EXTRA: Milo

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ARTEMIS

Han pasado seis meses desde la boda y aún no puedo creer que esté viviendo este sueño, mientras me doy una ducha rápida para llevar a Kaira a su cita mensual, porque sí, soy un maldito controlador de mierda, quiero que todo salga perfecto, tal y como vengo planeando.

Kaira y yo no quisimos saber el sexo de nuestro bebé, queremos que sea una sorpresa, últimamente se ha vuelto una mandona de mierda cuando de comida se trata. Pero me hace feliz y yo a ella, así que sí, los dos... perdón, los tres estamos felices.

Mi carrera como peleador profesional se posiciona al mismo nivel que el de Oliver, ahora nos vemos seguido, bebemos en la oficina o fumamos marihuana, resulta que Lilibeth y Kaira ahora son las mejores amigas, lo juro, las dos parecen putos siameses, se defienden la una a la otra a cada momento.

Juro que esas mujeres nos van a sacar de nuestras casillas.

—Artemis.

La voz de mi esposa hace que cierre la llave del agua, recorro la puerta y miro como ella se sostiene el vientre de un modo que cuando desciendo la mirada y veo que un líquido corre por entre sus piernas, el miedo, la emoción y el terror trazan sus rasgos.

—El bebé viene en camino.

Comienza a respirar agitada.

—¿Estás segura?

—No, idiota, lo que pasa es que quise orinar en medio del baño —ironiza.

Olvidé decir que mi pequeña pelirroja asustadiza resultó ser una perra cuando se enoja, pues sí, lo es, pero joder, amo todo de ella.

—¡Date prisa! —grita.

Asiento y como un buen marido y pronto padre primerizo, me apresuro a tomar sus cosas, le ayudo a limpiarse y a hacer un nuevo cambio de bragas, cuando salimos de la casa ella comienza a quejarse.

Mientras manejo no deja de maldecir mientras trata de respirar tal y como le enseñó Lilibeth en estos meses, con dos hijos y el tercero, ya se siente la gran experta.

—¡Duele mucho! —brama como histérica.

Dejo que me siga insultando como ya acostumbra a hacer, trato de manejar lo más rápido posible, al mismo tiempo con precaución para evitar alguna clase de accidente.

—¡Date prisa! —chilla.

Me pone de nervios, pero creo que a comparación con lo que está sintiendo, estoy en el paraíso, a más, pese a estar maldiciendo el hecho de que mi polla le hubiera hecho eso, le ha llamado a Lilibeth y a Elsa, así que sí, esas dos brujas van a completar el maldito aquelarre esta noche.

Para cuando llegamos, ya nos están esperando, he pagado la mejor atención para ella y mi hijo, nos separamos un momento, a Kaira la preparan para el parto y a mí me colocan una bata azul marino, luego de veinte minutos me pasan a la sala del quirófano, donde ella está gritando de un modo que me hace ir hasta ella y tomar su mano.

—Vamos, tú puedes hacerlo nena —le lleno de besos el rostro—. Vamos a hacerlo juntos.

Asiente, nos miramos juntos y comienza a pujar, una, dos, tres... hasta que el llanto de un bebé nos congela a los dos, Kaira suelta un suspiro de alivio y mi corazón late furioso.

—Felicidades, es un niño —nos dice el doctor.

Ríe conmigo, no sabíamos el sexo del bebé, pero los dos teníamos el presentimiento de que era un niño, siempre pateaba a Kaira y se movía mucho.

—Te amo —la beso.

—Te amo, Artemis.

Una de las enfermeras nos trae a nuestro hijo, saco el color de mi cabello, tiene los ojos abiertos, idénticos a los de su madre, de un azul eléctrico que me roba el aliento.

Así que, con ambos en mi vida, puedo decir por fin que no me falta nada, y que la oscuridad por fin se ha marchado, quedando como una oscura mancha que poco a poco se desvanece gracias a Kaira y a Milo, nuestro hijo.  

  

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Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora