𝐄𝐋 𝐑𝐄𝐆𝐑𝐄𝐒𝐎 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐌𝐔𝐄𝐑𝐓𝐄

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Afuera, la tormenta rugía con fuerza. Los relámpagos iluminaban brevemente la sala de la casa Salvatore, proyectando sombras inquietantes en las paredes. Artemisa y Elena estaban sentadas en el sofá, escuchando cómo los hermanos discutían sobre lo ocurrido la noche anterior. Damon había hecho un trato con Pearl, la madre de Anna, y no había cumplido su parte. El resultado: un ataque sorpresa que había dejado daños tanto en la casa como en su orgullo.

Damon terminó de clavar una tabla en la pared, cubriendo una grieta que había quedado tras el ataque.

—¿Por qué no vamos con Pearl, rompemos la puerta y aniquilamos al idiota que nos atacó anoche? —propuso el mayor, con evidente irritación.

—Claro, y luego nos disculpamos con todos los demás vampiros diciendo: "Oops, perdón" —respondió Stefan con sarcasmo.

—No puedo creer que hayas hecho un trato con ella —dijo Elena, mientras Artemisa asentía en silencio.

—Fue más bien un intercambio útil de información —replicó Damon con desdén—. No tenía opción, ella da... miedo.

—¡Qué horrible! —murmuró Artemisa con sarcasmo. Damon la fulminó con la mirada.

—Obtienes lo que quieres sin importar a quién lastimas en el proceso —acusó Elena sin mirarlo, su tono cargado de reproche. Aún estaba afectada por lo ocurrido con su madre.

—No tienes que ponerte en plan de mártir —respondió Damon, caminando hacia el otro lado de la sala.

—Despertamos esta mañana descubriendo que todos los vampiros salieron de la tumba. Es comprensible que estemos... molestas —insistió Elena. Damon, ahora sentado en el sofá, la miró con un gesto indiferente.

—¿Hasta cuándo vas a culparme de convertir a tu madre biológica en vampiro? —inquirió, con una mezcla de fastidio y desafío.

—No te culpa —intervino Artemisa, con una sonrisa burlona—. Solo acepta que eres un egoísta psicópata sin cualidades humanas.

—Auch —se limitó a decir Damon, fingiendo ofensa.

—Esto no es muy productivo —interrumpió Stefan, tratando de calmar las aguas—. Necesitamos un plan para enfrentarlos.

Damon se levantó bruscamente y salió de la habitación, claramente molesto. Artemisa sonrió con satisfacción.

—¿Qué? —preguntó a Stefan al notar su mirada de desaprobación—. No seas aguafiestas, déjame divertirme un poco.

Stefan suspiró antes de continuar.

—El plan es este: Damon y yo nos encargaremos de Pearl y sus vampiros. Ustedes dos se quedarán aquí, a salvo, cuidándose mutuamente y siguiendo con su vida normal.

—Eso es ridículo —protestó Artemisa, cruzándose de brazos—. Estás siendo egoísta.

—No. Las estoy cuidando —respondió Stefan con firmeza.

—No nos reconforta saber que tú estarás en peligro mientras nos quedamos de brazos cruzados —insistió Elena, acercándose a él.

—Eso es exactamente lo que van a hacer.

—Genial, no tengo libertad de expresión —bufó Artemisa.

Stefan la ignoró y volvió su atención a Elena, quien parecía debatirse entre la obediencia y la preocupación. Finalmente, Artemisa rompió el incómodo silencio.

—Está bien, hagamos las cosas a tu manera por ahora, pero si algo sale mal... no cuentes con que me quede sentada.













































































𝐃𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐓𝐀𝐑☆ 𝒜𝓁𝓌𝒶𝓎𝓈 𝒜𝓃𝒹 ℱ𝑜𝓇𝑒𝓋𝑒𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora