El sol apenas asomaba en el horizonte cuando Max Verstappen, dormía plácidamente en la cama junto a su esposo Sergio. Después de una intensa temporada de carreras, el descanso era más que merecido. Sin embargo, aquella tranquilidad matutina se interrumpió de golpe.
—Max... Max, despierta —la voz de Sergio era urgente pero cargada de emoción y ansiedad.
Max gruñó suavemente, aún entre sueños.
—¿Qué pasa, amor? —murmuró, entreabriendo los ojos.—Creo que... ¡ya viene el bebé! —exclamó Sergio, sujetándose el vientre con una mezcla de dolor y nerviosismo.
Max parpadeó, intentando procesar las palabras. Pasaron unos segundos antes de que su mente finalmente conectara los puntos. De repente, se sentó de golpe en la cama.
—¡¿Qué?! ¡¿Ahora?!Sergio asintió, respirando profundo mientras una contracción lo hacía inclinarse hacia adelante.
—¡Sí, Max, ahora!La habitación se llenó de caos en cuestión de segundos. Max saltó de la cama, tropezándose con las sábanas mientras intentaba vestirse y buscar las cosas que habían preparado semanas antes.
—¿Dónde está el bolso? ¡El bolso para el hospital! —preguntó frenético, revisando cada rincón.
—En el armario, Max. Lo pusimos ahí, recuerda... —respondió Sergio, tratando de mantenerse calmado pese al dolor.
Finalmente, Max encontró el bolso, ayudó a Sergio a vestirse con delicadeza y, sin perder más tiempo, lo llevó al auto. Mientras conducía hacia el hospital, Max mantenía una mano sobre la de Sergio, hablándole suavemente para tranquilizarlo.
—Estamos cerca, amor. Todo va a salir bien. Eres increíble, ¿sabes? —decía mientras aceleraba un poco más de lo permitido, intentando llegar lo más rápido posible.
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El hospital estaba listo para recibirlos. Todo el personal médico se movilizó con eficiencia, guiando a Sergio hacia una sala de parto privada, especialmente preparada para la familia real. Max permaneció a su lado, sosteniéndole la mano mientras los médicos realizaban los preparativos.
—Max, ¿estás bien? —preguntó Sergio entre respiraciones profundas, notando lo pálido que estaba su esposo.
—Yo debería preguntarte eso a ti —respondió Max, apretando suavemente su mano. —Pero sí, estoy bien... solo un poco nervioso.
—Tú puedes con esto, Sergio. Lo sé —añadió Max, su voz temblando ligeramente por la emoción.
Tras horas de trabajo de parto, llenas de esfuerzo y paciencia, finalmente el llanto de un bebé resonó en la sala. Max y Sergio, con lágrimas en los ojos, vieron cómo la matrona levantaba a su recién nacido, un hermoso niño que parecía ser una combinación perfecta de ambos.
—Es un niño —anunció la doctora con una sonrisa.
Sergio dejó escapar un sollozo al ver al bebé, mientras Max, incapaz de contenerse, besaba la frente de su esposo.
—Es hermoso... igual que tú, amor.Pero antes de que pudieran recuperar el aliento, otro llanto resonó en la sala.
—Espera... ¡hay otro! —exclamó la doctora con sorpresa, sacando un segundo bebé.
Esta vez, era una niña, pequeña y delicada, pero igualmente perfecta. Max se quedó boquiabierto, mientras Sergio, agotado pero feliz, reía suavemente.
—Gemelos... tenemos gemelos, Max —susurró con una sonrisa.
—Son perfectos... los dos son perfectos —respondió Max, emocionado, mientras tomaba las manos de Sergio y las besaba con ternura.
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La noticia de los gemelos se difundió rápidamente. El reino entero celebró con júbilo la llegada de los nuevos herederos. En las plazas y calles se organizaron fiestas improvisadas, con música, bailes y fuegos artificiales que iluminaron el cielo durante toda la noche.
En el palacio, la familia de Sergio no cabía de felicidad. Fernando y Carlos se turnaban para cargar a los bebés, mientras sus padres, el rey y la reina, derramaban lágrimas de emoción al ver a sus nietos.
—Nuestro pequeño Sergio, ahora papá de dos —comentó Fernando, mirando a su hermano menor con orgullo.
—Y tú lo lograste, Sergio —añadió Carlos, dándole un beso en la frente. —Eres un padre increíble desde el primer momento.
Max, por su parte, no se separó ni un segundo de Sergio ni de los bebés. Sostenía a ambos en sus brazos, con una sonrisa que parecía imposible de borrar.
—Gracias por darme la familia más hermosa que jamás podría imaginar, Sergio —dijo, inclinándose para besar a su esposo.
Sergio, aún cansado pero lleno de amor, respondió con ternura.
—Gracias a ti, Max, por hacer de mi vida algo tan perfecto.---
Esa noche, mientras los gemelos dormían en sus cunas, Max y Sergio se quedaron juntos, sentados en el sofá de la habitación, observándolos en silencio. Estrella, su perrita, descansaba tranquilamente a los pies de la cama, como si también estuviera cuidando de los nuevos miembros de la familia.
El cansancio de las últimas horas parecía desvanecerse en el aire, reemplazado por una profunda felicidad. Max abrazó a Sergio, susurrándole al oído:
—Esto es solo el comienzo de una vida aún más maravillosa juntos.Sergio asintió, apoyándose en su hombro.
—Y no podría pedir nada más.El amor que compartían, ahora ampliado por sus dos pequeños, llenaba cada rincón de sus vidas. El futuro lucía brillante, lleno de nuevas aventuras y momentos inolvidables como familia.
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La Joya de La Corona
FanfictionSergio, un príncipe doncel conocido como "La joya de la corona" por su familia y su reino, asiste al Gran Premio de Mónaco, donde conoce a Max Verstappen, un piloto carismático. Max queda fascinado por las pecas y la sonrisa de Sergio, mientras que...