, la gente hablaba, pero yo solo asentía sin sentido alguno, porque mi mente solo estaba en un lugar, en aquello que dejé atrás. Anoche fue fatal, porque incluso no pude hablar ni aceptar bien las palabras de Rafa hacia mi persona, y ahora me encuentro dentro de la regadera, pensando en qué es lo que voy a hacer si realmente estoy embarazada de Artemis.
—¡Cariño, saldremos a misa, dejé preparado el desayuno! —exclama mi abuela desde el otro lado de la puerta.
Otro problema más, porque siento que los estaré defraudando si sale positivo el asunto, tendría que irme de Texas, tengo algo de dinero ahorrado, no es mucho, tampoco una gran fortuna, pero de algo me servirá para rentar un departamento o incluso mientras consigo un nuevo trabajo.
—¡Gracias, abuela! —grito como respuesta.
El actuar, como normalmente lo haría, es fundamental para que no sospechen, de los dos, es mi abuelo el que es más perspicaz. Respiro profundo, salgo de la ducha con una toalla enrollada al cuerpo, tengo planes para hoy, por lo que me asomo a la ventana observando cómo mis abuelos se suben a la camioneta, poco a poco se van alejando.
Me visto lo más rápido que puedo, tomo las llaves del auto que me ha prestado mi abuelo y piso el acelerador, quisiera hacer esto estando sola, no quiero hacer drama en medio de ambos. Para cuando llego a la farmacia, pido diez pruebas de embarazo, las mejores, pago y me vuelvo a casa.
—¡Kaira!
Mierda.
Miro por encima de mi hombro justo cuando estoy por entrar, Rafa viene con un nuevo ramo de girasoles, me siento tan mal por él, que no puedo pensar más que en hacer cualquier cosa para que se marche sin ser demasiado grosera, viene corriendo hacia mí, es apuesto, sé que la mayoría de las chicas de los alrededores se muere por él, y si no hubiera conocido a cierto idiota hace meses, ahora estaría disfrutando de un placentero romance, la verdad, no puedo.
El maldito Artemis no sale de mi cabeza, de mi sistema, y menos ahora, por lo que intento fingir que estoy apurada.
—Hola.
No espera a que diga más, solo se acerca y me da un beso en la mejilla, uno que hace que un escalofrío recorra mi cuerpo.
—¿Me has extrañado? —inquiere con una sonrisa coqueta que me hipnotiza un par de segundos.
—Por supuesto —miento—. Mis abuelos no están, fueron a misa, si es que los buscas.
Niega con la cabeza y se atreve a recoger un mechón de mi rojo cabello para luego colocarlo detrás de mi oreja, como un auténtico cliché.
—No busco a tus abuelos, te busco a ti.
Acto seguido aplasta sus labios contra los míos y me quedo tan atónita, que cuando empieza a mover su lengua con la intención de meterla en mi boca, es cuando reacciono, coloco las palmas de mis manos sobre su pecho y lo empujo lejos de mí.
—¿Qué haces? —tomo una bocanada de aire y cierro los puños—. No me gusta que me presionen.
Su mirada se oscurece, no parece ser el mismo de siempre, por lo que retrocedo un poco, lo suficiente como para poner toda la distancia posible entre los dos.
—Lo siento —su rostro se suaviza—. Me dejé llevar por tanta belleza.
Sus mejillas se tornan de un rojo escandaloso.
—Tengo que irme, luego nos vemos ¿sí?
—Por supuesto.
Levanta la mano en señal de despedida, hago lo mismo, en cuanto cierro la puerta, voy corriendo a la nevera por un enorme litro de jugo de naranja natural, comienzo a beber como un pez, los minutos pasan y cuando ya me siento lista, orino sobre cada una de las pruebas, pongo el contador en mi nuevo número de celular.
Apilo cada una de las pruebas sobre el mueble al lado del lavabo, tamborileo los dedos contra la superficie plana hasta que es el momento perfecto, respiro hondo y cierro los ojos, no quiero voltearlas, me encuentro en un estado de completa confusión, por una parte, me alegraría tener una parte de quien fue importante para mí, por otro lado... imagino todo el caos que se me vendrá encima.
Sería demasiado peso sobre mis hombros, espabilo y volteo la primera, observo el resultado, el cual me sienta como una patada en el estómago.
—Positivo —la barbilla me tiembla.
Sigo con las demás esperando un negativo, al final, es notorio, estoy embarazada, ninguna falló, y diez no pueden mentir. Mi corazón late con fuerza, tiro todas a la basura, no puedo esconder esto, salgo del baño y el timbre suena varias veces, juro que si es Rafael de nuevo, lo mandaré a la mierda, digamos que no me encuentro de buen humor.
—Rafa, te dije que...
Me congelo, el mundo se me mueve, Rafael no es quien se encuentra afuera de la casa de mis abuelos, sino...
—Artemis —mi voz tiende de un hilo.
Sus ojos azules se dilatan, recorre mi cuerpo con una mirada que irradia deseo, anhelo y posesión. Su primo Damián se encuentra al lado y trago duro.
—Hola, Kaira, un placer, vinimos a quedarnos, gracias por el hospedaje —balbucea Damián entrando sin permiso.
Quiero sacarlo a patadas, pero las palabras se me atoran en la garganta al ver cómo Artemis hace lo mismo, sin embargo, se detiene junto a mí.
—Kaira —se acerca a mí y besa mi mejilla—. Es bueno volver a verte.
Acto seguido entra y estoy segura de que la vida me está haciendo el culo de sus bromas.
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Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅
Romansa"Se supone que el villano no es el rey, y se supone que la princesa no debe destronar al rey" Lo que empezó como un sueño, terminó en una pesadilla, perdí la cabeza y herí a la única mujer que he amado. Han pasado cuatro años desde el día en el qu...