Soobin no estaba acostumbrado a perder de vista al príncipe, mucho menos después de los incidentes recientes. Aunque su indiferencia hacia los berrinches de Yeonjun era parte de su carácter, el instinto de protegerle nunca se apagaba.
Esa mañana, el guardia se había mantenido cerca, a una distancia prudente, esperando a que Yeonjun superara su rabieta. Pero cuando el sol comenzó a escalar en el cielo y no había señales del príncipe en sus aposentos, la preocupación empezó a aflorar.
¿Dónde se había metido?
Ajustándose las correas de su armadura, Soobin se dirigió a los jardines, lugar donde usualmente encontraba al heredero cuando buscaba distraerse. Sin embargo, no estaba allí. Ni en los invernaderos, ni en los salones de música, ni en la biblioteca. El guardia frunció el ceño, sintiendo una punzada incómoda en el pecho.
—¿Alguien ha visto al príncipe esta mañana? —preguntó a un sirviente que pasaba apresurado por el corredor.
—No, señor, aunque escuché que podría haber bajado al ala sur...
El ala sur. La cocina.
Por un momento, Soobin relajó los hombros. Conocía la afición de Yeonjun por la repostería. Probablemente estaba allí, cubierto de harina y enredado en una de esas interminables historias fantásticas de la repostera. No debería haber razones para preocuparse, pero su mente no podía permitirse bajar la guardia.
Mientras cruzaba el castillo, Soobin repasó mentalmente el día anterior. El berrinche. El príncipe había estado insoportable, acusándole de no prestarle atención, de ser frío y distante. Y aunque Soobin estaba acostumbrado a sus caprichos, la intensidad de Yeonjun siempre lograba descolocarlo un poco.
Sin embargo, algo en el tono de sus palabras había sonado diferente. Había algo más detrás de los reclamos, algo que Soobin no quería detenerse a analizar. No tenía tiempo para esas cosas.
Cuando finalmente llegó a la entrada de la cocina, el aroma dulce y cálido del pan recién horneado lo envolvió. Se detuvo por un segundo, observando desde la sombra de la puerta. Allí estaba Yeonjun, concentrado en decorar un pastel.
Tan delicado, tan fuera de lugar en comparación con el mundo que los rodeaba.
La repostera hablaba con él, y Yeonjun reía suavemente, como si todos sus problemas hubieran desaparecido. Por un instante, Soobin sintió una extraña mezcla de alivio y frustración. ¿Cómo podía el príncipe ser tan imprudente? No había considerado lo peligroso que era moverse por el castillo sin su guardia cerca.
—Ah, lo encontraste —murmuró una voz a su lado. Era uno de los ayudantes de la cocina, que lo miraba con curiosidad—. Siempre viene aquí cuando está molesto.
Soobin asintió brevemente y avanzó hacia el interior. El sonido de sus botas resonó en las baldosas, haciendo que Yeonjun levantara la mirada.
—¡Ah, Soobin! —dijo el príncipe, como si no lo hubiera estado evitando toda la mañana. Su tono era casi burlón, pero había un leve rubor en sus mejillas que no pasó desapercibido para el guardia.
—Alteza, no deberíais andar solo por el castillo —replicó Soobin, cruzando los brazos frente al pecho. Su voz era firme, pero había una nota de cansancio en ella—. Mi trabajo es protegeros.
Yeonjun ladeó la cabeza, sonriendo como si no acabara de escuchar el reproche.
—Estaba perfectamente seguro aquí. Además, ¿no te gusta cómo huele? —preguntó, señalando el pastel que acababa de terminar.
Soobin bajó la vista hacia el pastel decorado con meticulosa precisión. Sabía que debía mantener su compostura, pero algo en la expresión satisfecha del príncipe le hizo sentirse extrañamente... desarmado.
—Eso no cambia el hecho de que debes avisarme antes de ir a cualquier lado —insistió Soobin, pero su tono había perdido parte de su dureza.
Yeonjun entrecerró los ojos y le tendió el pastel, como si con ese gesto pudiera borrar cualquier rastro de enfado.
—Es para ti —dijo con una sonrisa que parecía cargada de intenciones ocultas—. Lo hice yo mismo.
Soobin suspiró, pasando una mano por su cabello. El príncipe era un enigma envuelto en dulzura y testarudez. Sabía que no podía seguir enojado con él, pero también sabía que permitirle salirse con la suya solo complicaría más las cosas.
—Gracias, alteza —respondió finalmente, tomando el pastel con cuidado. No podía rechazarlo, no cuando Yeonjun le miraba de esa forma, con los ojos llenos de expectativa.
Mientras el príncipe volvía a la mesa, hablando con entusiasmo sobre la próxima receta que quería probar, Soobin se quedó en silencio, observándole de reojo. Había algo en Yeonjun que le inquietaba profundamente. Algo que le hacía cuestionar por qué era tan difícil mantenerse distante cuando estaba cerca de él.
⌇ 🍥 彡 ‧₊˚ ᴹʸ ʰᵉᵃʳᵗ ⁱˢ ᶠᵘˡˡ ᵒᶠ ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ ꒱ 𓈒 ✦
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ˡᵒᵛᵉ ᶜᵃᵏᵉ (soojun)
FanfictionEn el reino de Eryndor, el príncipe heredero Yeonjun es conocido por su encanto, dulzura y una peculiar pasión: hornear pasteles. Pero detrás de sus exquisitas creaciones se esconde algo más que simple repostería. Guiado por la misteriosa y sabia re...