|Capítulo 19: El último año|

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Marissa

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Marissa

Las clases de literatura eran mis favoritas, ya que casi no necesitábamos interactuar con el resto de los compañeros. Sin embargo, había un inconveniente: el profesor no parecía tenerme mucha estima. Desde la primera vez que rendí un examen con él, quedó sorprendido, ya que había pensado que era la típica chica "perdida" solo por tener un estilo oscuro. Al principio, pensé que superar sus expectativas era algo positivo, pero pronto me di cuenta de que no le caía nada bien.

El que sí parecía caerle mejor era Silas. Bueno, a todos parecía caerles bien. Antes pensaba que a la gente le intimidaba que yo tuviera las mejores notas de la generación y por eso no intentaban acercarse a mí, pero era más que eso. Silas, que era igual de listo que yo, y tenía a todos encantados.

Menos a mí. O eso creía. Su amabilidad era irritante; era amable con todos, absolutamente todos. Ni siquiera podía odiarlo libremente porque solo me hacía sentir culpable y revelaba mi horrible defecto: los celos.

Como siempre, el profesor estaba elogiando el ensayo de Silas sobre El Gran Gatsby durante la clase, mientras él estaba sentado detrás de mí. Por lo general, nos sentábamos en puntos opuestos de la sala, ya que todos los profesores creían que juntar a los estudiantes más aplicados, no solo de la clase, sino de la generación, era peligroso. Menos este profesor, quien ni siquiera me veía como un potencial rival para Silas.

—¿Podría leer tu ensayo después de clase? Si no te molesta, claro —escuché que preguntó Mary Anne a Silas. Ambos estaban sentados juntos.

Era Mary Anne, una chica que había sido mi amiga cuando teníamos unos doce o trece años. Nuestra amistad terminó de manera abrupta cuando empezó a mentirles a sus padres para poder salir, y yo, ingenuamente, era su chivo expiatorio. La situación se complicó aún más cuando sus padres vinieron a mi casa buscando respuestas, y tuve que contarles la verdad.

Ahora, Mary Anne parecía interesada en Silas de una manera casi obsesiva. Bueno, siempre lo estuvo, pero su entusiasmo se hacía más evidente cada día. Cuando éramos amigas me llamaba rara por mi falta de interés en los chicos, como si mi indiferencia hacia ellos fuera un pecado.

—Sí, claro —respondió Silas, con su habitual tono amable y despreocupado.

—¿Qué te parece si vamos a la biblioteca durante el recreo? Sé que tienes cosas que hacer después de clases... —propuso Mary Anne, con una mezcla de expectativa y nerviosismo en su voz.

Maldita sea, justo había planeado ir a la biblioteca durante el recreo. Desde que Silas se me confesó de manera tan inesperada, había intentado evitarlo en la escuela para no tener que enfrentar una situación incómoda.

—Ehh... no lo sé. Es que creo que estaré ocupado —dijo Silas, con un tono que intentaba sonar casual, pero con un toque de vacilación.

—¿Qué tal mañana? —insistió Mary Anne, claramente empeñada en concretar el plan.

Encuéntrame en el 2001 [En proceso]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora