Capitulo 22: Lo que provoca el amor

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Y es que me encantas tanto.
Si me miras mientras canto.
Se me pone cara tonto.
Niña, tú me tienes loca.
Y es que me gustas, no sé cuánto.
"Gogoko zaitut" como dirían los Vascos
Si quieres te lo digo hasta en Portugués: Eu gosto de você.

Mon Amour / Aitana y Zzoilo.

Meredith:

Al final de la noche, terminamos perdidas en la nada, ambas acostadas sobre el capote de la camioneta, mientras mirábamos las estrellas, abrazadas, como si el frio, y el mundo girando a nuestro alrededor no existiera, creando historias, y sueños, que no sabíamos si en algún momento cumpliríamos juntas.

-Mira, podemos construir una pequeña clínica, con todo equipado –decía emocionada –mi padre puede financiar el proyecto, y tú puedes dirigirlo, sé que eres muy buena en eso, Arizona ya no tendría que trabajar lejos de Derek y Sofía, y esos niños tendrían toda la atención que necesitan.

- ¿Por qué estás tan interesada en eso? –pregunto con curiosidad.

-Porque es algo que es necesario, y si yo puedo ayudar, de alguna manera, lo hare –me dice con una gran sonrisa que yo le devuelvo -aparte que es uno de tus sueños -noto la emoción, con la que cada palabra salía de su boca.

-Está bien, hagámoslo –ella me ve con los ojos muy abiertos, y después me sonríe ampliamente, comenzando a celebrar, como una chiquilla.

-Eres muy tierna, ¿sabes?

-Claro que lo sé –me dice con chulería, y yo solo niego –y después –vuelve a hablar –que la clínica este lista, podemos viajar juntas, conocer varias playas, y criar a este bebé juntas y... -ella para en seco, y yo la miro con una ceja alzada.

- ¿Cuál bebé?

-Nada, olvídalo –dice escondiendo su cara en mi pecho, y yo ya no insisto, mientras le acaricio el cabello de forma tierna.

Después de mucha platica, terminamos dormidas, abrazadas, solo cubiertas con una pequeña manta, que de milagro llevaba en la cajuela de la camioneta, hasta que los rayos del sol, poniéndose, y los pájaros cantando a nuestro alrededor, nos despertaron.

-Buenos días dormilona –murmuro, notando que me observa con sus ojos, apenas abiertos.

-Buenos días Mer.

- ¿Descansaste?

-Sí contamos que dormimos a la intemperie, sobre el cofre de tu camioneta, abrazadas –hace una pausa, como si pensara algo –mmm si, dormí perfectamente, ¿y tú?

-Igual –le digo, dándole un pequeño beso en su nariz, y ella sonríe -creo que tendremos que regresar, si queremos llegar a tiempo a la comunidad.

-Cierto –menciona, incorporándose de golpe –tienes que dar clases hoy.

-Tenemos –le recuerdo, y ella hace mala cara –acepta que te mueres por ser maestra por un día.

-Me muero de miedo, de estar enfrente de muchos niños –me dice.

-No es tan malo, veras que todo saldrá bien, y yo estaré ahí para ayudarte.

-Espero que sí.

Y así, ambas nos levantamos, y entramos a la camioneta, poniendo está en marcha, y con una gran sonrisa en nuestros rostros.

Después de dejarla en la aldea para que se alistara, regrese al pueblo en busca del kilo de pepinos que necesita, y al regresar tuve que aguantar las burlas de Derek, al verme llegar con mi bolsa, y darme los más de 20 condones que no sabía que guardaba.

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⏰ Última actualización: 11 hours ago ⏰

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