Desencadenado (Fowest)

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Lishandra luchó por correr tan aprisa como sus pulmones le dejaban. Consiguió salir de la refriega que se había organizado en la plaza del mercado y se adentró en un callejón poco iluminado y estrecho. Sintió que su pie estaba frió como una losa y , cuando bajó la mirada, descubrió sorprendida que había perdido una calza en su huida. A pesar de todo lo que había pasado, de la posible atrocidad que había cometido al poner en guerra a la gente contra la guardia, no pudo contener una sonrisa al ver un pie vestido y el otro descalzo. Daba una imagen de pena.

Escuchó unos pasos veloces que se acercaban por el otro lado de la calle. Se pegó a la pared todo lo que pudo y aguantó la respiración , con el corazón en la garganta. Por su lado, tan cerca que pudo ver las manchas de sus camisolas, cruzaron a la carrera unos cinco hombres bastante fornidos que parecían ciudadanos cualquiera. Portaban armas improvisadas y no tuvo la menor duda de lo enfadados que se encontraban.

En el centro del mercado de la ciudad se podría librar una batalla que entrara en los libros de historia. Todo por culpa de Athanasi. Todo por culpa suya...

Continuó alejándose de los gritos y los golpes de metal contra madera, ignorando su pie descalzo. No quería oir nada de eso, la ahogaba. Oprimía su pecho con culpabilidad y con imágenes de matanza. Necesitaba encontrar al príncipe , ese cabrón traicionero, y Athanasi debía ayudarla. Había tenido que hacerlo, la compasión no podía caber en ella ni por un instante, de lo contrario, jamas alcanzaría su objetivo. La venganza.

El cansancio se apoderó de Fowest lentamente. Su espada pesaba como una montaña y de su hombro no paraba de brotar sangre oscura. Cada enemigo ahora resultaba más difícil de batir.

Las cosas no andaban mucho mejor entre sus soldados. Quedaban cada vez menos y el circulo se estrechaba mientras contenían a una ola de asesinos profesionales. Intentó animarles, gritarles como un perro agresivo, tajar hombres con violencia para intimidar a su adversario. Pero nada parecía reprimir el deseo de muerte de esos tipos encapuchados. Sin darse cuenta , algo frió y húmedo se enroscó en uno de sus brazos cuando estaba apunto de rebanar a otro encapuchado, y tiró de él con tanta fuerza que bien podría haberle arrancado un brazo. Salió disparado sin freno hacía el duro suelo. Estuvo apunto de partirse la barbilla y los dientes cuando aterrizó como un saco.

Cuando levantó la cabeza, observó una botas altas que se erguían sobre Fowest. Se incorporó con toda la agilidad de un viejo achacado y plantó cara a un hombre que lo miraba con una frialdad vacía. Tuvo una ganas repentinas de volver a echarse a tierra. Se trataba del hombre encapuchado que había ordenado la emboscada. Sus ojos se encontraron y pareció haber una guerra de miradas que detuvo el tiempo por completo. Cuando Fowest se concentró en agudizar la vista, tras esa cortina de oscuridad que proporcionaba la capucha, pudo distinguir un rostro sonriente, agudo como un diamante pulido, y un iris negro de pesadilla. Los rasgos, muy familiares para Fowest junto a ese cabello dorado y oscuro particular, confirmaron una sospecha ahogada e intuitiva que había tenido la primera vez que lo vio.

-Así que tengo al objeto de mi búsqueda justo delante -Fowest sujetó con una fuerza desproporcionada el mango de su espadón. -nunca imaginé que fueses a encontrarme tú a mi. No te escondes como tu hermano.

El hombre se retiró la capucha. Efectivamente, era Athanasi.

-Solo tienes que contemplar la escena -Athanasi abrió los brazos abarcando todo el mercado. -¿debería esconderme de una panda de borregos que solo sabe gemir ante las embestidas de mis hombres? Esperaba más de la guardia real. -dijo, como el siseo de una serpiente.

Esa certeza hirió su orgullo como una espada al rojo vivo cortando su piel. Estaban acabados, no había mas que verlo.

-Prometí al rey tu cabeza. Y la conseguiré

Los Guerreros de la JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora