KAIRA
No importa cuán mojada me encuentre, Artemis sigue siendo demasiado grande y yo muy pequeña, cada empuje, cada una de sus embestidas me estira de un modo que nubla mi razón, es como ver estrellas dentro de un hoyo negro. Quisiera decir que estoy bien, pero no.
—¿Qué hacías con ese pijo de mierda?
—Nada...
Sus manos se aferran a mis caderas, en otra ocasión pediría que usara condón, y me río de lo absurda que es la situación, ya que estoy muy embarazada de él.
—Te gusta —gruñe a mi oído.
Aumenta el ritmo y con ello mi placer, había soñado con un momento como estos por mucho tiempo, en estos meses deseaba en secreto que Artemis entrara por la ventana y me follara como lo está haciendo.
—Artemis —una explosión de sensaciones placenteras inunda mi vientre.
—¿Estás a punto?
Asiento.
Se adentra más a mí hasta que llego de mi orgasmo, cierro los ojos jadeando con fuerza, él gruñe soltando su derrame en mi interior.
—No te quiero cerca de él —demanda.
—No eres quién para pedirme algo así —replico.
Sale de mí y la sola idea de que se vuelva a marchar, oscurece mi mundo.
—¿De verdad quieres ir por ese camino? No me tientes.
Bajo mi falda y subo mis bragas para voltear y darle la cara.
—¿Qué?
Sella sus labios.
—Andando.
Tira de mi brazo y me lleva hasta la casa de mis abuelos ¿cómo es que se aprendió el camino tan rápido? Para cuando llegamos, me suelta, subo los primeros escalones.
—¿Kaira?
Me detengo al escuchar su voz a mis espaldas.
—¿Sí?
Le miro por encima del hombro, pareciera que me quiere decir algo, luego su mirada se apaga, ha cambiado de opinión.
—Nada, descansa.
Vuelvo a mi habitación, toco mi pecho, mi corazón no ha dejado de galopar impaciente desde que vi a Artemis de nuevo. Hay algo extraño en su tono de voz, me cambio de ropa, y me meto en la cama pensando en lo que acababa de pasar.
[...]
El sonido de la alarma es demasiado como para despertar a los vecinos, sé que mis abuelos han hecho el esfuerzo porque me acople a hacerlo con el cantar de los gallos, no puedo. Me levanto, voy directo al baño, abro la puerta cuando mis ojos se abren al ver a un Artemis completamente desnudo saliendo de la bañera.
—¡Dios! —exclamo tapando mis ojos con las manos.
—Si eso es lo que piensas de mí, lo acepto —se ríe.
Me doy la media vuelta caminando hacia la puerta, no obstante, al parecer Artemis tiene la mala costumbre de detenerme.
—¿Por qué te cubres? Ya me has visto desnudo.
Tira fuerte y me lleva contra su pecho.
—También te he visto desnuda.
Las mejillas se me calientan de la sola idea, sus manos comienzan a levantar mi blusa cuando llaman a la puerta.
—Artemis, tenemos que irnos.
—Maldita sea —brama y se aparta.
Respiro de alivio, cosa que le molesta.
—No pienses que te has salvado, cuando termine la pelea serás mi premio —levanta mi barbilla con fiereza—. Mi puto postre.
Y con esas palabras aplasta sus labios contra los míos en un beso posesivo, luego se marcha, la cabeza me da vueltas, cierro con cerrojo y voy directo al excusado, tener que aguantar las ganas de vomitar, no es una de mis cosas favoritas.
Me doy una ducha rápida, recordando bajar al baño de invitados donde me hice las pruebas, salgo con una nueva muda de ropa, voy a mi habitación escuchando que mis abuelos están hablando en el vestíbulo de la casa con Artemis, pero al entrar, la tierra se me viene encima de nuevo.
—Damián —mi voz tiende de un hilo.
El primo de Artemis se encuentra mirando por la ventana, pensando en algo, cuando se da cuenta de mi presencia, se gira y entonces lo veo, las pruebas de embarazo que sostiene en una bolsa transparente de plástico, todas ellas marcadas con un "positivo"
Él parece entender lo que pienso, porque levanta la bolsa y la deja sobre mi cama, retengo el impulso por correr y arrebatarle esas pruebas.
—Dudo que tu abuela esté esperando un hijo —comienza—. Así que, por qué no mejor me dices la verdad.
—No es de Artemis —digo tan rápido que me toma dos segundos arrepentirme de lo que acabo de decir.
—El que eso sea lo primero que digas, me confirma que si es de él.
Deja de lado las pruebas y se sienta en una de las orillas de la cama.
—Estás embarazada de Artemis ¿cierto?
El peso de la mentira me aplasta los hombros.
—Sí —confieso con lentitud.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Ayer, antes de que vinieran, me acababa de enterar.
Asiente como si él es quien está asimilando la información.
—Esto cambia muchas cosas —añade poniéndose de pie.
—No cambia nada, yo...
—Artemis Francori no es un irresponsable, y algo me dice que el saber que tendrá un hijo y que esta vez es suyo, lo va a hacer malditamente feliz.
—¿Qué quieres decir con eso? —trago grueso.
—Escucha, en el pasado, cuando Lilibeth salió embarazada y Artemis estaba obsesionado con ella, pensó que Cole era su hijo, se ilusionó mucho, cuando confirmó que era de Oliver y no suyo, creo que se sintió peor que noqueado en el ring —me explica—. Muy en el fondo quería ser padre, eso es pasado, claro, así que ahora que tú lo estás y que ha aceptado estar enamorado de ti...
Levanto la mirada y suelto las palmas de mis manos, las cuales ya tenía formadas en perfectos puños.
—¿Está enamorado de mí? —el asombro me hace sonreír.
—¿Acaso no se nota? Antes de venir acá, Lilibeth le dijo que si no luchaba por ti, porque hasta ella notó que él traía algo contigo, le cortaría las bolas —bufa—. Y créeme, ella lo cumplirá.
Saber que Lilibeth lo alentó a que viniera hasta acá, hace que las nubes se disipen y que esta vez tenga firme mi decisión.
—¿Y bien? —Damián estira su mano hacia mi dirección—. ¿Qué vas a hacer?
Tomo su mano y tomando una fuerte bocanada de aire, sostengo:
—Cuando termine la pelea, le diré que estoy esperando un hijo suyo.
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Un Corazón Dañino #3 © [COMPLETA]✅
Romance"Se supone que el villano no es el rey, y se supone que la princesa no debe destronar al rey" Lo que empezó como un sueño, terminó en una pesadilla, perdí la cabeza y herí a la única mujer que he amado. Han pasado cuatro años desde el día en el qu...