Capítulo 28

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KAIRA

Cuando salí de la casa de Artemis porque no podía estar bajo el mismo techo que la chica que ama, pensé que las cosas iban bien, que todo mejoraría, mi plan era sencillo, encontrar un boleto de avión con el dinero que me quedaba, regresar a Alemania y tratar de vivir una vida estable, al menos hasta que estuviera segura de que nadie más me iba a seguir.

Iría a Texas después, el caso es que las cosas no siempre salen como una quiere, en especial cuando se trata de mí, desde la muerte de mi padre, la vida me ha golpeado duro. Irme fue un error, ahora lo comprendo, es solo que me dolió tanto el corazón.

No podía dejar que esto creciera más de lo que Artemis me pueda ofrecer. Cuando creí que estaba lejos, burlando la seguridad, alguien me cubrió la boca con algún químico que me hizo perder la razón, y ahora estoy aquí, despertando en medio de una especie de salón sin nada alrededor.

Solo yo, atada de manos con cadenas por encima de la cabeza, las piernas las tengo libres, pero de nada sirve, estoy encima de lo que me parece una enorme roca cuadrada, como una especie de mesa.

Las luces se encienden al poco tiempo, sintiendo que estoy medio desnuda, ya que solo traigo puestas las bragas y el sostén. Siento que dejo de respirar cuando veo a Uriel entrar con algunos de sus halcones negros.

—Nos volvemos a encontrar —ríe.

El miedo vuelve a mí, intento moverme sin un resultado aparente. En su cara hay rastros de moretones y noto que, al caminar, hace una mueca de dolor, una que disimula muy bien.

—Suéltame...

Las palabras se me quedan atoradas cuando me da un puñetazo que golpea mi boca, el ardor se sube por mi rostro y el sabor metálico inunda mi boca.

—Te dije que volverías a mí —ríe sin gracia, pero con malicia.

Abro la boca para decir algo más, sin embargo, me suelta de las cadenas y aprovecho un ligero descuido dándole una patada en el rostro, me veo liberada, pero él agarra mi cabello y tira provocando que me vaya hacia atrás.

El dolor se dispara y creo que muero por dentro cuando sin perder tiempo alguno, me suelta un puñetazo en el estómago que me saca el aire. Es como si mis costillas se fracturaran.

—Ahora, veamos si has sido de él.

Me gira quedando en una posición de cuatro, hasta que baja mis bragas, abro los ojos con sorpresa, introduce sus asquerosos dedos en mi coño y los mueve como si quisiera verificar que no existan rastros de otro.

Luego abre mis glúteos y me suelta una palmada en el trasero, las lágrimas brotan de mis ojos, imparables, y me molesto conmigo misma porque la única persona que aparece en mi mente y que quiero que venga a salvarme, es Artemis Francori.

—No me hagas daño, por favor... —musito en silencio.

Pero Uriel no le hace caso, mueve el cuello con estrés, como si yo fuera su contrincante.

—Señor —uno de sus hombres le habla.

Le da un móvil, mientras atiende la llamada, como puedo, me arrastro hacia una de las esquinas, abrazando mis rodillas al pecho, como si eso me fuera a salvar. Uriel habla en italiano, no comprendo qué es lo que dice, pero a juzgar sus manos, parece molesto, no son buenas noticias.

Para cuando cuelga, me temo lo peor, lanza el móvil al suelo, rompiéndolo en mil pedazos, es cuando fija sus ojos sobre mí, esta vez no hay sonrisas, no hay nada, ni un ápice de humanidad.

«Es el fin, es el fin»

Me repito una y otra vez, deseando haber visto a Artemis una última vez, porque estoy segura que después de esto, no volveré a verlo nunca. Trago grueso, a pasos pesados se dirige hacia mí y me levanta.

Sollozo con fuerza, sin embargo, me suelta una bofetada que duele más que nada, soy arrastrada hacia la misma mesa en la que desperté y me coloca las cadenas en las manos.

—No, por favor... —escupo sangre.

—Es una lástima, que después de follarte, tenga que asesinarte —lame sus labios—. Akin va para el aeropuerto, así que no tenemos mucho tiempo.

Rompe mis bragas y el sostén lo abre con una navaja, liberando mis pechos, abre mis piernas, lucho porque no lo haga, no obstante, es más fuerte que yo. Cuando veo que saca su polla de los pantalones, sé que todo está perdido.

—Ahora sí, gatita, es momento de jugar con el León.

Enfila y me preparo para el empuje.

Enfila y me preparo para el empuje

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Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora