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Estado: Admitir que estas equivocado a veces es lo mejor para poder seguir



El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte, bañando de un tono dorado la panadería que Seokjin había ayudado a construir con su padre desde pequeño. Las semanas recientes habían sido una tortura silenciosa. Namjoon había intentado comunicarse con él de todas las formas posibles: llamadas, mensajes, incluso una nota escrita a mano que dejó en el mostrador de la panadería. Pero Seokjin no respondía. No podía.

Desde el momento en que vio a Namjoon de nuevo, su mundo había tambaleado. Había pasado años creyendo que Namjoon había muerto por su culpa, y ahora, de repente, ahí estaba, como si nada, con una sonrisa y el peso de los años intacto en sus ojos. Seokjin no sabía cómo enfrentar lo que sentía: la culpa, la alegría, la ira. Y así, optó por el silencio.

Y todo eso lo hacía sentir tan cansado....

Esa tarde, mientras colocaba el pan recién horneado en los estantes, un cliente impaciente golpeó el mostrador, sacándolo de sus pensamientos.

—¿Se puede apurar? No tengo todo el día —dijo con un tono cortante.

Seokjin asintió y trató de mantener la compostura, pero sus manos temblaban. Cada detalle del ambiente comenzó a parecer abrumador: el ruido del horno, las voces de los clientes, el aroma del pan que usualmente encontraba reconfortante.

El torbellino de emociones no lo dejaban en paz, él quería acabar con eso se sentía muy cansado.

Sin previo aviso, su respiración se volvió errática. Las paredes parecieron cerrarse, y el mostrador frente a él empezó a tambalearse. Se sujetó del borde, intentando recuperar el control, pero su cuerpo no respondía. Todo lo que podía sentir era el peso de su pecho, como si el aire se hubiera convertido en láminas de acero imposibles de inhalar.

Sentía que todos lo miraban raro y se burlaban de como se veia: Debil 

Asi se sentia frente a todos.

Fue entonces cuando Namjoon entró. Lo había estado buscando desesperadamente, recorriendo cada lugar que Seokjin frecuentaba. Al ver la escena, corrió hacia él sin dudarlo.

—¡Jin! ¡Hey, respira conmigo! —dijo mientras lo tomaba suavemente por los hombros.

Seokjin intentó enfocar su mirada, pero las lágrimas nublaban su visión. Namjoon comenzó a respirar profundamente, esperando que Seokjin lo imitará.

—¡Escúchame! No estás solo, estoy aquí contigo —le susurró con una voz calmada.

Poco a poco, Seokjin comenzó a acompasar su respiración con la de Namjoon, pero las lágrimas no paraban. De pronto, con un estallido de emoción contenida, Seokjin levantó los puños y golpeó levemente el pecho de Namjoon.

—¿Por qué no me lo dijiste? —gritó entre sollozos—. ¿Por qué te escondiste? Se suponía que íbamos a huir juntos. ¿Sabes lo que fue pensar que habías muerto por mi culpa?

Se había sentido culpable durante años.

Namjoon lo dejó desahogarse, sintiendo cada golpe como un eco del dolor que también él había cargado.

—Lo hice por ti, Jin —respondió con voz entrecortada—. Si me iba, mis padres te dejarían en paz. Sabía que si desaparecía, estarías seguro... aunque eso significara perderte.

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