El Gremio (Kan)

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Un joven traspasó una puerta a toda velocidad, saltó por encima de una mesa y llegó a un habitación donde su jefe, un hombre delgado, de cabellos negros y largos, miraba de espaldas por un ventanal que cubría casi toda la pared del salón.

-Viene la guardia, Blazh -dijó el joven, con sus cabellos rubios goteando de sudor.

Blazh se volvió despacio , llevaba una daga de metal violáceo en la mano derecha.

-Lo sé, los he visto.

-¿Que hacemos ahora?

-Ordena que se quemen los pergaminos que tengan información que nos involucre. Iremos a la horca si encuentran uno solo de ellos. Date prisa -alzó una manó para apoyar sus palabras y el joven salió todo lo rápido que pudo.

Golus Kan caminaba escoltado por diez soldados de la guardia mientras avanzaban por el sendero que conducía a la sede del gremio. La tarde estaba pegando con fuerza con un calor impropio de esas fechas, y la túnica azul que vestía se le pegaba al cuerpo y le picaba. No tenía ni la más remota idea de que es lo que se iba a encontrar cuando llegará a la sede metalúrgica , pero tampoco es que le apeteciera demasiado la idea. Sin embargo Ginebra le observaba cuidadosamente y sabía que si se desviaba del camino que le habían ordenado sufriría las consecuencias. Era una mujer con mucho poder y no podía tomarse el lujo de desobedecerla. Por un instante alzó la cabeza y vio el edificio del gremio metalúrgico que se había construido con ventanas enormes por todas partes. Un hombre con el pelo tapándole el rostro oscurecido se alzaba al otro lado de la ventana observándoles inmóvil, no parecía que tuviera mucho que esconder, pero su figura era intimidante y siniestra. Un escalofrió le recorrió el cuerpo.

-Voy a ver si hay una parte trasera con cinco de mis hombres -dijo de pronto uno de los guardias - no queremos que nadie se escape.

Golus Kan asintió sin decir palabra y tras un momento vio como seis soldados de armadura rechinante se deslizaban por la parte trasera del edificio.

- Por orden de Ginebra ,mano ejecutora del rey -gritó Kan - se les ordena que salgan del edificio a todos los miembros del gremio. Se va a proceder a una inspección a fondo del lugar .

Hubo un silencio total que a Kan se le hizo eterno. Al cabo , la puerta principal se abrió y comenzaron a salir empleados del gremio. Escribas, contables, secretarios... ni rastro de los dos responsables que llevaban el negocio.

-¿Donde están vuestros jefes? -preguntó Kan a un chico bajito y con cara de niño.

El joven agitó el pelo lacio y rubio y encogió los hombros sin decir nada.

Kan se empezó a poner nervioso y abría y cerraba los puños de manera constante. No se podían haber escapado, las salidas estaban cortadas, a no ser que tuvieran un pasadizo secreto subterráneo. Cuando ya estaba considerando la posibilidad de la salida secreta como algo real, apareció la figura siniestra de cabellos negros por la puerta. Con paso tranquilo se acercó a él y pudo verle entonces la cara, mostraba una amplia y amable sonrisa. Sus ojos bailaban entorno a Golus Kan como inspeccionándole de algún modo. Era de mediana estatura pero daba la sensación de parecer más grande que él. Golus Kan se tensó involuntariamente, por un momento tuvo ganas de darse la vuelta y salir corriendo, pero aguantó el tipo y enfrentó su mirada.

- ¿A qué se debe esta intromisión? -preguntó el hombre de pelo negro, que no había desdibujado la sonrisa. -Tenemos mucho trabajo aún por acabar caballeros.

-Ordenes de su majestad -dijo muy serio Kan -También necesitamos hablar con los dos hombres que dirigen el gremio. Blazh y Athanasi son sus nombres, tengo entendido.

-Y a entendido bien. Me llamo Blazh, del clan Ojos Negros. -le tendió la mano y Kan se la estrechó con dudosa rapidez -Mi hermano se encuentra en el centro de la ciudad atendiendo unos negocios...

Los Guerreros de la JusticiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora