Prólogo

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Desde el interior de su yelmo el sudor le caía a goterones y le dificultaba la visión. Heriald El Gigante observaba la altiplanicie donde los guerreros Khass se organizaban en hileras bien formadas de soldados.

Aquellos engendros mitad hombres mitad bestias sanguinarias no se les podía negar un buen conocimiento de las tácticas de guerra. Heriald miró entonces a sus hombres, a los que había comandado desde hace posiblemente algo más de diez años. Algunas caras nueva había entre ellos, tensos y nerviosos como corderillos , algunos expertos y a los que el general conocía bien , como Gustav de Calis, su segundo al mando, su pecho trenzado de cicatrices rojizas se mostraba sin armadura alguna, siempre había sido un temerario.

Las miradas de los veteranos eran completamente distintas. Agudas, fijas en el horizonte, ansiosas de sangre Khass. Puestos a fijarse en formaciones , el general hubo de reconocer que andaban muy a la zaga de aquellas semi-bestias que formaban ante sus miradas. A ellos les gustaba mas eso de las escaramuzas y las batallas a melé , sin organización alguna. No les había ido mal después de todo.

El cielo, tintado de un gris de malos presagios servía para apagar el poco ánimo de espíritu que podía surgir en alguno de aquellos jovenzuelos que componían su ejército. No tenía buena pinta. La brisa hacía poco acto de presencia acusando aun mas los sudores dentro de la armadura. Los cuervos negros volaban en círculos , sabiendo de la matanza que se avecinaba en los campos aquel día. No eran buenas condiciones para luchar, sin duda alguna.

El murmullo de las formaciones de batalla de los Khass se apagó. Tras esto, sonó un cuerno de guerra, un segador de esperanzas , un sonido de muerte. Los khass estaban avanzando. Y con ellos, el grito ensordecedor de unos veinte mil soldados bien entrenados y con aspecto de bestias andantes.

Heriald continuaba observando a su hombres. Los jóvenes olían el miedo , la muerte. Los que habían aguantado con él desde hacía tanto tiempo, no olían nada. No pensaban en nada. Lo entendía , ese grado de estado mental solo se conseguía tras años de batallas. Lo único que ocupaba sus mentes era el deseo de hundir la espada hasta el hueso, de llenar de sangre enemiga sus rostros impasibles. Corderos y leones. Todos en el mismo bando por un objetivo común , acabar con la rebelión Khass.

El implacable estruendo de los pasos de soldados Khass avanzando hacia ellos. El cuerno que volvía a retumbar esta vez más cercano, esta vez mas torturador.

-Soldados - dijo El Gigante alzando su voz tanto como podía -esto no acaba aquí, en este día, en esta tierra. Hoy es el comienzo de todo. El comienzo de la batalla. El comienzo de la hermandad. Todos los que lucháis por primera vez os daréis cuenta de lo que es dar vuestra vida por salvar la del hombre que combate a vuestro lado. Hoy es el comienzo del valor. Cuando un león te pone contra la pared ¿Que es lo queda en los corazones muchachos?

El ejercito mudo. Las miradas clavadas en El Gigante con algo parecido a la esperanza flotando en su superficie.

-Os diré lo que queda -continuó - Lo último que queda es el valor. Para hacer frente a un animal , hay que convertirse en un animal. ¡Hoy seremos animales! -gritó

Y el ejército como una ola coordinada de furia gritó con él.

-Hoy seremos bestias del infierno y segadores de almas -volvió a aullar , pero esta vez no fue algo natural, una estruendo casi metálico invadió el aire.

El ejército, presto para la batalla, volvió a gritar con él , y esta vez fue un grito diferente. Inundó los campos e incluso los Khass parecieron arrebujarse ante su poder.

-Hoy , en esta tierra. -Los ojos Del Gigante miraron a todos y a ninguno envueltos en una furia distante - ¡el comienzo de la guerra!.

El abuelo terminó de contar la historia. Al joven, de siete años y aspecto entusiasta, se le torció el gesto. Tenía el pelo negro y mal cortado, y una mirada inquisitiva se colgó de su abuelo que apenas le había dejado respirar para que la contara.

-Y... ¿asi termina la historia? -dijo el muchacho decepcionado

-Asi termina, Theodor. -contestó el anciano. Su amplia frente se surcó de arrugas.

-Se queda en lo mejor ,abuelo. ¿Qué pasó en la batalla?

-La batallas no son buenas de contar para un niño.

-¿Pero qué paso? Cuenta abuelo, cuenta.

El anciano suspiró . Sus ojos se desviaron al techo de la instancia. La habitación, bastante oscura, apenas iluminada por una vela en una mesilla al lado de las dos figuras que conversaban. La sombras que proyectaban eran muecas irónicas de la realidad, pues la oscura figura del anciano se proyectaba fina y menuda en el suelo de madera, y la del joven era por el contrario rugosa , deforme y colosalmente grande.

-No acabó bien - dijo al rato el abuelo.

-¿No ganaron? -Los ojos del niño se habían percatado de la pesadumbre del anciano.

-No. Y no solo eso. Fue una masacre. Algo que esta fuera de los libros de historia.

Theodor puso cara de decepción manifiesta. Luego de cavilar un instante volvió a la carga.

-¿Y qué fue de El Gigante? No puedo creer que saliera derrotado.

-Huyo del campo de batalla -Dijo el anciano con deje de reproche.

-Imposible

-Yo no miento, Theodor , ¿por quién me tomas? -El abuelo arrugo el entrecejo y por un momento dio la impresión de ser más viejo de lo que ya aparentaba.

-Es solo que.... me habías hablado de su fama de valiente. No tiene sentido.

-Eso pensamos todos en El Valle. Pero algo vio el general. Algo para lo que nadie, ni siquiera él , estaba preparado.

-¿Que fue? abuelo.

-Nadie lo sabe. Mucho se ha especulado sin embargo. Algunos dicen que fueron demonios Astrogod los que le hicieron abandonar. Pero muchos dudan de esta teoría, El Gigante ya se había encargado de criaturas como esas antes. Otros afirman que los Khass traían consigo bestias que nadie jamás pudiera haber imaginado. Pero esa teoría es tan poco valida como la anterior. El Gigante era el general de los segadores. No se amilanaría por algo como eso.

El niño se quedó tensó como una cuerda a punto de romperse.

-¿Tu qué opinas, abuelo?

El anciano sonrió. Pero no fue un gesto sincero del todo.

-No lo sé , jovencito. Pero si algo fue capaz de arrancar el alma del Gigante y echarlo fuera de la lucha, solo espero por el bien de todos , que no lo encontremos en este lado del mundo. 

Los Guerreros de la JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora