Capítulo 19: Comodidades.

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Meredith:

Entramos ahí, y todo era un desastre, la chica que acabamos de ver pasar, con su pancita de 8 meses de embarazo, ahora se encontraba en un mar de llanto, y un pequeño goteo de sangre se asomaba por sus piernas.

- ¿Qué paso? –dice Addison, preparándose para revisar a la chica, como toda una profesional.

-Iba caminando hacia acá, y de pronto tropecé –dice la chica, entre lágrimas y dolor –no quiero perder a mi bebe –su voz suena desesperada.

-No lo perderás –le asegura –pero necesito que te tranquilices, para poder revisarte.

La chica estaba recostada en la pequeña cama de madera, en la que dormían ella y su hermano pequeño, y si todo iba bien, la compartirían con él bebe, que está a punto de nacer.

Addison, con mucha delicadeza, comienza a revisar a la chica, y se por su cara, que algo no está bien.

- ¿Cuál es tu nombre?

-Alma.

-Alma, te hare algunas preguntas, y necesito que me contestes con sinceridad –ella asiente - ¿cuántos meses de embarazo tienes?

-No sé –murmura la chica, y Addison la ve con los ojos muy abiertos –unos 7, tal vez 8 meses.

- ¿Tal vez? –pregunta incrédula, y yo ruedo los ojos.

Creo que todavía no comprende que esto no es la cuidad, en donde la mayoría de las chicas embarazadas, tiene acceso a un seguimiento durante su embarazo, aquí, con trabajos y se les proporciona ácido fólico, y como una forma de control, Ari las revisa cada que puede, pero ella no es obstetra.

-Addison –me acerco a ella, cuando veo confusión en su rostro - ¿recuerdas lo que acabamos de hablar? –ella asiente –entonces sabes que aquí no tenemos la forma de que ella, pueda llevar un control, así que tendrás que trabajar con lo poco que sabes.

-Está bien – suspira –el accidente provocó que el parto se te adelantara –dice lentamente, mientras Alma, la ve con los ojos súper abiertos –así que estas dilatando un poco rápido –menciona, mientras la palpa, comprobando su dilatación.

- ¿Eso quiere decir qué? –pregunta con temor.

-Que, en unas dos horas, este pequeño o pequeña, tendrá que nacer.

Y con eso, ella comenzó a dirigir a todos, como si se encontrara en un quirófano, sin duda era una excelente médica, y sabia como manejar estas situaciones, pero cuando comenzó a caer en la realidad, de que muchas cosas que pedía, no estaban a su alcance, su cara de molestia se hizo evidente.

-Mire doctora –le dice María, la madre de la chica –sé que, en su ciudad, usted tiene todo a la mano, pero aquí, los recursos son escasos, y lo que está pidiendo es difícil de conseguir –ella trataba de hacerle ver la realidad, a la niña de ciudad, que estaba enfadada porque no pudieron conseguirle un medicamento que exigía –así que, o ayuda a mi niña, con lo poco que tenemos aquí, o le hablamos a la señorita Arizona, que también sabrá que hacer,

Ella me voltea a ver, como buscando ayuda, o tratando de buscar la forma de solucionar todo esto.

-No puedo –murmura.

-Si puedes, mira, haz hecho esto miles de veces –ella asiente –solo tendrás que adaptarte a lo que hay aquí, yo te puedo asistir, una vez ayude a Ari a hacer esto, solo dinos que realmente necesitas.

-Está bien –me dice, como si fuera una niña regañada –ocupo agua, unas toallas, e instrumento de sutura, ¿tendrás?

Yo volteo a ver a Derek y el asiente, mandando a algunas chicas a conseguir lo que pidió.

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