Sorpresa

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La temporada de Fórmula 1 había terminado, y Max Verstappen, tetracampeón del mundo, finalmente podía disfrutar de un merecido descanso en el palacio junto a su familia. Las festividades de Navidad estaban a la vuelta de la esquina, y el ambiente en el palacio era alegre y bullicioso. Los gemelos, con su energía interminable, correteaban por los pasillos, mientras Max disfrutaba cada instante de tranquilidad al lado de Sergio y sus hijos. 

Sergio, sin embargo, no se sentía completamente bien. Había estado experimentando náuseas matutinas, cansancio extremo y una sensibilidad extraña en su cuerpo, pero después de años de bromas por parte de sus hermanos Carlos y Fernando sobre su dramatismo, decidió ignorar sus síntomas y no preocupar a nadie. 

“Seguramente es el estrés de los preparativos navideños,” pensó Sergio, aunque en el fondo sabía que algo más estaba pasando. 

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Una mañana, mientras los gemelos jugaban con Max en el patio, Sergio estaba en una de las salas del palacio revisando los detalles finales de las decoraciones navideñas. El árbol principal, enorme y decorado con cientos de luces y adornos, ya estaba en su lugar. Sergio había trabajado con esmero para que todo fuera perfecto, pero su energía parecía agotarse más rápido de lo normal. 

“Tal vez debería tomarme un descanso,” pensó, pero justo en ese momento entró Carlos, observándolo con atención. 

—¿Estás bien, hermanito? —preguntó Carlos, cruzándose de brazos. 

Sergio levantó la vista y le sonrió, aunque su rostro lucía algo pálido. 

—Estoy bien, Carlos. Solo un poco cansado. 

Carlos lo miró con suspicacia. No era la primera vez que notaba algo extraño en Sergio últimamente. 

—¿Cansado? Has estado cansado, con náuseas y más sensible de lo normal. Sergio, ¿te has hecho una prueba de embarazo? —dijo Carlos con una ceja levantada. 

Sergio lo miró, sorprendido por la observación de su hermano. 

—No puede ser eso… ¿o sí? —murmuró, recordando que la última vez que se sintió así había sido antes de descubrir que estaba esperando a los gemelos. 

Carlos sonrió con suficiencia. 

—Ve al médico, Sergio. No pierdes nada. 

Sergio suspiró, pero la idea ya se había plantado en su mente. Así que, más tarde ese día, aprovechó un momento de tranquilidad y pidió una cita médica sin decírselo a nadie. 

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En la clínica, Sergio estaba nervioso mientras el médico revisaba los resultados. Cuando el doctor finalmente le dio la noticia, el corazón de Sergio se llenó de emoción. 

—Felicitaciones, Alteza. Está embarazado, aproximadamente de unas seis semanas. 

Sergio se llevó una mano a la boca, tratando de contener las lágrimas de alegría. Hacía exactamente seis semanas que había sido el Gran Premio de Las Vegas, y ahora sabía que la noche de la celebración del tetracampeonato de Max había sido aún más especial de lo que imaginaban. 

Al regresar al palacio, Sergio no podía dejar de sonreír. La felicidad lo envolvía, y comenzó a planear cómo dar la noticia a su familia. Decidió que lo haría el día de Navidad, de la forma más especial posible. 

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La mañana de Navidad llegó, y el palacio estaba lleno de alegría y expectación. Los gemelos corrían de un lado a otro, emocionados por abrir sus regalos, mientras Max los observaba con una sonrisa. Aunque había disfrutado mucho de su carrera como piloto, estos momentos con su familia eran los que realmente le daban felicidad. 

Sergio había preparado todo con cuidado. Cada miembro de su familia tenía un regalo, pero la sorpresa más importante estaba guardada en una caja especial. 

Después de abrir los regalos habituales, Sergio se levantó y sostuvo una pequeña caja en sus manos. 

—Tengo algo más para todos ustedes —dijo, llamando la atención de sus padres, hermanos y esposo. 

Entregó la caja a Max, quien la miró con curiosidad mientras los gemelos trataban de asomarse para ver qué había dentro. Cuando Max abrió la caja, encontró una pequeña ropa de bebé, un chupón, y una ecografía. 

El silencio llenó la sala por unos segundos antes de que Carlos fuera el primero en reaccionar. 

—¿Es en serio? —preguntó, mirando a Sergio con los ojos abiertos. 

Sergio asintió, su sonrisa iluminando el lugar. 

—Estoy embarazado. 

En ese instante, Max se tambaleó y cayó sentado en el sofá, desmayado por la emoción. 

—¡Max! —exclamó Fernando, aunque no pudo evitar reírse. 

Carlos se acercó a Sergio, dándole un abrazo. 

—¡Felicidades, hermano! Aunque parece que Max lo está procesando a su manera. 

Cuando Max finalmente recobró el conocimiento, lo primero que hizo fue buscar a Sergio. Lo abrazó con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad. 

—Este es el mejor regalo de Navidad que podría haber recibido —susurró, besando la frente de Sergio. 

Los gemelos, aunque no entendían del todo lo que estaba pasando, comenzaron a saltar de emoción al ver a sus padres tan felices. 

—¿Un bebé? —preguntó uno de ellos, mirando a Sergio. 

—Sí, tendrán un hermanito o hermanita —dijo Sergio, agachándose para abrazarlos. 

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Esa noche, después de que todos se hubieron ido a dormir, Max y Sergio estaban acostados en su habitación, disfrutando de un momento de tranquilidad. 

—¿Sabes? —dijo Sergio, rompiendo el silencio—. Este bebé fue procreado la noche que celebramos tu tetracampeonato en Las Vegas. 

Max se giró para mirarlo, con una sonrisa que reflejaba incredulidad y felicidad. 

—No podía haber sido un día mejor —dijo, acariciando el rostro de Sergio. 

Sergio se recostó contra el pecho de Max, sintiéndose completamente en paz. 

—Te amo, Max. 

—Y yo a ti. Gracias por hacerme el hombre más feliz del mundo, una vez más. 

Esa noche, mientras el palacio dormía, Max y Sergio soñaban con el futuro, sabiendo que su familia estaba a punto de crecer y que, juntos, podían enfrentar cualquier cosa. 

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La Joya de La CoronaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora