CAPÍTULO 20: Ataque en la Estación

4 1 0
                                    

Jair estaba terminando de ordenar su maletín para salir de la oficina temprano. Todos los papeles del día, que le tomaron en promedio 14 horas firmar contando los descansos para meditar y revisar otros papeles policiales sin importancia y pospuestos, pasó solo 4 horas firmando sin parar como una de esas máquinas de fotocopiar modernas que las hadas inventan cada día, y su sueño fue nulo en todo ese tiempo. Notó que era la carga más pequeña que tuvo en sus días de policía cuando en realidad solo fueron 5 de 167 hojas menos y él lo sabía.

No se preocupó del caso de los archivos perdidos que un policía interno estaba revisando porque tenía las esperanzas que eso se arreglaría con la reunión que tendría en la tarde del día siguiente, en la hora de descanso.

La pobre oficina era la que más había sufrido y la pobre señorita de la limpieza lo podía confirmar, hacía unos días que se tomó horas para limpiarla y ahora lucia como nueva tras su ataque de furia salvo algunos golpes. Las hojas desordenadas, el desorden completo, las manchas de sangre que dejaban a la imaginación lo ocurrido, de seguro pensó en un huracán o un Valvacastro que se internó justo en la oficina de la autoridad de la ciudad. Aún así, las hojas y archivos de la oficina más importante del recinto nunca habían estado tan ordenadas y clasificadas en bandejas de plástico como las había puesto hacia años de años, lo que provocaba sospechas en cualquiera. 

Resumiendo su día, pidió a Fray a su oficina un par de veces esa mañana para hacerle encargos e informes para dos propósitos: primero, enviar algunos mensajes a los de imprenta, central, correo, y lavandería; y segundo, hacer despertar la sospecha de los demás que Fray se había ganado su confianza y que estaba camino a convertirse en su nuevo asistente y así despertar los rumores seguido de las sospechas de Asrey, si tenía algo que ver en esto. Si se corría rumores de su despido y trataba de hacer algo, entonces serían reales sus sospechas, estaría usando su puesto tan alto para algo más oscuros y haría lo posible para recuperarlo, sino quedaría como un paranoico. Fue en el lonche que se reunió con Fray en la cafetería más cercana para entregarle toda la investigación que recolectó sobre el todos estos días. Al fin sabría si investigaba al individuo equivocado o simplemente un bufón de poca monta que no tendría nada que ver con esto. De ser así, se desecharían días y días de investigaciones detenidas y se posarían en una teoría aún más probable que la de "Asrey Culpable". Veía su trabajo secreto y el de Fray como si estuvieran siguiendo una pista basada en una sospecha y luego en un resultado positivo sobre las primeras investigaciones que, misteriosa pero satisfactoriamente, incrementaron lo suficiente pero que ocultaron el momento justo para caer por sorpresa.

No había abierto el archivo, pero todo parecía estar confirmado. Asrey tenía posesiones sospechosas, algunas que no deberían estar en sus manos y otras, de manera sencilla, eran misteriosas. Todas confiscadas por Fray en visitas secretas casi diarias a su oficina, luego a su casa, y a algunos sitios donde frecuentaba y era documentado. Se disponía a revisar esta información en su casa antes de dormir y al dia siguiente catalogar que era importante y que no para redactar un resumen sobre lo más sospechoso de todo. Llegaba a la estación con el mismo folder, cada vez con más contenido, entre su brazo izquierdo mientras con el derecho saludaba a los demás cuando entraba a la estación. Evitaba preguntas frecuentes de sus colegas sobre lo que hacían en día con respuestas ingeniosos, a veces duras e insultantes pero siempre guardando su aire típico de jefe. Luego, continuaba con su día normal. 

Las investigaciones a los pueblos "primitivos" del bosque (los cuales deberían ser referidos como "pueblos culturales" ya que fueron los que establecieron una cultura de Meliral antes de que la de Valer se vuelva la cultura dominante en Tierras del Este) cobraban fuerza cada vez menos. La gran mayoría de explosiones y ataques eran con armas comunes como bombas caseras o fáciles de armar con elementos naturales que darían un orgasmo mortal a un profesor de botánica, biología, y química muy apasionado; dardos envenenados; o cualquier arma que usan los indígenas. Una que otra vez se reportaban terroristas usando rifles de asalto o pistolas comunes para atacar calles y camiones de policía lo que hacia perder certeza sobre si de verdad eran indígenas los atacantes. 

Baile de Condenados (Relámpagos del Este-Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora