Capítulo 11

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KAIRA

He perdido la cabeza, estoy en medio de una vorágine que me da miedo, poco a poco caigo en un pozo sombrío y profundo, uno del que nunca voy a salir, me empujaron dentro de un terreno lleno de peligro, no pedí esto, no soy parte de esto y, sin embargo, me arrojaron sin piedad.

Los labios de Artemis se sienten suaves, por un momento creo que me va a rechazar, que me va a golpear, no lo hace, abro la boca y aprovecha eso para meterme la lengua en medio de lo que sabe un beso voraz, hambriento, sus manos se deslizan hacia mis caderas y se aferra a ellas con necesidad, como si él también quisiera de esto.

¿Por qué lo hice? No lo sé, fue un impulso, porque mientras hablaba, los recuerdos de la noche en la que Uriel me violó, golpearon duro mi sistema, fue una manera de querer borrar esa sensación de picor, no nos separamos, no hace más movimientos.

Artemis Francori besa delicioso, en un momento rodea mi nuca con una mano y aumenta la intensidad del beso, intento respirar, pero creo que lo he olvidado, Artemis me está llevando a lugares inimaginables, está haciendo que me olvide por completo de Uriel, de sus manos sobre mi cuerpo. Es como si él fuese la inyección que me anestesia el dolor del alma.

Su lengua baila con la mía, mis bragas se mojan, estoy tan perdida, que olvido en dónde me encuentro, en las amenazas de Uriel y Akin, de todo, hasta que se separa bruscamente.

—¡Mierda! —musita por lo bajo.

Se aleja de mí como si el tacto le quemara, como si el mirarme fuera condena, es cuando caigo en la realidad, este es el mismo chico que me dio la patada en el culo cuando fui por su ayuda, él es igual que todos los que están aquí.

—Yo...

Me da la espalda y recarga sus manos sobre el lavabo.

—No hables.

Su actitud hacia mí sigue siendo hostil, sinceramente no entiendo por qué me odia tanto cuando lo único que hice fui pedir su protección de algo que no conocía. Sus ojos me observan con odio, con asco, cuando se voltea, recorre mi cuerpo con mirada gélida, no hay lujuria o deseo en sus pupilas como en las de las miradas de los hombres que me presentó Uriel.

Miro mi reflejo y mi corazón late con fuerza, si Uriel me ve así, pensará lo peor y puede que me golpee de nuevo o me viole. Por lo que me acerco al espejo y comienzo a reparar el desastre que he ocasionado.

—Muy frívolo de tu parte ¿no te parece?

Sé a lo que se refiere, pero no digo nada, él hizo de esto mi asunto, y ahora sola, tengo que sobrevivir al mundo al que mi propio padre me vendió. De manera rápida retoco mi maquillaje, es un poco difícil hacerlo bajo el escudriño cauteloso y detallado de Artemis Francori.

—¿Qué te hizo Uriel? —pregunta manteniendo su tono débil pero hostil.

No respondo, sigo con lo mío, Uriel es un hijo de perra al que debo aprender a manejar, luego de que me quitara a la fuerza mi maldita virginidad, se ha comportado como un obsesivo, y creo que al ver mi sangre se activó algo dentro de él.

—Te hice una pregunta.

Cierro mi bolso, no puedo tardarme mucho tiempo.

—Siento haberte besado —comienzo—. Fue un impulso, no lo deseaba, para serte sincera no tengo idea de por qué lo hice, creo que lo mismo daría si eres tú u otro. El resultado iba a ser el mismo, supongo.

Su gesto se endurece y su mirada se vuelve oscura, como si mis palabras se hubieran molestado de sobremanera.

—No cometas idioteces, en este mundo un error, se puede pagar muy caro —dice firme.

Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora